Es cierto aquello de que la necesidad despierta y aguza el ingenio, en varias y en diferentes circunstancias se observa que al confrontar problemas surgen algunas ideas dormidas que si son utilizadas oportunamente pueden abrir el cauce de soluciones emergentes en periodos críticos.
Más o menos se ajusta a tales condiciones la situación económica nacional con un descenso en el precio exportable de nuestras principales materias primas, para empezar el caso del petróleo como referente del precio del gas, luego el rubro de los minerales.
Mientras para las autoridades que manejan nuestra economía y la administran con sentido utilitario y en función de cuidar el crecimiento nacional, la crisis de los precios nos afectará, indudablemente, pero se dice que su efecto no alterará el crecimiento previsto en función del registro del Producto Interno Bruto (PIB) que estará en el porcentaje previsto de un 5,3 por ciento, aunque los expertos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) aseguren que se redujo la tasa de crecimiento para la región en promedio del 1,1% para la presente gestión que va a su final.
Lo que persiste es un clima de optimismo aunque las oportunidades sean menores para afirmar que la caída de precios no alterará el ciclo bonancible en la economía boliviana, por lo mismo dadas estas circunstancias se hace necesaria la adopción de políticas de emergencia, en los dos sectores que resultan vulnerables, petróleo – gas y minerales, que además constituyen la parte sustancial de toda nuestra economía.
Para el caso de la estatal petrolera se aplican algunos programas especiales que permiten el desarrollo principal de tareas de exploración en pos de habilitar nuevos pozos de producción hidrocarburífera, las inversiones son millonarias y además con cierta apertura a empresas especializadas en la materia.
En el caso de los minerales la situación es diferente, pues se da el caso que recién está siendo implementado un "plan de contingencia" para salvar la difícil situación, particularmente de la minería estatal, además de la que manejan los cooperativistas que tienen en sus manos importantes áreas de explotación minera.
Para el sector estatal, en el que además se incluirá de algún modo a la metalurgia, ya se definió la forma de apoyar esas operaciones a través de otro fideicomiso que hará posible el Banco Central de Bolivia. Inicialmente se habló de cien millones de dólares que se distribuirán en función de las necesidades de cada empresa, entre las más necesitadas la de Huanuni y seguramente en el otro extremo Karachipampa, sin descuidar las otras de rendimiento regular como Colquiri y la metalúrgica de Vinto en Oruro.
Lo evidente es que el prolongado "superciclo" de precios para las materias primas que producen no sólo nuestro país sino varios otros de la región, llegó a su límite mostrando en las últimas semanas que pueden tener mayor descenso en el caso del barril del petróleo o en algunos minerales que son parte del renglón financiero nacional.
Ante esa disyuntiva se hace necesaria la aplicación urgente de medidas que contrarresten los efectos por ejemplo de una producción minera fuera de los límites de equilibrio en los sus costos de extracción. El caso del estaño cuyo valor por libra fina (LF) superior a los $us 9,50 hace permisible aunque con demasiado esfuerzo sostener su explotación en el sector estatal. Dicen que tal proceso es menos dramático entre los cooperativistas que podrían "batirse" con un valor más bajo a los $us 9 la LF.
Sin lugar a dudas lo que se observa y con cierto optimismo es que surgen indicios alentadores sobre el descubrimiento de yacimientos por ejemplo de uranio o filones de plata en un yacimiento de Conde Auqui, sin descartar las posibilidades que se abren en el Precámbrico para la extracción de nuevos minerales.
Si bien hay opciones de trabajar nuevos yacimientos, como el caso de Mallku Khota en proceso de una nueva exploración y otros que se perfilarán si se cumplen metas técnicas de urgencia, lo que se observa es la marcada demora en cumplir pasos acelerados por ejemplo para la reestructuración de la Comibol, base de un plan "agresivo" de reactivación de la minería.
Es evidente que desde el Ministerio de Minería y Metalurgia (MMM) se han dado las primeras instrucciones para cumplir ciertas metas que en el momento actual son necesarias, aunque sean dolorosas, como lo mencionó algún dirigente minero, al referirse a los cambios que deben efectuarse en la estatal minera y que fueron consensuados entre autoridades y dirigentes del sector asalariado de la minería estatal.
Lo que preocupa es la posición de las cooperativas mineras que bajo ciertas condiciones reconocidas políticamente buscarán un apoyo gubernamental que les permita subsistir sin bajar sus márgenes de utilidad y manteniendo ciertos privilegios que, en materia minera, tendrían que ser eliminados y como eso no sucederá debería optarse por iguales privilegios para los otros sectores, pero en base a un proyecto debidamente estructurado y ajustado a la realidad de nuestra minería, que debe ser competitiva frente a la competencia externa y próxima de los países vecinos, Chile, Perú y Argentina, donde se han abierto las puertas a las grandes inversiones mineras, las mismas que también podrían fomentar el sostenimiento y el crecimiento de nuestra minería y metalurgia.En nuestro país, minerales no nos faltan, están también en los macroplanes productivos, de aplicación en tiempo breve, el litio de los salares de Uyuni y Coipasa y en el sector oriental el yacimiento de hierro en el Mutún, además de la minería en actual explotación…pero, lo que necesitamos es una verdadera política minera diseñada para su pronta ejecución. Transcurre mucho tiempo de anuncios sobre la materia, ya es tiempo de hacerlos realidad y emplazar ese "plan de contingencia" que justamente por esa condición no puede esperar indefinidamente.
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