El pasado año se realizaron una serie de eventos, seminarios e intercambio de opiniones con potenciales inversionistas interesados en asociarse con nuestro gobierno para encarar la producción de litio y su industrialización, llegando a la fabricación de las requeridas baterías de lithium.
Indudablemente se imponen hasta el presente las ofertas de países asiáticos, tal el caso de Japón, ofertas chinas, Corea no está ausente de la posibilidad de competir a la hora de las decisiones sobre el usufructúo de las reservas de litio en Bolivia consideradas las más grandes del planeta, pese a la competencia que se presenta en otros yacimientos como los de Chile, Argentina, México y un país europeo donde se espera encarar la masiva industria del litio.
Al presente el país adelantó aunque de manera incipiente en los primeros pasos de un proceso "autónomo" en el que todavía no entran los capitales de la inversión externa, lo que sucederá -según se indica- en la parte final y más importante del proyecto que constituye propiamente la fabricación de baterías de litio.
Lo que tiene trascendencia es que Bolivia continúa en el mapa energético del mundo, considerado años atrás como centro minero potencial, luego mostró sus grandes reservas de gas en la región y en la actualidad ya se tomó como referencia el potencial de sus reservas de litio que una vez industrializadas serán parte importantísima de la energía automotriz en reemplazo de los combustibles fósiles que tienden a disminuir y que además son parte de la contaminación ambiental que todos quieren evitar.
Este desafío nacional implica responsabilidades colaterales para nuestro gobierno, pues no se trata sólo de tener en resguardo las reservas del mineral energético, sino de explotarlas y para ese fin se requiere contar con suficiente material humano debidamente preparado que responda a las necesidades de un futuro inmediato de dirigir y controlar el uso racional de nuestra inmensa riqueza de litio, de manera que la experiencia de las plantas pilotos y más adelante la industria en sí del litio esté en manos de bolivianos, neutralizando la dependencia externa.
La promesa del litio es ya de larga data, se ha pasado por circunstancias muy especiales y todavía hay problemas que impiden ingresar en la fase de su extracción -industrial- por lo tanto es menester que nuestras autoridades apropien nuestras necesidades a las posibilidades reales y efectivas de encarar la obtención del litio, no sólo como experimento de planta, sino como un proceso pragmático que nos permita dar el segundo paso de poner en el amplio y competitivo mercado externo los primeros sub productos derivados o separados del litio, como el carbonato de litio o el cloruro de potasio que igualmente tienen gran demanda internacional.
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