Los inversionistas en actividad minera saben que de manera constante y por efecto de condiciones especiales, económicas y técnicas, estarán siempre bajo riesgo inminente de confrontar problemas. En nuestro país además ese riesgo tiene que ver con la falta de seguridad jurídica, aspecto que también tiene su connotación especial en el Perú, Chile y la Argentina, especialmente por problemas medioambientales aunque con menos posibilidades de perder capitales, equipos y minerales, como sucede en el nuestro por constantes avasallamientos.
Se dice que la minería es un negocio y una actividad de riesgo y es la pura verdad, más aún en países dependientes de la exportación de sus materias primas y susceptibles a los vaivenes de las pizarras que rigen los precios en los mercados de Nueva York o Londres y que al marcar bajas cotizaciones ponen en riesgo las operaciones mineras y se detienen parcial o totalmente ciertos emprendimientos que se desarrollan bajo límites específicos de costo y producción.
Cuando no hay una buena prospección que posibilite el avance de una también apropiada exploración, los resultados de la actividad minera son a corto plazo y su rentabilidad de dudosa recuperación, es el caso de una mayoría de minas que con sistemas tradicionales siguen produciendo algunas toneladas de concentrados pero exigiendo desmedido esfuerzo y peligroso trabajo a pocos mineros, especialmente agrupados en grupos de cooperación solidaria.
Para la gestión presente, no se vislumbran mejores precios y según los expertos la producción de minerales metálicos y no metálicos seguirá una ruta de bajada como ha sucedido en los últimos años, de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas INE. Las causas de ese constante descenso tienen su origen en la economía internacional, como ya lo explicamos en otra nota de esta misma edición, el caso de la lenta recuperación del dólar en la economía norteamericana y las restricciones que se presentan por efecto de competencia entre China y la India para acelerar su crecimiento.
Por donde y como se vea el asunto, los riesgos son parte del conjunto de las operaciones mineras del país, las del sector privado que debe enfrentar una serie de imposiciones especialmente tributarias y la falta de garantías para desarrollar proyectos; el otro caso está en la minería estatal que también debe compensar sus operaciones con mayores volúmenes de producción para contrarrestar la caída de precios y el retorno de utilidades. Sólo como ejemplo en el caso del estaño, para las minas estatales su pecio mínimo rentable debe estar sobre los 8,50 dólares la libra fina, más bajo es un negocio a pérdida, pero en el caso de las cooperativas, todavía pueden vender su producción operando con un precio menor de 8 dólares LF. Los mineros privados tienen otras perspectivas, pero igualmente riesgosas ante abruptas caídas de precios, incentivar la producción, incrementar capitales y una radical medida con alto riesgo social, puede ser la reducción de personal, situación que difícilmente podría aplicarse en el sector estatal, por la resistencia sindical organizada.
Bajo todas las circunstancias que todavía pueden enumerarse en materia de riesgos en la minería, resulta que en el último periodo de la gestión 2013 se ha producido un cambio en los índices productivos que muestra otra realidad cuando la producción minera formal está en bajada y la informal, de las cooperativas sube en porcentaje.
A propósito, un interesante análisis del experto en minería Rolando Jordán revela que hasta abril del 2013 la producción de las cooperativas mineras creció en 17,5 % anualmente, mientras que la extracción de minerales en el sector mediano disminuyó en 10,9 %. El proceso se debe a la caída de precios en el mercado internacional por segundo año consecutivo.
El cambio que mencionamos tiene su efecto en las cifras demostrativas de la producción minera en los tres sectores de la minería nacional que en la última gestión cambió significativamente. La relación indica que la minería informal, en este caso de los cooperativistas ocupa el primer lugar en producción al subir su participación de un 30 % el 2012 al 37 % el año pasado. El segundo lugar en producción corresponde a la minería grande con signo negativo pues bajó de 40 a 35 % en el mismo periodo y el tercer lugar ocupa la minería mediana con otra baja del 30 al 27 %, estas cifras muestran claramente que los niveles de la producción minera legal y formal están en descenso y la denominada minería informal (cooperativista) elevó su producción. Este proceso sin embargo, de acuerdo a los analistas, es sumamente sensible a las mínimas variaciones de precios internacionales y cuyos efectos pueden resultar demoledores si no se adoptan previsiones especialmente económicas.
Hay necesidad de contar a la brevedad posible con una Ley Minera que tome en cuenta todo este tipo de contingencias, de modo que para cada sector y sin privilegios de ninguna especie se dispongan "medidas compensatorias de alivio en épocas de emergencia", como cuando se desploman los precios y disminuye el ritmo productivo… como se observa, en todo caso la minería tiene sus graves riesgos.
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