El planteamiento formal que tiene la minería para desarrollar importantes proyectos consiste en disponer de fuentes seguras de financiamiento que abra las posibilidades de acceso a créditos que serían utilizados necesariamente en la implementación de infraestructura, equipos y herramientas, pero sobre todo un soporte que permita la inversión primaria en la obligada fase de exploración.
La minería mediana particularmente ha hecho grandes inversiones adelantadas inclusive en una década antes de iniciar el verdadero proceso de explotación de los yacimientos preparados convenientemente para su explotación, es el caso de los proyectos asentados en Potosí y que ya están generando el retorno de millonarias inversiones.
En el sector estatal se ha dispuesto financiamiento de apoyo para sostener la producción por ejemplo de Huanuni con casi cinco mil trabajadores y que en la primera parte de su proceso de absorción de tanta mano de obra confrontó problemas que están siendo superados –temporalmente– pero que pueden ser dramáticos en la medida que vaya disminuyendo el potencial del Posokoni.
Otra muestra de apoyo financiero estatal, como el anterior y a través de la Comibol, se produce con la Fundición de Vinto que está en pos de ampliar sus operaciones con un “horno nuevo” y multiplicar sus operaciones con una visión interesante de “polimetalurgia”, aunque sin asegurar todavía los mercados de provisión de concentrados, materia prima necesaria para procesos de fundición
El numeroso sector de los mineros cooperativistas tiene la suerte de recibir una buena dosis de apoyo económico gubernamental, beneficiándose con dotación de capital de apoyo, compra de ingenios, implementación de comercializadoras de minerales y otras facilidades que aseguran la actividad de un sector que, según se ha establecido, explota yacimientos pero sin obligaciones tributarias, en algunos casos fue parte de avasallamientos a concesiones privadas y no tiene mayores obligaciones.
Pero también está activo el sector de la gran “minería chica” que puede resultar contradictorio si no se explica que se trata de un sector productivo constante que no goza de ningún soporte financiero y sin embargo produce, genera fuentes de empleo, tributa, pero no se beneficia de apoyos financieros, de ahí precisamente su denominación de “chica” al no poder acceder a opciones de tipo crediticio para aumentar los volúmenes de su producción.
En todo caso se ha planteado desde los subsectores de la minería boliviana la necesidad de crear un “fondo financiero” que sirva como el otrora Banco Minero para fomentar las actividades mineras y hacer productivos varios proyectos ya establecidos en ricos yacimientos que necesitan la incorporación de tecnología y el respaldo para el cumplimiento de las fases de exploración y preparación de los emprendimientos que se convertirán en una cadena productiva con miles de empleos, valiosas regalías y divisas para el Erario Nacional. La minería de manera global necesita incentivos de inversión y facilidades tributarias, ya no restricciones comerciales, incertidumbre por falta de seguridad jurídica o las limitaciones propias de una carencia de instrumentos legales para su desarrollo
La minería mediana particularmente ha hecho grandes inversiones adelantadas inclusive en una década antes de iniciar el verdadero proceso de explotación de los yacimientos preparados convenientemente para su explotación, es el caso de los proyectos asentados en Potosí y que ya están generando el retorno de millonarias inversiones.
En el sector estatal se ha dispuesto financiamiento de apoyo para sostener la producción por ejemplo de Huanuni con casi cinco mil trabajadores y que en la primera parte de su proceso de absorción de tanta mano de obra confrontó problemas que están siendo superados –temporalmente– pero que pueden ser dramáticos en la medida que vaya disminuyendo el potencial del Posokoni.
Otra muestra de apoyo financiero estatal, como el anterior y a través de la Comibol, se produce con la Fundición de Vinto que está en pos de ampliar sus operaciones con un “horno nuevo” y multiplicar sus operaciones con una visión interesante de “polimetalurgia”, aunque sin asegurar todavía los mercados de provisión de concentrados, materia prima necesaria para procesos de fundición
El numeroso sector de los mineros cooperativistas tiene la suerte de recibir una buena dosis de apoyo económico gubernamental, beneficiándose con dotación de capital de apoyo, compra de ingenios, implementación de comercializadoras de minerales y otras facilidades que aseguran la actividad de un sector que, según se ha establecido, explota yacimientos pero sin obligaciones tributarias, en algunos casos fue parte de avasallamientos a concesiones privadas y no tiene mayores obligaciones.
Pero también está activo el sector de la gran “minería chica” que puede resultar contradictorio si no se explica que se trata de un sector productivo constante que no goza de ningún soporte financiero y sin embargo produce, genera fuentes de empleo, tributa, pero no se beneficia de apoyos financieros, de ahí precisamente su denominación de “chica” al no poder acceder a opciones de tipo crediticio para aumentar los volúmenes de su producción.
En todo caso se ha planteado desde los subsectores de la minería boliviana la necesidad de crear un “fondo financiero” que sirva como el otrora Banco Minero para fomentar las actividades mineras y hacer productivos varios proyectos ya establecidos en ricos yacimientos que necesitan la incorporación de tecnología y el respaldo para el cumplimiento de las fases de exploración y preparación de los emprendimientos que se convertirán en una cadena productiva con miles de empleos, valiosas regalías y divisas para el Erario Nacional. La minería de manera global necesita incentivos de inversión y facilidades tributarias, ya no restricciones comerciales, incertidumbre por falta de seguridad jurídica o las limitaciones propias de una carencia de instrumentos legales para su desarrollo
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