La expectativa gubernamental está en sacarle el mayor beneficio posible a la actividad minera en su conjunto, por supuesto aprovechando en algunos casos las inversiones millonarias que efectúa la minería mediana, pero sin descartar cualquier emprendimiento que signifique explotación de recursos mineralógicos y en cualquier parte del país.
Hay que recordar que desde el año 2008 se aplica una “reforma tributaria” en el sistema de la minería, lo que según autoridades del Ministerio de Minas ha significado un ascenso en los montos de recaudación para beneficio del Estado, aunque existen disposiciones en sentido de que tales recursos sirvan también a las regiones productoras e inclusive a los municipios respectivos, de donde se establece que la recaudación impositiva en el rubro minero tiene importante significación económica, particularmente si se cumple lo definido en la norma, desagregando los recursos y no centralizándolos, como denunciaron algunos distritos mineros que sólo recibieron míseros porcentajes regalitarios.
Informes del ministerio de minería reflejan algunas cifras sobre el valor de inversiones en diferentes gestiones, por ejemplo entre los años 2006 al 2008 sumaron más de 330 millones de dólares y la recuperación impositiva en ese mismo lapso alcanzó poco más de 34 millones de dólares, lo que no colmó las expectativas del ministerio sectorial. Se resalta sin embargo la diferencia de recaudaciones en el periodo del 2003 al 2005 que registraban un promedio anual de 4,6 millones de dólares en tanto que el año pasado la recaudación de impuestos vía el IUE, permitió recaudar cerca de 35 millones de dólares.
Esa diferencia puede considerarse significativa en materia de recaudación, sin embargo lo que no se dice es que en las gestiones señaladas fueron diferentes las condiciones para el desarrollo de las actividades mineras, lo que influyó en la recuperación de fondos.
La esperanza del Ministerio de Minería apunta ahora al periodo bianual del 2009 y 2010 que tendrá un ascenso sustancial de inversión, tomando en cuenta los megaproyectos del Mutún que ya comenzó su producción, la inversión en Corocoro, la que se perfila para los salares con el tema del litio, níquel en el oriente y uranio tanto en Oruro como en Santa Cruz es decir que las inversiones pueden consolidarse con la ejecución de esos proyectos que paulatinamente irán generando utilidades por concepto de impuesto y regalía.
Evidentemente la etapa crucial de precios parece que se aleja y se presenta otra en la que el uso de fuertes capitales, con seguridad provenientes del exterior y contraparte del gobierno nacional, presentarán un panorama de intensa actividad minera, con la incorporación de tecnología de punta harán posible garantizar mayores ingresos para el Estado y necesariamente para las regiones.
Lo importante sin embargo es que no se piense en nuevas modificaciones de la estructura impositiva, que como ya se sabe, es la más elevada con relación a países vecinos donde más bien, por ese conducto –el impuesto– se otorgan incentivos a los inversionistas, de manera que a mayores inversiones, mayores utilidades y automáticamente mejores impuestos, pero sin el trauma de atemorizar a inversionistas y ahuyentarlos cuando es definitivamente imprescindible su participación en la proyección de la gran minería nacional. Hay que esperar que se consoliden las inversiones para calcular el retorno de beneficio en mayores recaudaciones tributarias, es lógico.
Hay que recordar que desde el año 2008 se aplica una “reforma tributaria” en el sistema de la minería, lo que según autoridades del Ministerio de Minas ha significado un ascenso en los montos de recaudación para beneficio del Estado, aunque existen disposiciones en sentido de que tales recursos sirvan también a las regiones productoras e inclusive a los municipios respectivos, de donde se establece que la recaudación impositiva en el rubro minero tiene importante significación económica, particularmente si se cumple lo definido en la norma, desagregando los recursos y no centralizándolos, como denunciaron algunos distritos mineros que sólo recibieron míseros porcentajes regalitarios.
Informes del ministerio de minería reflejan algunas cifras sobre el valor de inversiones en diferentes gestiones, por ejemplo entre los años 2006 al 2008 sumaron más de 330 millones de dólares y la recuperación impositiva en ese mismo lapso alcanzó poco más de 34 millones de dólares, lo que no colmó las expectativas del ministerio sectorial. Se resalta sin embargo la diferencia de recaudaciones en el periodo del 2003 al 2005 que registraban un promedio anual de 4,6 millones de dólares en tanto que el año pasado la recaudación de impuestos vía el IUE, permitió recaudar cerca de 35 millones de dólares.
Esa diferencia puede considerarse significativa en materia de recaudación, sin embargo lo que no se dice es que en las gestiones señaladas fueron diferentes las condiciones para el desarrollo de las actividades mineras, lo que influyó en la recuperación de fondos.
La esperanza del Ministerio de Minería apunta ahora al periodo bianual del 2009 y 2010 que tendrá un ascenso sustancial de inversión, tomando en cuenta los megaproyectos del Mutún que ya comenzó su producción, la inversión en Corocoro, la que se perfila para los salares con el tema del litio, níquel en el oriente y uranio tanto en Oruro como en Santa Cruz es decir que las inversiones pueden consolidarse con la ejecución de esos proyectos que paulatinamente irán generando utilidades por concepto de impuesto y regalía.
Evidentemente la etapa crucial de precios parece que se aleja y se presenta otra en la que el uso de fuertes capitales, con seguridad provenientes del exterior y contraparte del gobierno nacional, presentarán un panorama de intensa actividad minera, con la incorporación de tecnología de punta harán posible garantizar mayores ingresos para el Estado y necesariamente para las regiones.
Lo importante sin embargo es que no se piense en nuevas modificaciones de la estructura impositiva, que como ya se sabe, es la más elevada con relación a países vecinos donde más bien, por ese conducto –el impuesto– se otorgan incentivos a los inversionistas, de manera que a mayores inversiones, mayores utilidades y automáticamente mejores impuestos, pero sin el trauma de atemorizar a inversionistas y ahuyentarlos cuando es definitivamente imprescindible su participación en la proyección de la gran minería nacional. Hay que esperar que se consoliden las inversiones para calcular el retorno de beneficio en mayores recaudaciones tributarias, es lógico.
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