“Su cariño era grande, me llevaba en moto a visitar a los comunarios de Luruta”. Así recuerda el mallku Sebastián a su hijo, Héctor Choque Gutiérrez, el minero fallecido el martes tras un ataque de los cooperativistas que llegaron a protestar en La Paz. La víctima hace un año dejó de ser albañil en Cochabamba para trabajar de minero cooperativista en Colquiri, con la esperanza de darle un techo propio a su familia.
“Quería darnos un futuro mejor, obtener un techito, porque a veces en Cochabamba es escaso el trabajo; y yo me fui con él”, narra su esposa, Paola Teresa Muñoz, quien le dio a Héctor un primer hijo, Manuel Gustavo (de nueve años), y que está en el tercer mes de espera del segundo retoño de un hombre al que describe “sencillo, paciente, humilde, trabajador, responsable, cariñoso, amable y, como padre, ejemplar”.
Como muchos desempleados, Héctor -nacido el 11 de enero de 1981 en Colquiri- siguiendo los pasos que dio su hermano menor Luis hace siete años se enfiló en la Cooperativa 26 de Febrero, pues se le informó que ésta recibía constantemente socios para operar en Colquiri, debido a los elevados precios del estaño.
Esa asociación enfrenta desde hace varios años una disputa por la explotación con el sector asalariado, la que se agudizó hace tres meses por el dominio de la rica veta Rosario, que el Gobierno les otorgó cuando decretó la reversión del yacimiento, el 20 de junio, a cambio de un trabajo coordinado entre ambos sectores.
Por esas fechas, Héctor y Luis formaron parte de los 450 socios de la 26 de Febrero que optaron por pasar a ser dependientes de Comibol para acceder a los beneficios sociales. “Él ha visto el beneficio para nosotros, el bienestar para nuestro futuro, nuestra seguridad, porque en la cooperativa no hay eso, si alguien está enfermo, lo tiran como basura, mientras aquí en Comibol hay solidaridad”, asegura Paola.
Y fueron sus mismos ex compañeros quienes el martes, mientras marchaban por El Prado, lanzaron bolsas de agua y refrescos, piedras, petardos y dinamita al techo de la discoteca Kápital (en la sede de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia), donde se había ubicado junto a su hermano y algunos de sus compañeros para ver el paso de la marcha, según su hermano Luis.
Éste recuerda que “los de la 26 de Febrero estaban pasando y de repente se han dado la vuelta, han comenzado a arrojar cartuchos de petardos y uno ha llegado en su cuello, me ha gritado ‘Luis’, me he dado la vuelta y he visto que un explosivo le había llegado cerca del brazo (izquierdo) y del pecho”. Luis está preocupado por su madre, Damiana, quien entró en shock al recibir la noticia la noche del martes y fue internada en una clínica.
Paola, oriunda de Totora (Cochabamba), no tiene trabajo ni familia en Colquiri, pero regresará para aclarar la muerte de su esposo. “Esto no va a quedar impune, tiene que haber un castigo y todos los que han convocado igual van a estar tras las rejas”, advierte.
Quedan 3 mineros heridos en clínica
El minero asalariado José Gómez fue dado de alta ayer. Otros tres permanecen en la clínica 6 de Agosto por las agresiones que sufrieron el martes de los cooperativistas. El minero es uno de los cuatro hospitalizados el martes tras los ataques de mineros cooperativistas. Denunciaron que les los arrojaron dinamitas en la sede de la Federación de Mineros en El Prado.
Wilson Miranda seguía ayer en terapia intensiva y según el director del nosocomio, Miguel Marañón, “tiene un hematoma en el cuello y está mejorando”.
Juan Torres, el tercero de los internos, tiene fractura de la muñeca derecha y “estará con yeso unos 15 días y se irá entre hoy y mañana”.
Issac Quispe, otro de los mineros, tuvo una “pérdida de sustancia de pierna izquierda” y eso significa que parte del músculo y la piel se le desprendieron.
“Se le hizo un injerto, también operado el martes. Está en recuperación y se le dará de alta en dos a tres días. Va a necesitar fisioterapia al menos 15 días para recuperar su fuerza”, manifestó Marañón.
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