El zinc no tiene demanda, en EEUU ya no se construyen casas y la venta de automóviles se paralizó. “Nuestras exportaciones bajaron de siete a un millón de dólares. Vendíamos a Suiza y el Asia”.
Tras 26 años de operaciones en el país, la compañía minera Tiwanaku decidió cerrar operaciones en la localidad de Poopó, en Oruro, y despedir a sus 110 trabajadores debido a la caída del precio del zinc. Su presidente ejecutivo, Alfredo Rojas, señala que la salida a la crisis demorará entre dos y tres años hasta que se reordene la economía mundial, y advierte que todo el sector minero lo sufrirá, sólo podrán resistir las grandes empresas. Éste es el diálogo que tuvo con La Prensa.
—¿Cuál es la situación de la compañía a raíz del descenso de precios de los minerales?
—La compañía tomó la decisión de suspender sus operaciones en la población de Poopó, en Oruro, en su totalidad. Lo que ha sucedido en los últimos diez a once meses son varios hechos que hacen que la compañía no tenga ninguna posibilidad de continuar trabajando ahora ni en el futuro. Hasta el año pasado hemos tenido precios razonablemente buenos, lo que permitió que nuestros trabajadores en los últimos dos años reciban incrementos salariales de 30 y 25 por ciento y primas sobre utilidades. Nos ha permitido también hacer inversiones en exploración en la zona de Poopó, en el sur de Bolivia y la zona este de La Paz. Sin embargo se firmaron contratos con costos de tratamiento muy altos que eran soportables hasta 2007 y hubo una inflación de precios en los materiales, transporte, costos marítimos, gastos de puerto. Finalmente el Gobierno decidió incrementar los impuestos y creó un tributo adicional sobre utilidades del 12.5 por ciento que además había que pagarlo en forma anticipada, lo cual nos generó una situación de liquidez bastante difícil.
Todo este panorama ha hecho que desde enero de este año hayamos perdido recursos en forma mensual. En este momento la compañía no está produciendo, no exporta nada y no genera ingresos. Lo que ganamos hasta el año pasado lo invertimos en las propias operaciones de Poopó, se han construido nuevos ambientes, un galpón adicional para almacenar los concentrados, una planta de materiales especiales.
—¿Qué prevén?
—Ahora hemos visto que los precios del zinc no han de subir y se mantendrán entre 1.100 y 1.150 dólares la tonelada, lo que significa 48 y 49 centavos la libra fina. Creemos que ni siquiera duplicando estos precios la compañía podría salir adelante, creo que ésta es la situación de muchas otras empresas. Por eso es que antes de que nos veamos obligados a paralizar totalmente y no tengamos ni un peso para pagar nada, preferimos con toda lealtad comunicar a nuestra gente que estamos obligados a cerrar operaciones
Tenemos trabajadores que tienen 25 años de antigüedad y que en los últimos tres meses de trabajo han tenido un promedio que les va a permitir tener beneficios sociales relativamente buenos. Hace diez días nos hemos reunido con los trabajadores para explicarles en detalle lo que estaba pasando con la compañía, y el sindicato lo ha entendido. Hemos pasado cartas de retiro a 110 personas, de las cuales 49 son gente que trabaja en la mina San Francisco. Ésta es una mina arrendada de la Comibol y la estamos devolviendo porque no la podemos seguir operando por ser altamente deficitaria, quizá para la Comibol pueda resultar más rentable
—¿Dónde quedan las concesiones y qué tipo de minerales se estaba produciendo?
—Nuestra compañía estaba produciendo concentrados de zinc y de zinc con plata. La alimentación para el ingenio que está localizado en la población de Poopó venía de la mina San Francisco, que está a un kilómetro de Poopó. También procesábamos minerales de unas concesiones que se llamaban Ferrari, las cuales teníamos arrendadas, pero también las hemos devuelto. Además procesábamos el mineral de la mina Nazareno, que está localizada en el cantón Chambiri del departamento de La Paz. Esta mina seguirá trabajando un tiempo más porque si no las trabajas ahora y no tomas previsiones pueden derrumbarse o inundarse. Estamos haciendo exploración.
—¿Cuántos trabajadores tienen en Nazareno?
—Ahí tenemos 23 trabajadores.
—¿A cuánto asciende la inversión que ha comprometido la empresa?
—Las inversiones de la compañía deben de estar por encima de los diez millones de dólares, en equipamiento, en compra de concesiones, prospecciones, desarrollo, ingenios, materiales, herramientas, equipos de transporte y carga.
—¿A cuánto ascendía la producción de la compañía?
—La compañía estaba produciendo 800 toneladas mensuales de concentrados.
—¿Cuáles eran sus principales mercados?
—Exportábamos a Suiza y al Asia fundamentalmente.
—¿A cuánto ascendían sus exportaciones?
—Entre 10.000 y 12.000 toneladas por año.
—Eso, en ingresos, ¿cuánto ha estado representando?
—Entre seis y siete millones de dólares, pero este año eso se ha reducido a menos de un millón de dólares.
—¿Por la caída de precios?
