Parecería que se están adoptando todas las previsiones del caso, para asumir la enorme responsabilidad de dar el “gran salto tecnológico y financiero” que el país pueda sortear, en uno de los mayores emprendimientos para explotar sus recursos naturales y consolidar su potencialidad, por lo menos en lo que al litio nos corresponde.
Indudablemente la posición definida por el Gobierno para encarar “por cuenta propia” la exploración, instalación de plantas pilotos y la explotación inicial de las salmueras en los salares del país (Uyuni y Coipasa), puede resultar una operación riesgosa, sin embargo todo dependerá de la “ingeniería del proyecto” para desarrollar esa fase importantísima de extraer mediante métodos muy propios del país y que corresponden a las fórmulas de nuestros científicos, la mayor cantidad de elementos primarios que servirán para abastecer mercados exigentes que requieren la materia prima que se convertirá en una variedad de productos, desde abonos para la agricultura, alimentos balanceados, cerámicas y otra serie de productos antes de la industrialización plena en función del litio.
Se insiste en que el importante reservorio de litio en Bolivia es el más grande en el mundo, pues representaría nada más ni nada menos que el 70 por ciento de toda la existencia en el orbe, aunque existan algunas observaciones sobre tal apreciación, en todo caso, la resta de algún porcentaje no le quita para nada el valor de su potencial reserva.
Muchas empresas industriales del mundo, han propuesto de acuerdo a sus propias experiencias algunos planes que analizados en niveles políticos nacionales no han respondido a las expectativas del gobierno de contar con apoyo financiero y tecnológico, aquí en Bolivia y no fuera del territorio como sería el deseo de la mayoría de los industriales, el caso de Japón, China , Corea, España o Francia, entre otros que esperaban nutrirse de la materia prima para fabricar las baterías de litio en sus respectivas factorías.
En la situación presente, hay una variante circunstancialmente poderosa y es que nuestro gobierno, apoyado en una “secreta fórmula” producto del estudio y experimentos de profesionales bolivianos, está en condiciones de hacer el primer tratamiento de las salmueras, hasta alcanzar el objetivo de producir carbonato de litio y cloruro de potasio que son elementos básicos para pasar a la fase de la industrialización que sería la fabricación de las baterías de litio, para diferentes usos en la enorme industria energética del mundo.
Hasta ahí, las cosas parecen adecuadamente preparadas, por tanto se supone que al llegar el momento de las decisiones productivas de baterías al por mayor se acudirá, mediante mecanismos estandarizados a la presencia de empresas que estén en condiciones de invertir y transferir tecnología para fabricar las pilas, baterías y acumuladores de litio, en nuestro país y seguramente con sello nacional que resalte “Hecho en Bolivia”. Ese parece ser el plan, que se perfila en tal sentido pero que aún no ha sido develado plenamente.
Lo que falta es voluntad política y decisión profesional respaldada plenamente para “dar el gran salto” tecnológico y financiero que impulse la explotación e industrialización del litio boliviano, un recurso mineral estratégico que cambiará el destino de nuestra nación.
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