Se observa que desde el último trimestre del año pasado 2011, hay una tendencia a la baja de minerales, lo que pone en alerta a los industriales mineros, aunque tal situación, según algunas autoridades del ministerio de minería y la estatal minera del país se trata de una periodo pasajero que no afectará los planes productivos nacionales.
Sin embargo la situación preocupa también al sector de las cooperativas mineras que observan un "decaimiento" en los sistemas de comercialización de sus concentrados por el registro en bajada de varios minerales, excepto el caso del oro y la plata, que al ser requeridos en los mercados externos mantienen la expectable cotización que permite una perspectiva de buenas ganancias.
En el otro frente el caso del estaño, el zinc, plomo, cobre y otros tienen un registro variable pero descendente por tanto obligando a los productores a tomar ciertas previsiones para sortear el periodo de "vacas flacas" que parece avecinarse y debe ser compensado con planes de estrategia productiva para no liquidar varios prospectos mineros en curso de explotación.
Según los entendidos en la materia, el problema es causado por la situación que atraviesan Europa y Estados Unidos cada uno soportando una crisis que no puede ser controlada y que influye poderosamente en el resto de economías de países que como el nuestro son dependientes de aquellas y muy sensibles a las variantes que se producen en las pizarras de precios de materias primas.
Hay algunas apreciaciones particulares sobre la materia de comercialización de minerales, entendiendo que el fenómeno de bajada se produce desde el año 2010, y se acentúa en parte del 2011, creando zozobra entre los productores mundiales, lo que por supuesto tiene incidencia en el caso boliviano cuya economía principal corresponde a la obtención de divisas por la exportación del gas, principalmente y a la de minerales en segundo lugar, por tanto con una clara dependencia de la exportación de nuestra materias primas básicas.
La baja en el precio de los minerales persistirá en la gestión presente, según las estimaciones de expertos en el proceso de la actividad minera, debido muy particularmente a la competencia internacional entre las potencias financieras que buscan asegurar la compra de materias primas para surtir sus propios mercados y para evitar un salto de la competencia en determinados rubros.
El caso del poder asiático y especialmente la China, tiene su incidencia en nuestra economía, pues se observa que esa potencia está en pugna para comprar la mayor cantidad de minerales que les permita fabricar una enorme cantidad de productos que a su vez requiere el mercado norteamericano, donde gran parte de su producción, increíblemente tiene sello chino.
Sucede empero que al contraerse la economía de EE.UU. y Europa, ambos restringen sus compras de productos y tratan de volver a la producción directa para lo que intentan abrir el mercado de las materias primas, entrando en una abierta y triple competencia, que complica directamente a los productores, es decir a los países como el nuestro cuyas exportaciones se van limitando y no sólo eso, sino también disminuyen los ingresos por la baja de los precios internacionales.
El caso es que no se adoptaron programas oportunos de previsión para evitar el colapso de la producción minera, situación que ojalá no se presente y permita de algún modo recuperar el tiempo perdido, aumentando los volúmenes de producción, pero además transformando nuestros concentrados en metales con valor agregado, que pueden entrar en la competencia directa del comercio internacional.
Claro está que el proceso no es simple, pues se requieren capitales y para captarlo se necesitan medidas muy claras que exigen los inversionistas y que tienen que ver de manera directa con seguridad jurídica que es lo que nos falta para cambiar el cuadro de incertidumbre que hay sobre el país, cuando en el delicado rubro de la actividad minera se vuelve a tocar el tema de la nacionalización de empresas.
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