Corocoro es un municipio rico en cobre, pero pobre en servicios básicos. En esa población, distante a 100 kilómetros de la ciudad de La Paz, los habitantes todavía no sienten los réditos de la reactivación minera; las calles de tierra y un río que sirve de excusado delatan la pobreza en la que aún se debate esa población.
Según datos oficiales, desde 2009, año en que se reactivó la explotación minera en Corocoro, con la puesta en marcha del Complejo Hidrometalúrgico de Cobre, los ingresos de este municipio se triplicaron en 2011 y se duplicaron en esta gestión. En 2009, ese gobierno local recibió 9,9 millones de bolivianos, el año pasado 32,6 millones y en esta gestión, 21,7 millones.
Pero los recursos que recibe este gobierno local, según sus pobladores, se quedan sólo en cifras y no se ven reflejados en inversión y en obras.
¿La maldición de las materias primas llegó a este poblado? Y no es que la explotación de cobre haya dado lugar a peleas o violencia, como en el caso de la República Democrática del Congo, donde se libró una guerra por la explotación de metales preciosos; los habitantes de Corocoro libran a diario una batalla por sobrevivir.
Con la relocalización minera de 1985, la explotación de cobre, a cargo de la Comibol, cesó. Entonces, según recuerda Francisco Limachi, que habita en ese pueblo hace 73 años, cientos de personas fueron echadas a la calle y se vieron obligadas a abandonar el municipio. Con el paso del tiempo, las viviendas abandonadas se derruyeron y lo que un día estuvo lleno de vida se convirtió en un pueblo casi fantasma.
En 2009, la puesta en marcha del Proyecto Minero Corocoro devolvió la esperanza de progreso a los más de 11.000 habitantes de ese municipio.
En el área urbana, este gobierno local tiene ocho barrios. El alcalde, Genaro Tambo, no tiene cifras actualizadas sobre cuántas personas habitan en el municipio, aunque ratifica que de acuerdo con el censo 2001 son más de 11.000 personas.
Obras inconclusas
Los pobladores de Corocoro no comprenden por qué, pese a que las autoridades nacionales hablan sobre la reactivación minera y sobre la transferencia de recursos, ese dinero no se ve reflejado en la mejora de sus calles (la mayoría de tierra), la dotación de alcantarillado y agua potable, entre otros servicios.
Las vías de la plaza principal están adoquinadas, lo mismo que unas tres cuadras de la avenida principal. El resto de las calles son de tierra y sólo en algunas se observan los cordones de acera que construyó la Alcaldía.
“No ha habido mejoras; no hay obras por parte de la Alcaldía. Con el retorno de la Comibol casi nada mejoró; pensamos que todo iba a mejorar, pero sigue en lo mismo nomás”, se lamenta Francisco Limachi.
Similar es el criterio expresado por María Nina, una joven de 26 años que sobre sus espaldas carga a un niño de poco más de un año. “Quisiera que arreglen los caminos, las calles, que hagan las aceras, en tiempo de lluvia se sufre, se forman charcos y hay bastante barro”, asegura mientras observa la calle San Jorge, que es la vía principal de la zona del mismo nombre.
Ella, al igual que cientos de personas, transita a diario esa calle, sobre la cual están situadas las dos unidades educativas que hay en el municipio.
Un estadio
En esa misma vía se construye el estadio Municipal o, como prefieren llamarlo los pobladores, La Voz del Pueblo. Esa obra, que según Nina fue iniciada hace cuatro años, no avanza. De acuerdo con los obreros de esa construcción, los trabajos fueron reanudados en agosto, luego de que se paralizaran en febrero por falta de recursos.
El alcalde Tambo, en cambio, habla de esa construcción como una de las más importantes de su gestión. Sostiene que en el muro perimetral de esa infraestructura, que tiene un avance del 80%, se han invertido 450 mil bolivianos. Además, señala que se hizo gestiones con el Gobierno para que la cancha tenga césped sintético, pero para ello hace falta el enmallado, lo que tendrá un costo de 214 mil bolivianos.
Cerca de la plaza principal avanza la construcción de la sede de la Dirección Distrital, que será entregada en breve. La nueva infraestructura está sobre la avenida Bolívar. Esa vía estaba empedrada hasta hace un año, pero se resolvió colocar losetas, aunque el trabajo quedó inconcluso; el polvo que levantan los vehículos cuando transitan por el lugar terminó por cubrir las piedras removidas.
El alcalde responsabiliza a la empresa Kores de ese abandono, pues ésta se habría comprometido a mejorar la vía con una inversión de 80.000 bolivianos.
Sebastiana Abán vio pasar 30 años de su vida en Corocoro. A diario transita de su casa, ubicada en la zona Toledo, hacia el coliseo de esa población, en la zona Carrasco. “No ha mejorado nada, el señor alcalde no se ocupa, tendría que hacer arreglos en las calles, pero nada, usted que ve esta calle sigue siendo de tierra y también hay obras a medias”, afirma esta anciana de más de 70 años.
Río contaminado
Basilio habita en la zona Carrasco. Él también se queja por la falta de obras en las vías y asegura que a la fecha la Alcaldía sólo construyó los cordones de las aceras. Tambo asegura que en las zonas Verdesilla y San Jorge se hicieron cordones de acera y que en la calle Carrasco el adoquinado fue concluido.
Pero lo que más le preocupa a Basilio es la falta de alcantarillado en casi todas las zonas. De los ocho barrios, por lo menos la mitad carece de ese servicio básico. La zona central es la única que tiene alcantarillado; llega a pocas casas en el resto del pueblo.
María Nina dice, casi acostumbrada a su realidad, que el río que atraviesa el poblado le sirve como botadero de basura, pero además de excusado. Las aguas servidas del alcantarillado, en el caso de los que tienen una vivienda, terminan en este río, usado como vertedero.
Al respecto, el alcalde admite la falta de alcantarillado, pero manifiesta que está en curso la elaboración de un proyecto a diseño final para dotar de ese servicio a todo el pueblo. Empero, desconoce cuándo podrá hacerse realidad este proyecto y el monto que demandará.
Los problemas de salud
El agua potable es otro de los problemas que enfrentan los habitantes.
El doctor Abel Aroja, médico general del Centro de Salud Corocoro, asegura que la principal afección de los niños menores de cinco años es la diarrea, debido a que hace falta agua potable. Explicó que se hizo un estudio básico del agua y se detectó que tiene amebas, heces fecales, parásitos, esporas, etc.
Tambo afirma que está en marcha el proyecto MI Agua fase II, con lo que se prevé captar agua de la vertiente de la zona Verdesilla, con una inversión de 400 mil bolivianos.
En el frontis del centro de salud de Corocoro se lee Hospital Municipal, pero de hospital sólo lleva el nombre, pues a pesar de tener un quirófano que fue donado por el Gobierno de Cuba, hace aproximadamente siete años que ese equipo no es utilizado, pues no hay la infraestructura ni el personal para ello. No hay especialidades y cuando una persona necesita este tipo de atención médica es remitida al hospital Korea de El Alto.
Sobre todas las carencias que sufre la población y a manera de justificación, el alcalde asegura que los pobladores piensan “que de la noche a la mañana todo cambiará, pero no va a ser así. Esto (cambios) viene de a poco”.
El gerente general de la Empresa Minera Corocoro, Gustavo Choque, opinó que si bien hubo mejoras en el pueblo, todavía “falta mucho por hacer”.
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