El Salar de Uyuni, el de sierto salino más grande del mundo con 10.000 km2 de superficie, contiene una fabulosa reserva de 100 millones de litio —la mitad de la que existe en el mundo, según el Gobierno de Bolivia— y es destino de miles de turistas de todo el mundo.
La planicie salina a 3.650 m de altitud está ubicada en el suroeste andino de Bolivia, cerca a la frontera con Chile, un sitio donde pareciera que el suelo blanco se funde con el cielo.
“Nunca vi algo igual”, afirma en rústico castellano el joven turista inglés Tim Collins, de 25 años, que reside en Australia y asegura haber iniciado un periplo desde mayo pasado por América del Norte, Centroamérica y luego Sudamérica, junto a su novia Belinda Ward, una australiana de 24 años.
En el lugar el sol se refleja con la sal, aumentando la temperatura ambiente y el resplandor afecta a la visión. Su extensión supera con creces otros salares en el mundo, como el Gran Lago Salado en Estados Unidos (4.400 km2), el de Atacama en Chile (3.000 km2) o los argentinos de Arízaro (1.860 km2) o de Antofalla (970 km2).
Debajo de la capa salina existe un “lago salino” que son las salmueras que contienen —según La Paz— unos 100 millones de litio, constituyéndose en la mitad de todas las reservas mundiales, aunque, en el caso boliviano, aún sin explotar. Dicho lago tiene una formación de cono invertido, con una profundidad de hasta 200 metros. En las temporadas de lluvia se forma sobre el salar un lago que suele evaporarse en semanas y formar nuevas capas salinas.
Según estimaciones de la estatal Dirección Nacional de Recursos Evaporíticos de la Corporación Minera de Bolivia, se estima que la formación del desierto salino comenzó hace unos 40.000 años.
“Tenemos una de las reservas de litio más grandes del mundo, pero no sólo hablamos de litio, hablamos de sub componentes como bórax, cloruro de potasio y carbonato de magnesio”, afirmó a la AFP el director del proyecto para industrializar el mineral, Marcelo Castro.
Además de riqueza mineral, el Salar de Uyuni genera divisas gracias a los miles de turistas de diferentes nacionalidades, principalmente europeos y asiáticos, que llegan hasta el lugar para disfrutar de una imponente reserva natural en la cual se han instalado hasta 20 hoteles de sal.
Paredes, camas, sillas y mesas... casi todo está fabricado de sal, abundante en el lugar.
En medio del salar y en diferentes puntos hay islotes rocosos que sirven como puntos de descanso o de orientación. Uno de ellos es ‘Incahuasi’ (la casa del inca, en idioma quechua), que se cree que los reyes del incanato utilizaban como posadas pasajeras.
No existen datos oficiales de cuántos extranjeros llegan al Salar de Uyuni, pues el control de ingreso migratorio a la zona es débil, debido a que los visitantes ingresan por el norte chileno y argentino o el sur peruano, aunque se estima que serían unos 100.000 al año.
Desde el Salar se puede ingresar a otras zonas con rico atractivo turístico, colindantes con el norte chileno: cementerios incaicos, volcanes activos, géisers y lagunas “verdes” y “coloradas”, formadas por ríos subterráneos y por deshielos andinos que sufren, aseguran expertos, por los efectos del calentamiento global.
La planicie salina a 3.650 m de altitud está ubicada en el suroeste andino de Bolivia, cerca a la frontera con Chile, un sitio donde pareciera que el suelo blanco se funde con el cielo.
“Nunca vi algo igual”, afirma en rústico castellano el joven turista inglés Tim Collins, de 25 años, que reside en Australia y asegura haber iniciado un periplo desde mayo pasado por América del Norte, Centroamérica y luego Sudamérica, junto a su novia Belinda Ward, una australiana de 24 años.
En el lugar el sol se refleja con la sal, aumentando la temperatura ambiente y el resplandor afecta a la visión. Su extensión supera con creces otros salares en el mundo, como el Gran Lago Salado en Estados Unidos (4.400 km2), el de Atacama en Chile (3.000 km2) o los argentinos de Arízaro (1.860 km2) o de Antofalla (970 km2).
Debajo de la capa salina existe un “lago salino” que son las salmueras que contienen —según La Paz— unos 100 millones de litio, constituyéndose en la mitad de todas las reservas mundiales, aunque, en el caso boliviano, aún sin explotar. Dicho lago tiene una formación de cono invertido, con una profundidad de hasta 200 metros. En las temporadas de lluvia se forma sobre el salar un lago que suele evaporarse en semanas y formar nuevas capas salinas.
Según estimaciones de la estatal Dirección Nacional de Recursos Evaporíticos de la Corporación Minera de Bolivia, se estima que la formación del desierto salino comenzó hace unos 40.000 años.
“Tenemos una de las reservas de litio más grandes del mundo, pero no sólo hablamos de litio, hablamos de sub componentes como bórax, cloruro de potasio y carbonato de magnesio”, afirmó a la AFP el director del proyecto para industrializar el mineral, Marcelo Castro.
Además de riqueza mineral, el Salar de Uyuni genera divisas gracias a los miles de turistas de diferentes nacionalidades, principalmente europeos y asiáticos, que llegan hasta el lugar para disfrutar de una imponente reserva natural en la cual se han instalado hasta 20 hoteles de sal.
Paredes, camas, sillas y mesas... casi todo está fabricado de sal, abundante en el lugar.
En medio del salar y en diferentes puntos hay islotes rocosos que sirven como puntos de descanso o de orientación. Uno de ellos es ‘Incahuasi’ (la casa del inca, en idioma quechua), que se cree que los reyes del incanato utilizaban como posadas pasajeras.
No existen datos oficiales de cuántos extranjeros llegan al Salar de Uyuni, pues el control de ingreso migratorio a la zona es débil, debido a que los visitantes ingresan por el norte chileno y argentino o el sur peruano, aunque se estima que serían unos 100.000 al año.
Desde el Salar se puede ingresar a otras zonas con rico atractivo turístico, colindantes con el norte chileno: cementerios incaicos, volcanes activos, géisers y lagunas “verdes” y “coloradas”, formadas por ríos subterráneos y por deshielos andinos que sufren, aseguran expertos, por los efectos del calentamiento global.
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