No es que entremos en el plano de las grandes dudas cuando se conoce algunas decisiones oficiales que por supuesto pueden marcar la independencia de Bolivia en los macro proyectos de desarrollo y especialmente en la principal línea productiva que es la minería.
Pero… y siempre hay un pero que se convierte en alerta ante situaciones que pueden o no ser cumplidas en función de los intereses nacionales y por tal vía conducir el país hacia errores que causen perjuicios y posterguen los planes delineados de cierta forma y bajo algunas condiciones que no estén apropiadas a la realidad en que se desenvuelven las políticas nacionales.
Ya está en marcha el proyecto del litio y en su primera fase funciona con dinero del Tesoro General de la República (TGN), paralelamente ha sido creada la Empresa Estatal del Litio y su capital de arranque es de $us 5 millones.
Por otra parte se ha definido también la explotación paralela a la firma hindú Jindal Steel & Power en la otra mitad del yacimiento, la que colinda con la frontera brasileña. Esta posición es emergente de una serie de problemas que surgieron con la empresa india y que si bien parecen superados tendrán en adelante una contraparte que manejará el Gobierno aunque todavía no se habla de la necesaria e ineludible inversión que amerita tal decisión, pero que se entiende no podrá ser menor a la de la Jindal ($us 2.100.oo millones)
En ambos casos, sin contar otros que pueden exigir más decisiones, hay una millonaria inversión que necesariamente tendría que ser descargada de los macro ahorros que tenemos en estratégicos bancos internacionales. El uso de esos recursos en planes de inversión directa para el desarrollo de la principal industria como es la minería permite avizorar una estratégica operación con nuestros propios recursos para consolidar proyectos de alto rendimiento.
Si las necesidades obligan a mayores inversiones no habrá que dudar en la conformación de sociedades estratégicas, caso del litio, con industrias de reconocida experiencia que nos permitan concretar la industrialización del producto base que se obtenga en las plantas experimentales de los salares.
A la inversa de todo si el Estado nacional no está en condiciones de sufragar lo que significa operativizar proyectos de envergadura, como el hierro del Mutún o el litio de los salares, vale la pena que sin mayores ínfulas o posiciones político sectarias se decida por una estrategia pragmática que no detenga en ningún momento el avance de la explotación de nuestros recursos naturales, ajustando dichos planes a la realidad económica nacional y no bajo demostraciones egocentristas que sólo son parte de una fatua posición política.
Hay que establecer con claridad las posibilidades que tiene el Estado para impulsar de manera directa los proyectos mineros que se consideran en el momento actual como el “sostén de la futura economía nacional”. Las inversiones serán millonarias, los resultados financieros -a la larga- serán de beneficio para el país por tal razón las decisiones del momento tienen un peso que puede resultar extremo en la responsabilidad gubernamental.
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