América Latina debe aprovechar el interés de China en sus materias primas, pero también buscar sus inversiones para desarrollarse y diversificar sus exportaciones, indicaron el lunes responsables reunidos en un Foro Económico Internacional organizado por la OCDE y el BID en París.
“Esperemos que junto con el comercio venga también la inversión, pero no la del siglo XIX para que simplemente podamos exportar materias primas, sino para diversificar“, dijo el secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, uno de los invitados al encuentro celebrado en el ministerio francés de Finanzas por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y el BID (Banco Interamericano de Desarrollo).
“Es una relación en la que todos tenemos para ganar. China es un factor de impulso muy grande que es bienvenido, también en América Latina porque necesita todo lo que tenemos, alimentos, energía. Pero no queremos reproducir la América Latina del siglo XIX“, insistió, en referencia a la necesidad de desarrollar un modelo que no esté basado únicamente en las exportaciones de materias primas.
En un debate sobre los recursos naturales y su efecto positivo o negativo para el desarrollo económico de la región, el ministro colombiano de Agricultura, Juan Restrepo, respondió de manera favorable a la “gran pregunta“ actual de si América Latina “temblará o tiene que temer por el despertar de China“.
“Yo creo que no, que es un inmenso potencial de oportunidades“, dijo Restrepo, agregando que “se percibe la llegada de inversionistas chinos buscando oportunidades en América Latina, tanto en temas de materias primas, como petroleras, mineras, y ante todo de alimentos“.
El volumen comercial entre China y América Latina se incrementó diez veces entre 2000 y 2009, pasando de 12.300 millones a 120.600 millones de USD. China compró productos latinoamericanos por 56.500 millones de dólares en 2009 y vendió por 64.100 millones de USD.
Pero además, China multiplicó últimamente sus inversiones en América Latina en minería e hidrocarburos, así como infraestructuras ferroviarias y siderurgia.
Sin embargo, muchos piensan que estas inversiones sólo tienen como objetivo facilitar la explotación de los recursos naturales que el gigante asiático necesita cada vez en mayor número para sostener su crecimiento.
Cables de la diplomacia estadounidense revelados por WikiLeaks revelan que Latinoamérica desconfía de la expansión de China y teme convertirse en “la siguiente África“, continente en el que Pekín ha desarrollado una feroz ofensiva para apropiarse de recursos sin importarle cuestiones de derechos humanos o medio ambiente, según denuncian sus detractores.
El director de la división Mercados y Comercio de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), David Hallam, resaltó que hay cada vez más inversiones chinas en África y países latinoamericanas, como Brasil y Perú, “centradas en industrias alimenticias“.
“La demanda de China cambia la oferta, obliga a sumar tierras cultivables para responder a esa demanda, tierras menos preparadas para resistir al shock climático“, indicó de su lado Michel Houdebine, responsable del sector de Políticas Públicas del Tesoro francés.
Para Houdebine, China está forzando “cambios estructurales“ a nivel mundial en la producción de materias primas, y señaló que los países exportadores de esos productos llevan con mayor facilidad este movimiento de alza de los precios porque “tienen una actividad más fuerte impulsada por la demanda“.
En ese sentido, tanto Iglesias como Restrepo coincidieron en que para América Latina “es mejor tener que no tener“ materias primas en cantidad abundante, aunque advirtieron de la necesidad de manejar en forma adecuada los capitales que generan esas exportaciones.
“No es una maldición, pero sí un gran desafío. Lo malo no es tener un flujo grande de capitales, lo grave es no manejarlo con juicio“, indicó el ministro colombiano en referencia al actual dilema que enfrentan varios países de la región por la llegada masiva de inversiones a raíz de esas exportaciones y la apreciación de sus monedas como consecuencia de la “guerra de divisas“ (Terra).
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