—Por la caída de precios y por los contratos de concesión con las fundidoras, que han subido los costos de tratamiento. Antes, para dar un ejemplo, pagábamos 200 dólares por tonelada, este año nos han subido a 480 dólares la tonelada.
Subieron los costos, pero las cotizaciones bajaron. Hemos llegado hace dos años a una cotización de 4.300 dólares por tonelada (1,95 dólares la libra fina) y estamos terminando ahora con 1.100 dólares la tonelada de zinc (0,48 dólares la libra fina).
—¿A qué precio más o menos podrían haber aguantado?
—Yo diría con un precio de 2.000 dólares la tonelada (0,95 centavos de dólar la libra). Quizá habríamos estado aguantando sin ganar dinero.
—¿Cómo se origina la crisis de los minerales?
—En el mundo se decía que la bonanza de la minería iba a durar cinco o seis años más, todos hemos actuado en ese sentido, hemos invertido, pero los precios de los minerales comienzan a caer con la crisis hipotecaria en Estados Unidos y se agrava con la caída de Wall Street hace tres meses y eso ha generado una recesión económica, además de una disminución de la tasa de crecimiento de la China e India, que son los que más minerales demandan. Todo esto va a llevarnos a reorganizar la economía mundial y ese proceso va a llevar dos, tres o cuatro años.
La crisis ha reducido la demanda de zinc, que se utiliza en planchas galvanizadas para la construcción de viviendas y en la construcción de autos, pero en el norte no hay construcción y la producción de automóviles bajó por falta de demanda.
—En general, ¿qué otros proyectos mineros están en riesgo en el país?
—Los que están en riesgo son los productores del Cerro Rico de Potosí: de casi 17.000 trabajadores que había ahora ya no hay más que 6.000. Han tenido que abandonar sus trabajos alrededor de 11.000 personas. Luego están los productores de estaño, plomo y plata.
—¿Corren riesgo algunos proyectos grandes en Bolivia?
—Las empresas grandes tienen la ventaja de que, por economía de escala, sus costos de producción son siempre mejores. Segundo, tienen un respaldo internacional; si bien pierden acá, en otras partes están ganando porque son empresas subsidiarias de compañías grandes, es el caso de San Cristóbal, Sinchi Huayra. Huanuni es un caso especial: mientras los precios eran importantes podía haber aguantado a sus 4.500, 5.000 trabajadores, ahora lo veo muy difícil, no creo que vaya a soportar.
—¿Hay una salida a la crisis actual?
—Creo que hemos desaprovechado los buenos momentos, los últimos tres años deberíamos haber dado las condiciones para que vengan inversiones grandes. La salida se va a dar cuando se reordene toda la economía mundial, no depende del Gobierno, pero vamos a tener que aguantar dos o tres años.
Tras 26 años de operaciones en el país, la compañía minera Tiwanaku decidió cerrar operaciones en la localidad de Poopó, en Oruro, y despedir a sus 110 trabajadores debido a la caída del precio del zinc. Su presidente ejecutivo, Alfredo Rojas, señala que la salida a la crisis demorará entre dos y tres años hasta que se reordene la economía mundial, y advierte que todo el sector minero lo sufrirá, sólo podrán resistir las grandes empresas. Éste es el diálogo que tuvo con La Prensa.
—¿Cuál es la situación de la compañía a raíz del descenso de precios de los minerales?
—La compañía tomó la decisión de suspender sus operaciones en la población de Poopó, en Oruro, en su totalidad. Lo que ha sucedido en los últimos diez a once meses son varios hechos que hacen que la compañía no tenga ninguna posibilidad de continuar trabajando ahora ni en el futuro. Hasta el año pasado hemos tenido precios razonablemente buenos, lo que permitió que nuestros trabajadores en los últimos dos años reciban incrementos salariales de 30 y 25 por ciento y primas sobre utilidades. Nos ha permitido también hacer inversiones en exploración en la zona de Poopó, en el sur de Bolivia y la zona este de La Paz. Sin embargo se firmaron contratos con costos de tratamiento muy altos que eran soportables hasta 2007 y hubo una inflación de precios en los materiales, transporte, costos marítimos, gastos de puerto. Finalmente el Gobierno decidió incrementar los impuestos y creó un tributo adicional sobre utilidades del 12.5 por ciento que además había que pagarlo en forma anticipada, lo cual nos generó una situación de liquidez bastante difícil.
Todo este panorama ha hecho que desde enero de este año hayamos perdido recursos en forma mensual. En este momento la compañía no está produciendo, no exporta nada y no genera ingresos. Lo que ganamos hasta el año pasado lo invertimos en las propias operaciones de Poopó, se han construido nuevos ambientes, un galpón adicional para almacenar los concentrados, una planta de materiales especiales.
—¿Qué prevén?
