Cuando las papas queman como dirían algunos, o cuando el zapato aprieta según otros, la necesidad de salvar esas contingencias aguza el ingenio y permite crear situaciones alternas para enfrentar las contingencias de una crisis
En el caso de la minería, que golpea duramente a importantes segmentos de nuestra comunidad, poniendo en riesgo miles de fuentes de empleo y sus derivaciones por múltiplo familiar, además de paralizar varios proyectos y obligar a la migración de mineros hacia las ciudades o los campos agrícolas, distorsiona totalmente el marco financiero en que nos desenvolvemos.
Bajo esas condiciones de presión directa y después de haber sentido en otras ocasiones las mismas contingencias, parecería que no sacamos lecciones de la experiencia vivida hasta que se repite el hecho y entonces se retoman los lamentos y se hace memoria de las dificultades pasadas.
No es la primera vez que los precios de minerales bajaron estrepitosamente, ya ocurrió en variadas ocasiones, en algunas de manera benigna y en otras como la década de los 80 con más fuerza que en la actualidad obligando al cierre de la mayoría de minas y dejando en la calle a miles de trabajadores que fueron “deslocalizados” y tuvieron que buscar la tabla de salvación en el contrabando, el comercio informal o en parte del transporte automotor, para salvar la crisis.
Ahora está pasando lo mismo, los precios bajaron y la minería endeble en su gran mayoría debe enfrentar un periodo que ojalá no sea prolongado y permita una recuperación a corto plazo para seguir en vigencia y con el desarrollo de los proyectos que temporalmente están suspendidos.
Lo importante sin embargo de las lecciones pasadas es que en la presente ocasión no dejemos pasar la circunstancia de presión, para pensar seriamente en la creación de fuentes alternativas para diversificar nuestra economía, de modo que con bajones en la minería o en otro rubro siempre tengamos una o varias posibilidades de enfrentar los malos tiempos y no detener el crecimiento de nuestro departamento.
En Oruro tenemos fuentes alternativas de producción, el rubro agrícola, la ganadería camélida, el turismo y la artesanía, además de un activo comercio que aún funcionando bajo el esquema ilegal del contrabando se constituye en una solución a la carencia de empleos seguros que tiene la minería. Todo depende de las condiciones en que se enfoque la crisis, pero es importante señalar que las necesidades aguzan el ingenio y ahora corresponde a nuestras autoridades, parlamentarios, dirigentes cívicos y laborales sentarse para dialogar y establecer alternativas que nos permitan diversificar nuestras fuentes generadoras de ingresos. Hay que hacerlo y este es el momento oportuno.
El Editor.
En el caso de la minería, que golpea duramente a importantes segmentos de nuestra comunidad, poniendo en riesgo miles de fuentes de empleo y sus derivaciones por múltiplo familiar, además de paralizar varios proyectos y obligar a la migración de mineros hacia las ciudades o los campos agrícolas, distorsiona totalmente el marco financiero en que nos desenvolvemos.
Bajo esas condiciones de presión directa y después de haber sentido en otras ocasiones las mismas contingencias, parecería que no sacamos lecciones de la experiencia vivida hasta que se repite el hecho y entonces se retoman los lamentos y se hace memoria de las dificultades pasadas.
No es la primera vez que los precios de minerales bajaron estrepitosamente, ya ocurrió en variadas ocasiones, en algunas de manera benigna y en otras como la década de los 80 con más fuerza que en la actualidad obligando al cierre de la mayoría de minas y dejando en la calle a miles de trabajadores que fueron “deslocalizados” y tuvieron que buscar la tabla de salvación en el contrabando, el comercio informal o en parte del transporte automotor, para salvar la crisis.
Ahora está pasando lo mismo, los precios bajaron y la minería endeble en su gran mayoría debe enfrentar un periodo que ojalá no sea prolongado y permita una recuperación a corto plazo para seguir en vigencia y con el desarrollo de los proyectos que temporalmente están suspendidos.
Lo importante sin embargo de las lecciones pasadas es que en la presente ocasión no dejemos pasar la circunstancia de presión, para pensar seriamente en la creación de fuentes alternativas para diversificar nuestra economía, de modo que con bajones en la minería o en otro rubro siempre tengamos una o varias posibilidades de enfrentar los malos tiempos y no detener el crecimiento de nuestro departamento.
En Oruro tenemos fuentes alternativas de producción, el rubro agrícola, la ganadería camélida, el turismo y la artesanía, además de un activo comercio que aún funcionando bajo el esquema ilegal del contrabando se constituye en una solución a la carencia de empleos seguros que tiene la minería. Todo depende de las condiciones en que se enfoque la crisis, pero es importante señalar que las necesidades aguzan el ingenio y ahora corresponde a nuestras autoridades, parlamentarios, dirigentes cívicos y laborales sentarse para dialogar y establecer alternativas que nos permitan diversificar nuestras fuentes generadoras de ingresos. Hay que hacerlo y este es el momento oportuno.
El Editor.
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