Como ningún otro, en el momento actual, la minería es cuestión de interés nacional y su manejo no puede dejarse librado a los avatares meramente políticos, su importancia exige la participación principalmente de profesionales en la materia, para responsabilizarse de su manejo, su crecimiento y su futuro sostenimiento.
El periodo relativamente corto que falta para debatir y aprobar la nueva Ley Minera, obliga a extremar recursos de modo tal que sean los más directos vinculados con la actividad (minera) los que analicen, debatan, sugieran y aprueben cada uno de los artículos que son parte del cuerpo de normas que regirán las actividades de la minería en general.
Se trata de mejorar la estructura vigente de una minería “casi” centralizada y hasta dependiente del Poder Central, por un lado con tuición directa ministerial a través del brazo operativo que se conoce como la Comibol, esa poderosa empresa que en otros tiempos se calificó como “elefante blanco” del esquema minero estatal y que sirvió para solventar actividades políticas por encima de las más premiosas necesidades del sector, para fortalecer su crecimiento y garantizar su vigencia en tiempo y espacio, conociendo del potencial de nuestros recursos naturales y sus reservorios mineralizados.
La minería en el tiempo actual es una parte del sistema productivo nacional, posiblemente el principal engranaje de una maquinaria que se complementa con otros elementos importantes como la industria y el comercio, que a su vez funcionan en otras escalas del gran aparato generador de divisas, que también se sujetan a ciertas normas, que en algunas circunstancias resultan restrictivas por malas políticas o por ausencia de éstas en el orden organizativo.
La minería es un conjunto de elementos dirigidos a explorar, explotar, procesar, industrializar y exportar nuestras riquezas naturales pero desde diferentes posiciones, con más o menores limitaciones y qué decir de las ventajas, que hasta el presente son totalmente diferentes, aunque los propósitos sean exactamente los mismos, hacer minería en condiciones diversas.
Mencionamos esa circunstancia por que se dan ciertas condiciones de inequidad que postergan o limitan muchos emprendimientos mineros, por ejemplo en el caso de la “minería chica” que sigue siendo efectivamente productiva en la dimensión de sus posibilidades y especialmente porque no recibe ningún incentivo que favorezca a su crecimiento. Los mineros chicos plantean la creación de un Banco de Fomento que les permita acceder a créditos para ampliar sus operaciones. La minería mediana sujeta al vaivén de ciertas disposiciones que ponen en riesgo su seguridad, especialmente cuando se trata de avasallamientos, que en muchos casos no han sido solucionados.
Y está la minería estatal que por supuesto recibe apoyo directo del Estado a través de la Comibol, para sostener la planilla laboral más grande del país. Se suma el sector de las cooperativas mineras que igualmente reciben una ayuda directa del gobierno, ojala sea para encarar nuevos proyectos, evitando la depredación de los pocos yacimientos que manejan y tomando responsabilidad para nuevos proyectos con las condiciones exigibles para el conjunto minero.
La minería es cuestión nacional y su consideración debe ser profesional.
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