—Ahora hemos visto que los precios del zinc no han de subir y se mantendrán entre 1.100 y 1.150 dólares la tonelada, lo que significa 48 y 49 centavos la libra fina. Creemos que ni siquiera duplicando estos precios la compañía podría salir adelante, creo que ésta es la situación de muchas otras empresas. Por eso es que antes de que nos veamos obligados a paralizar totalmente y no tengamos ni un peso para pagar nada, preferimos con toda lealtad comunicar a nuestra gente que estamos obligados a cerrar operaciones
Tenemos trabajadores que tienen 25 años de antigüedad y que en los últimos tres meses de trabajo han tenido un promedio que les va a permitir tener beneficios sociales relativamente buenos. Hace diez días nos hemos reunido con los trabajadores para explicarles en detalle lo que estaba pasando con la compañía, y el sindicato lo ha entendido. Hemos pasado cartas de retiro a 110 personas, de las cuales 49 son gente que trabaja en la mina San Francisco. Ésta es una mina arrendada de la Comibol y la estamos devolviendo porque no la podemos seguir operando por ser altamente deficitaria, quizá para la Comibol pueda resultar más rentable
—¿Dónde quedan las concesiones y qué tipo de minerales se estaba produciendo?
—Nuestra compañía estaba produciendo concentrados de zinc y de zinc con plata. La alimentación para el ingenio que está localizado en la población de Poopó venía de la mina San Francisco, que está a un kilómetro de Poopó. También procesábamos minerales de unas concesiones que se llamaban Ferrari, las cuales teníamos arrendadas, pero también las hemos devuelto. Además procesábamos el mineral de la mina Nazareno, que está localizada en el cantón Chambiri del departamento de La Paz. Esta mina seguirá trabajando un tiempo más porque si no las trabajas ahora y no tomas previsiones pueden derrumbarse o inundarse. Estamos haciendo exploración.
—¿Cuántos trabajadores tienen en Nazareno?
—Ahí tenemos 23 trabajadores.
—¿A cuánto asciende la inversión que ha comprometido la empresa?
—Las inversiones de la compañía deben de estar por encima de los diez millones de dólares, en equipamiento, en compra de concesiones, prospecciones, desarrollo, ingenios, materiales, herramientas, equipos de transporte y carga.
—¿A cuánto ascendía la producción de la compañía?
—La compañía estaba produciendo 800 toneladas mensuales de concentrados.
—¿Cuáles eran sus principales mercados?
—Exportábamos a Suiza y al Asia fundamentalmente.
—¿A cuánto ascendían sus exportaciones?
—Entre 10.000 y 12.000 toneladas por año.
—Eso, en ingresos, ¿cuánto ha estado representando?
—Entre seis y siete millones de dólares, pero este año eso se ha reducido a menos de un millón de dólares.
—¿Por la caída de precios?
—Por la caída de precios y por los contratos de concesión con las fundidoras, que han subido los costos de tratamiento. Antes, para dar un ejemplo, pagábamos 200 dólares por tonelada, este año nos han subido a 480 dólares la tonelada.
Subieron los costos, pero las cotizaciones bajaron. Hemos llegado hace dos años a una cotización de 4.300 dólares por tonelada (1,95 dólares la libra fina) y estamos terminando ahora con 1.100 dólares la tonelada de zinc (0,48 dólares la libra fina).
—¿A qué precio más o menos podrían haber aguantado?
—Yo diría con un precio de 2.000 dólares la tonelada (0,95 centavos de dólar la libra). Quizá habríamos estado aguantando sin ganar dinero.
—¿Cómo se origina la crisis de los minerales?
—En el mundo se decía que la bonanza de la minería iba a durar cinco o seis años más, todos hemos actuado en ese sentido, hemos invertido, pero los precios de los minerales comienzan a caer con la crisis hipotecaria en Estados Unidos y se agrava con la caída de Wall Street hace tres meses y eso ha generado una recesión económica, además de una disminución de la tasa de crecimiento de la China e India, que son los que más minerales demandan. Todo esto va a llevarnos a reorganizar la economía mundial y ese proceso va a llevar dos, tres o cuatro años.
La crisis ha reducido la demanda de zinc, que se utiliza en planchas galvanizadas para la construcción de viviendas y en la construcción de autos, pero en el norte no hay construcción y la producción de automóviles bajó por falta de demanda.
—En general, ¿qué otros proyectos mineros están en riesgo en el país?
—Los que están en riesgo son los productores del Cerro Rico de Potosí: de casi 17.000 trabajadores que había ahora ya no hay más que 6.000. Han tenido que abandonar sus trabajos alrededor de 11.000 personas. Luego están los productores de estaño, plomo y plata.
—¿Corren riesgo algunos proyectos grandes en Bolivia?
—Las empresas grandes tienen la ventaja de que, por economía de escala, sus costos de producción son siempre mejores. Segundo, tienen un respaldo internacional; si bien pierden acá, en otras partes están ganando porque son empresas subsidiarias de compañías grandes, es el caso de San Cristóbal, Sinchi Huayra. Huanuni es un caso especial: mientras los precios eran importantes podía haber aguantado a sus 4.500, 5.000 trabajadores, ahora lo veo muy difícil, no creo que vaya a soportar.
—¿Hay una salida a la crisis actual?
—Creo que hemos desaprovechado los buenos momentos, los últimos tres años deberíamos haber dado las condiciones para que vengan inversiones grandes. La salida se va a dar cuando se reordene toda la economía mundial, no depende del Gobierno, pero vamos a tener que aguantar dos o tres años.
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