El factor multiplicador de la minería es inobjetable, por tanto la inversión en este rubro puede hacerse sin “miramientos” o restricciones, según opinan los expertos en ésta materia puntualizando sin embargo que “todo tiene un ciclo o un periodo de ascenso que no siempre es permanente”, lo que significa que hay necesidad de aprovechar los buenos tiempos para consolidar los mejores emprendimientos.
En el caso de nuestra minería y en el correr de los años se han presentado muchas alternativas de beneficio directo, que lamentablemente no fueron aprovechadas en su tiempo y en su ciclo de ahí que cuando se produjeron los grandes bajones de precios y de producción, tuvo que recurrirse a las medidas extremas que en el caso de la Comibol, representó el cierre de las minas y el despido de miles de trabajadores bajo el argumento de la “relocalización” que nunca se dio y que obligó a los ex mineros a convertirse en transportistas o comerciantes, muchos directamente engrosaron las filas de los contrabandistas y otros tantos todavía son parte del comercio informal.
Pero los ciclos mineros giran es lo que dicen por ejemplo los mineros chicos de gran experiencia en este tipo de contingencias cuando señalan que “es cuestión de tiempo recuperar inversiones y reactivar proyectos” de manera particular si existe un adecuado apoyo financiero que en el caso nuestro no siempre es posible por diversas y negativas situaciones que diluyen los fondos y en el caso estatal casi siempre dejando a su suerte a los productores mineros privados que deben hacer “maravillas” para reacondicionar sus concesiones y retomar el ritmo productivo.
Es sumamente fácil acudir al Estado para lograr impulso de algunos proyectos, caso de la minería estatal que sólo pide y espera para desarrollar actividades que sostengan como en el caso de Huanuni la planilla millonaria para el pago de salarios a cinco mil trabajadores.
Otro tanto sucede con el sector cooperativizado de la minería que igualmente recibe un apoyo abierto desde el gobierno para mantener las tareas de explotación en varios distritos, inclusive alguno marginal donde se precisó un fuerte financiamiento para encarar el ciclo productivo que permita sostener a centenares de mineros y sus familiares. El apoyo se tradujo en la habilitación de un ingenio y en la puesta en marcha con capital de operaciones de una comercializadora de minerales, lo que representa sostener un sector social muy importante.
Empero lo que realmente se precisa son políticas definidas para impulsar de manera global la minería nacional, lo que implica ciertas definiciones de orden estratégico en tiempo oportuno, como el presente con excelente repunte en los precios, pero además con un mayúsculo interés de empresas internacionales deseosas de invertir en los macro proyectos de la minería del litio, el hierro y casi con seguridad el uranio, aparte de existir ofertas tentadoras para seguir impulsando la exploración y explotación de minerales tradicionales como el estaño, plata, cobre, zinc y oro que seguirán siendo requeridos en los grandes mercados internacionales.
Hay ciertos criterios divergentes en materia de tributación minera y tal parece que esa la causa para demorar la aplicación de políticas sectoriales, aún antes de que se apruebe la nueva ley minera que entre otras cosas debería ser sometida a un análisis pormenorizado entre los sectores que son protagonistas de la actividad minera en sí y no de algunos políticos que están fuera de tiesto.
La minería en sí necesita urgentemente de fuertes financiamientos, se trata de millones de dólares para impulsar grandes proyectos. El Gobierno sigue empeñado en ser parte de la actividad pero debe establecer con claridad meridiana su capacidad financiera para competir y asociarse con las grandes firmas mundiales que están a la espera simplemente de las decisiones y la voluntad política de nuestro gobierno. Las regalías representan utilidades.
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