Después de un año en que declinaron los precios de los minerales y causaron el cierre de varias minas, especialmente las privadas del sector chico y las que explotaban los cooperativistas, ahora se registra un ascenso en el precio de algunos minerales, en el caso nuestro de los tradicionales que son los de mayor incidencia en la exportación y por tanto en la generación de divisas.
En esa posibilidad de mejorar las exportaciones han retomado buenos índices minerales como el zinc, uno de los más importantes por su condición de uso en la fabricación de materiales como acero inoxidable o acero galvanizado y que son utilizados en la gran industria asiática, especialmente en la China cuya economía basada en la compra y venta de materiales estratégicos ha subido en los últimos días haciendo que ese efecto se traduzca en la cotización de los minerales que producimos en el país. El caso del niquel y el hierro son también significativos, como el ascenso del estaño y estratégicamente el oro.
Estos signos que nos muestran perspectivas halagüeñas en materia económica están relacionados directamente con la minería tradicional, lo que implica asumir una responsabilidad directa por parte de nuestras autoridades para apoyar la estrategia global de la producción minera con medidas de incentivo que la hagan más efectiva pero sobre todo más segura.
Hay que reconocer que este rubro de la producción nacional tiene connotación muy particular en el campo social, la minería representa miles y miles de empleos seguros, en tanto las condiciones son posibles de sobrellevar inclusive con las restricciones que ya hemos experimentado; en este caso las cooperativas mineras por ejemplo tienen un reducido porcentaje de producción frente a otros sectores del mismo rubro, pero socialmente significa ocupación para miles de trabajadores con el factor multiplicador de orden familiar.
Los datos rescatados en informes periodísticos de investigación revelan que el 75 por ciento de la producción minera nacional corresponde al sector privado, llámese mediano o chico, mientras que el 25 por ciento restante corresponde al sector estatal y el cooperativo. En el caso de la Comibol su mayor proyecto en pleno desarrollo es el de Huanuni con más de 4 mil trabajadores asegurándose que entre el 2010 y el 2011 llegará al máximo de su producción y rentabilidad.
Por estas circunstancias es urgente que se adopten políticas de apoyo e impulso a la actividad minera sabiendo que los grandes emprendimientos del momento, caso del Mutún corresponde a la inversión de una empresa india, la Jindal, mientras que otro importante soporte a la minería es de una empresa coreana para explotar cobre. Queda lo del litio en los salares de Uyuni en Potosí y Coipasa en Oruro donde realmente se necesitarán de muchos millones de dólares para alcanzar la cúspide del proyecto, es decir llegar a la fase de industrialización de ese nuestro mineral, considerado como la mayor reserva mundial.
Se trata de inversiones bajo seguridades plenas. Esto es lo que debe preocupar ahora a nuestras autoridades por encima de la batalla política.
En esa posibilidad de mejorar las exportaciones han retomado buenos índices minerales como el zinc, uno de los más importantes por su condición de uso en la fabricación de materiales como acero inoxidable o acero galvanizado y que son utilizados en la gran industria asiática, especialmente en la China cuya economía basada en la compra y venta de materiales estratégicos ha subido en los últimos días haciendo que ese efecto se traduzca en la cotización de los minerales que producimos en el país. El caso del niquel y el hierro son también significativos, como el ascenso del estaño y estratégicamente el oro.
Estos signos que nos muestran perspectivas halagüeñas en materia económica están relacionados directamente con la minería tradicional, lo que implica asumir una responsabilidad directa por parte de nuestras autoridades para apoyar la estrategia global de la producción minera con medidas de incentivo que la hagan más efectiva pero sobre todo más segura.
Hay que reconocer que este rubro de la producción nacional tiene connotación muy particular en el campo social, la minería representa miles y miles de empleos seguros, en tanto las condiciones son posibles de sobrellevar inclusive con las restricciones que ya hemos experimentado; en este caso las cooperativas mineras por ejemplo tienen un reducido porcentaje de producción frente a otros sectores del mismo rubro, pero socialmente significa ocupación para miles de trabajadores con el factor multiplicador de orden familiar.
Los datos rescatados en informes periodísticos de investigación revelan que el 75 por ciento de la producción minera nacional corresponde al sector privado, llámese mediano o chico, mientras que el 25 por ciento restante corresponde al sector estatal y el cooperativo. En el caso de la Comibol su mayor proyecto en pleno desarrollo es el de Huanuni con más de 4 mil trabajadores asegurándose que entre el 2010 y el 2011 llegará al máximo de su producción y rentabilidad.
Por estas circunstancias es urgente que se adopten políticas de apoyo e impulso a la actividad minera sabiendo que los grandes emprendimientos del momento, caso del Mutún corresponde a la inversión de una empresa india, la Jindal, mientras que otro importante soporte a la minería es de una empresa coreana para explotar cobre. Queda lo del litio en los salares de Uyuni en Potosí y Coipasa en Oruro donde realmente se necesitarán de muchos millones de dólares para alcanzar la cúspide del proyecto, es decir llegar a la fase de industrialización de ese nuestro mineral, considerado como la mayor reserva mundial.
Se trata de inversiones bajo seguridades plenas. Esto es lo que debe preocupar ahora a nuestras autoridades por encima de la batalla política.
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