De acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el desierto contiene 5,4 millones de toneladas de litio, cerca de la mitad de las reservas mundiales certificadas (13 millones). En tanto, el Gobierno calcula que existen 140 millones de toneladas.
La extensión de la planicie salina, que se halla a 3.650 metros sobre el nivel del mar, supera con creces a otros salares en el mundo, como el Gran Lago Salado, en Estados Unidos (4.400 kilómetros cuadrados); el de Atacama, en Chile (3.000 km2); o los argentinos de Arízaro (1.860 km2) o de Antofalla (970 km2).
Según estudios de la Dirección Nacional de Recursos Evaporíticos de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), se calcula que la formación del desierto salino comenzó hace unos 40.000 años y que la reserva no sólo se enmarca al litio, también están los subcomponentes como el bórax, cloruro de potasio y carbonato de magnesio.
El litio que yace bajo las salmueras del subsuelo del salar podría abastecer al mercado de las baterías de litio, que permitiría a las empresas de automóviles producir coches eléctricos.
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