Sierra Gorda -controlada por la polaca KGHM Polska Miedz (55%) y la nipona Sumitomo (45%)- y Caserones, emprendimiento 100% japonés de Nippon y Mitsui, son dos compañías de la gran minería que entraron al final del boom del cobre, entre 2014 y 2015, con trágicas consecuencias: solo han registrado pérdidas, no han logrado los niveles de producción para las que fueron diseñadas y deben amortizar ahora parte de las altas inversiones que hicieron durante la etapa de construcción, con precios de insumos inflados a consecuencia del superciclo de antaño.
Hoy, en un escenario sombrío para las cupreras, las gerencias de ambas firmas en Chile se enfocan en sacar adelante la producción y resolver los problemas, pero en los cuarteles centrales barajan escenarios más drásticos.
Según consignó diario El Mercurio, Sierra Gorda ha perdido más de $us 1.100 millones. Sierra Gorda, ubicada en la Segunda Región, sumaría pérdidas por casi $us 1.200 millones en dos años de operación comercial. Registra un saldo en rojo de $us 927 millones el año pasado y otro de $us 222 millones en el primer semestre de 2016. Por ello está bajo revisión de su dueño, el gobierno polaco.
Según la compañía, dirigida en Chile por el ex ejecutivo de BHP Billiton, Robert Wunder, el desempeño de la faena se vio significativamente afectado este año por los desafíos tecnológicos de procesar un mineral de relativamente baja calidad, proveniente de una zona de transición en el rajo.
Además de estos factores operativos, la pérdida neta se debe principalmente a los costos de los intereses de los préstamos para financiar la construcción de la mina entre 2012-2014 y la puesta en marcha de la planta.
El trabajo hoy, explica el ejecutivo, es "la revisión del plan operativo y de desarrollo a largo plazo de Sierra Gorda", trabajo que se lleva a cabo en la propia empresa, en KGHM, Sumitomo, y "es también apoyado por expertos de clase mundial", destaca.
Caserones, en la Región de Atacama, anotó pérdidas por $us 460 millones en 2014 -cuando comenzó-, las que subieron a $us 951 millones en 2015, y en el primer trimestre de este año registra también un saldo en rojo, de $us 87 millones. A raíz de eso, en mayo la firma desvinculó al 10% de su personal y en agosto renunció su gerente general Ricardo López, reemplazándolo en su puesto Maciej Sciazko, ex ejecutivo de Sierra Gorda.
El ejecutivo detalla que la estrategia es atacar dos frentes. Uno: aumentar la producción a la capacidad de diseño. Dos: reducir los costos unitarios. "Si bien hasta ahora no somos una empresa rentable, estamos ejecutando un plan de transformación para manejar ambos frentes", dice Sciazko. Si todo sale bien, "seremos una empresa rentable el año que viene".
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