domingo, 26 de diciembre de 2010

El oro sigue siendo principal refugio ante las crisis, pero… ¿sirve como moneda de reserva global?

Más de 2.000 años de historia monetaria llegaron a su fin el 15 de agosto de 1971, cuando Richard Nixon apareció en televisión en horario prime, desplazando a Bonanza un domingo por la noche.

“Le ordené al secretario del Tesoro tomar las acciones necesarias para defender el dólar contra los especuladores“, anunció el presidente de EE. UU. “Le he ordenado al secretario Connally suspender temporalmente la convertibilidad del dólar al oro“.

Desde ese día, abogar por un rol del oro en el sistema monetario mundial se ha convertido en una causa quijotesca. Pero la semana pasada, Robert Zoellick, el presidente del Banco Mundial, sugirió que el metal podría estar de regreso.

Zoellick propuso a las autoridades “emplear el oro como un referencial internacional para las expectativas del mercado sobre inflación, deflación y valores futuros de las divisas“.

“El oro ahora es visto como un activo monetario alternativo“, dijo Zoellick. Pero añadió que no estaba pidiendo volver a un patrón oro, como el sistema anterior a 1971, cuando la moneda era convertible en oro.

Su intervención fue oportuna. Algunas autoridades creen que es peligroso confiar en una moneda de reserva única, el dólar, de una economía que necesita endeudarse fuertemente en el extranjero. Tras el fracaso del G-20 el viernes para alcanzar un acuerdo significativo sobre los desequilibrios globales, Francia prometió que como parte de su presidencia del G20 el próximo año, iniciará un debate sobre futuros acuerdos cambiarios a nivel mundial.

Pero ninguna de las opciones más evidentes parece viable en el corto plazo. Prácticamente no existe apoyo para un regreso a un sistema de tipo de cambio fijo. Posibles monedas de reservas alternativas o complementarias tienen sus propios problemas. La eurozona tiene un mercado de bonos fracturado y dudas sobre el futuro dado los problemas de Grecia e Irlanda, mientras que el renminbi chino no se transa libremente.

Tras los comentarios de Zoellick se oculta el abrupto repunte en el precio del oro, desde un mínimo de 21 años de $us. 250 la onza en 1999 a más de $us. 1.400 hoy, reflejando una pérdida de confianza en los billetes emitidos por los bancos centrales y una señal de futura inflación. Esto ha sido alentado por el uso de políticas monetarias no convencionales, como la última ronda de alivio cuantitativo por $us. 600 mil millones recién lanzada por la Reserva Federal de EE.UU., para lidiar con la crisis financiera.

Para un observador inexperto, la política del banco central parece como imprimir dinero; la belleza del oro precisamente es que nadie puede fabricarlo. Pero la fuerte alza del precio refleja la dificultad de usar el oro como moneda. El índice de precios favorito de la Fed ha subido 22% desde 2000, mientras que en el mismo período el precio del oro en dólares ha subido 498%. Dicho de otro modo: si no existieran los dólares y los consumidores en EE.UU. pagaran con oro, desde 2000 la cantidad de oro necesaria para pagar el arriendo habría disminuido en tres cuartos.

Una deflación de 75% en una década no es una característica deseable en una moneda. Desde el punto de vista de los banqueros centrales, el problema es que el alza en el precio del oro no ha sido un buen indicador de alzas en el precio del resto de las cosas.

LA NATURALEZA PROPIA DEL ORO

El argumento de Zoellick es que las autoridades pueden usar el precio del oro como una medida de la ansiedad de los inversionistas respecto del valor futuro de sus dólares, euros y libras. Pero, para juzgar si el oro es una referencia útil sobre las expectativas futuras de inflación, una pregunta relevante es si el alza del oro refleja factores específicos de este metal o preocupaciones más generales.

Entre los factores fundamentales, los corredores subrayan el estancamiento en la producción de las minas a pesar de los precios récord. La producción global alcanzó un peak de 2.645 toneladas en 2001 y se mantuvo bajo ese nivel hasta este año. Y la producción se está yendo a regiones más peligrosas en África y Asia Central. La producción combinada de las cuatro regiones productoras más tradicionales y maduras; Sudáfrica, EE.UU., Canadá y Australia, cayó a 756 toneladas el año pasado de 1.260 toneladas en 2000.

Sólo las mayores ventas de “chatarra“ de oro, a medida que los dueños de joyas aprovechan los buenos precios, ha compensado algo la baja en la producción. Y la demanda ha subido a medida que una creciente clase media en países como India convierte su nueva riqueza en chucherías doradas.

Estos factores son específicos al oro y no dicen nada sobre las presiones inflacionarias. Pero también ha habido cambios dramáticos a las compras financieras de oro. Nuevos inversionistas, como los fondos de pensiones y compañías de seguros, se han volcado al oro a través de novedosos instrumentos conocidos como ETF.



¿QUÉ NOS DICE EL ORO?

Sin embargo, hay algunos argumentos que apuntan a que el oro está diciendo algo útil sobre el valor del dinero. Uno es si se piensa que una definición apropiada de inflación debe incluir precios de activos.

También se ha hecho más práctico para los inversionistas mantener oro, porque un problema histórico (que el metal no entrega intereses) ya casi no importa, ya que las tasas de interés son tan bajas que tampoco lo hace.

Otra idea es que los inversionistas están comprando oro porque quieren usar el renminbi, pero China no los dejará.

Si cualquiera de estos argumentos es verdadero, el precio del oro podría contener información útil y los bancos centrales deberían prestar atención a eso. Es difícil imaginar, no obstante, que pudieran ir más allá y convertir el precio del oro en un uso práctico.

DF. Portal Minero

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