El pasado mes de diciembre el presidente boliviano estuvo de visita en Tokio y en una entrevista con personeros del gobierno nipón señaló que su “sueño” es que “un día no muy lejano Bolivia pueda exportar baterías de litio”, se supone con el sello “hecho en Bolivia”.
En realidad se trata de un anhelo nacional y no del tiempo reciente más bien desde hace años atrás cuando se pensó en el boom del litio, pero algunas acciones cívico-políticas de entonces frustraron las expectativas bolivianas y el proyecto de la Lithco se trasladó sin mayores problemas a la Argentina donde comenzó a desarrollar la explotación de litio que le dio relevancia a ese país, colocado junto a Chile, en la explotación y exportación del litio justo a países asiáticos y otros europeos.
Perdimos mucho tiempo, hasta que no hace mucho, para hablar de una década reciente y en ese periodo el último quinquenio, que por circunstancias particulares y la demanda mundial del litio, mineral estratégico que tenemos en una de las más importantes reservas mundiales, surge una vez más la necesidad de explotar esa riqueza y ponerla al servicio del país.
Claro que en el presente las cosas han cambiado sustancialmente y de algún modo las opciones son positivas para desarrollar el proyecto de explotación de los salares bolivianos, priorizando la instalación de plantas pilotos tanto en Uyuni y Coipasa, donde ya se trabaja con la visión de llegar al mega proceso de obtención de varios componentes químicos de las salmueras y entre esos el litio, para su industrialización y la fabricación de baterías.
Aunque no es prudente señalar que “todo está listo” para arrancar con el proyecto, lo que sí se puede señalar es que se han hecho avances prácticos en el sentido de “sentar presencia” en los salares y acometer el inicio de las operaciones primarias, tanto en Uyuni, como en Coipasa, de tal suerte que en adelante corresponderá afirmar el megaproyecto, garantizando inicialmente el financiamiento, que se asegura será del estado, pero es menester también que ya se defina una línea clara de entendimiento con alguno de los países proponentes e interesados en invertir y transferir tecnología.
Por lo menos de momento, tal parece que será el Japón el país beneficiado con la “elección oficial”, para convertirse en socio estratégico del nuestro en el gigante y millonario emprendimiento de explotar e industrializar nuestro litio. A propósito, el mandatario boliviano, anotando un punto clave a favor del Japón recordó que ese país fue el único (2006) que condonó la deuda externa de Bolivia por un valor de 560 millones de dólares”, lo que para buen entendedor significa, “recordar y pagar favores”.
Cuando se habla de costos de inversión y la magnitud del proyecto, hay varias cifras, pero vale la pena tomar en cuenta las que provienen de la gerencia de Recursos Evaporíticos de la Comibol, cuyo ejecutivo, el Ing. Luis Alberto Echazú, ex ministro de minería, apuntó que la inversión pasará de los 400 millones de dólares, en el emprendimiento de nuestro gobierno y con seguridad se incrementará a través de un importante socio estratégico.
Hasta el presente se avanzó en la fase explicativa de lo que será la parte inicial del proyecto, esa que está ligada al avance de las primeras plantas de experimentación tanto en Uyuni como en Coipasa, donde ya se han invertido miles de dólares, anticipándose que la preinversión de 5 millones de $us. será utilizada en la presente gestión 2011, tomando en cuenta la habilitación de las plantas de investigación que deberá estar compuesta laboratorios en los que se analizará una serie de proyectos hasta definir la tecnología más apropiada que sirva a los fines nacionales de añadir “valor agregado” a la materia prima que será utilizada para su industrialización que a su vez culminará, pasando por otras instancias, en la fabricación de las baterías ión – litio.
El reto ha sido lanzado y admitido en su amplia proyección por el Gobierno Nacional, que sin embargo está demorando en la implementación de las políticas específicas para el macro proyecto del litio. Faltan las normas claras que permitan dinamizar las tareas de profesionales, técnicos, trabajadores y administrativos, en cada una de las responsabilidades que se asignen para el desarrollo paulatino de toda una infraestructura que asegure la sostenibilidad de la explotación de las salmueras y sus riquezas internas.
El pasado mes de diciembre el Japón de manera oficial ofertó un crédito de 250 millones de dólares a nuestro país, para que ese monto sea invertido en la instalación de una planta geotérmica que produzca inicialmente 50 megawatios (MW), energía necesaria para encarar el futuro proyecto de la explotación de litio en Bolivia. La planta se ubicará en la Laguna Colorada, el sitio óptimo para emplazarla y constituirse en el factor importante del futuro proceso de tratamiento industrial de la materia prima para fabricar baterías.
Sin lugar a dudas en la medida que pasa el tiempo, se acrecienta el interés de inversionistas por definir los convenios estratégicos con el gobierno boliviano, pero está visto que el adelanto en ese acercamiento corresponde al Japón, cuyos gobernantes han intercambiado los primeros acuerdos, que facilitarán las condiciones más óptimas de concretar el negocio productivo que abastecerá de baterías de litio a la renovada industria automotriz del mundo que ya se preocupa por tener un aprovisionamiento futuro con calidad y seguridad.
Expertos japoneses que han visitado nuestro país y especialmente la zona de los salares, han mostrado su sorpresa por la magnitud de las reservas de litio, pero al mismo tiempo han observado algunas trabas que deben eliminarse para hacer efectivo el proyecto, tal el caso de la infraestructura de carreteras y la provisión de fuentes de energía, eléctrica o gasífera, aspectos que en su caso constituirán factores determinantes para desarrollar el megaproyecto de explotar y exportar litio con valor agregado y con sello “hecho en Bolivia”.
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