Pese a que su aspecto -plateado, blando y liviano- no llama la atención, el litio podría ser una cura para la adicción mundial al petróleo por su papel en la fabricación de baterías, una perspectiva que puede generar importantes ingresos a países como Bolivia o Afganistán.
Bolivia cuenta con una fabulosa reserva de ese metal, estimada en 100 millones de toneladas, en el salar andino de Uyuni, el desierto salino más grande del mundo, de unos 10.000 km2.
La semana pasada, un estudio de geológos estadounidenses dio a conocer que Afganistán tiene casi un billón de dólares en reservas minerales sin explotar, incluyendo reservas de litio tan importantes como las de Bolivia.
Según una nota interna del Pentágono, Afganistán -devastado por décadas de guerra- podría convertirse en la “Arabia Saudita del litio”.
Las compañías mineras y tecnológicas llevan mucho tiempo mirando con avidez el litio.
El litio es un componente indispensable de las baterías recargables, utilizadas por los teléfonos y las computadoras portátiles, los iPods y iPads, así como para los soportes informáticos militares y médicos.
El litio es usado incluso dentro del cuerpo humano para el funcionamiento de los marcapasos.
Sin embargo, el interés por este metal se centra ahora en su utilización para el funcionamiento de vehículos eléctricos e hídridos, un mercado en el cual se espera una explosión en los próximos años.
Los fabricantes de automóviles japoneses Nissan, Honda y Toyota se encuentran entre los que apuestan con fuerza por ese tipo de vehículos, que no emiten gases de efecto invernadero y que deberían empezar a reemplazar a aquellos impulsados por gasolina.
En ese sentido, las baterías recargables de iones de litio -conocida también como batería Li-Ion-, y potencialmente nuevas baterías como una que combina litio con oxígeno, se perfilan como la mejor opción por su eficiencia, su escaso peso y su gran capacidad de almacenamiento de energía.
El presidente norteamericano Barack Obama ha dicho que quiere un millón de autos híbridos eléctricos en las carreteras de su país en 2015.
Su vicepresidente Joe Biden afirmó el lunes pasado en la ceremonia de inauguración de una planta de fabricación de baterías de litio que este producto podría reducir la dependencia norteamericana de petróleo y prevenir desastres como el reciente derrame de crudo en el Golfo de México.
En el sector minero, las compañías también comienzan a moverse con prisa. La australiana Orocobre firmó en enero pasado un acuerdo con Toyota para desarrollar un proyecto de litio en Argentina.
Este mes, un consorcio surcoreano y una firma minera canadiense lanzaron una exploración de litio también en Argentina,
Galaxy Resources, una compañía minera y química australiana, comenzará muy pronto a procesar en su planta de china los recursos de la segunda reserva mundial de espudomena, un mineral fuente de litio, situada en el oeste de Australia.
“¿Es este el fin del petróleo? Ojalá”, dijo a la AFP el jefe de marketing de Galaxy, Anand Seth, admitiendo sin embargo que la cuestión “no es tan simple” y faltan aún muchos años para que llegue ese momento (Bio-Bio, la Radio).
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