Si hay algo que se debe reconocer es que la actividad minera necesita de fuertes inversiones, las mismas que prudentemente no tienen que ser siempre parte de las cuentas del Estado, sino más bien como sucede en los otros países vecinos, en su generalidad, provenientes de la inversión extranjera que manejan grandes consorcios internacionales dedicados exclusivamente al rubro de la minería, por lo mismo poseedores además de líneas especiales de alta tecnología, puesta en servicio de sus operaciones localizadas en diferentes regiones del mundo.
Iniciar un emprendimiento minero cuesta desde el primer momento del intento, debiendo invertirse particularmente en las obligados trabajos de prospección y exploración, etapas insalvables si se trata de garantizar la vigencia de proyectos con futura rentabilidad y sostenibilidad en un periodo extractivo y comercial.
El hecho particular vigente en nuestro país, tiene que ver con el desarrollo de las capacidades productivas que continúan dependientes de los sectores extractivos de nuestros recursos naturales, el caso del petróleo, el negocio del gas y luego aunque con menor impulso en materia de inversiones y proyectos, el rubro de la minería.
Entidades que manejan las estadísticas del movimiento económico nacional, señalan que el año pasado 2014 las inversiones extranjeras en el sector de los hidrocarburos se redujeron en un 3,5% con relación al año anterior.
Sin embargo, según el Banco Central, del total de la inversión extranjera bruta recibida en el país, el 64% de la misma se dirigió a los hidrocarburos, un 20% sirvió como fomento a la industria, sólo un 10% sirvió a la minería y el pequeño saldo restante a otros rubros. De ese detalle se establece además que la industria percibió mayor inversión extranjera en el orden del 39%.
En el caso de la minería, que es parte de nuestra atención especial, la inversión extranjera también subió y el registro corresponde a un 37%, que marca una recuperación con relación a periodos anteriores, que sólo llegaron al 31%. Esto hace ver que de algún modo capitales externos se interesaron en la actividad minera boliviana, aunque el informe no indica el destino de fondos, se conoce de medidas especiales destinadas a proyectos del sector de los evaporíticos.
Hay algo que preocupa al sector industrial minero del país, y es que no se define una política abierta a las inversiones, por lo mismo lo poco que se hace con algunos recursos del Estado, no es en absoluto solución a la necesidad de levantar el sistema, para colocarlo, sin ir muy lejos, en la dimensión del avance en el rubro petrolero.
Tratándose de un sector estratégico como es el uso de nuestros recursos naturales no renovables, el minero debería ser tomado en cuenta con cierto paralelismo al de los hidrocarburos, sabiendo que los grandes proyectos en ésta materia demandan tiempo y mucha inversión, por lo mismo, como comentó un especialista de la materia, "no podemos darnos el lujo de seguir perdiendo el tiempo en planes inconsistentes, la minería necesita dirección calificada para recuperar su sitial como generadora de las divisas que sean sostén de la economía boliviana.
Con reglas claras de juego, con leyes apropiadas como las recientemente promulgadas en materia de inversión y con una ley minera operativa, este sector será el de mayores satisfacciones financieras.
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