La explotación minera en el norte de Chile busca saciar su avidez de energía con una fuente renovable y siempre disponible: el sol.
La luz solar es abundante en el norteño desierto de Atacama, que concentra la mayor radiación del planeta. Si se instalaran allí paneles fotovoltaicos cubriendo un área de 400 kilómetros cuadrados, se podría abastecer todo el consumo eléctrico del país.
Pero de momento casi toda la electricidad del norte de Chile la consume la industria minera en constante expansión, que ya absorbe 90% de la generación.
En la región de Tarapacá se levantan proyectos solares por 1.400 millones de dólares. Entre ellos, el parque fotovoltaico Atacama Solar generará 250 megavatios en una superficie de 1.000 hectáreas y con un costo de 773 millones de dólares. En la misma región, el Complejo Solar Pica inyectará 90 megavatios al Sistema Interconectado del Norte Grande con una inversión de 228 millones de dólares.
En Antofagasta, la estatal Corporación Nacional del Cobre (Codelco) inauguró en junio del año pasado Calama Solar 3, la primera planta fotovoltaica industrial del país destinada a abastecer de electricidad las zonas donde opera la mina Chuquicamata.
La planta cuenta con un megavatio de potencia instalada y permitió reducir las emisiones de dióxido de carbono en 1.680 toneladas por año, según Codelco.
Solarpack, la empresa española que construyó Calama Solar 3, asegura que se trata de la planta fotovoltaica más productiva del mundo por unidad de potencia instalada. Su funcionamiento evitará la emisión de 50.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año.
Pese al entusiasmo, la energía solar tiene limitaciones porque no está disponible las 24 horas del día, explicó el académico Edward Fuentealba, del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Antofagasta. El almacenamiento es el problema "que está de por medio para ofertar energía en las horas sin luz solar”, precisó.
El subsecretario de Energía de Chile, Sergio del Campo, dijo a Tierramérica que se está estudiando almacenar energía solar en sales fundidas, nitratos de sodio y de potasio. Esto permitiría un suministro eléctrico continuo.
Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo del Centro de Estudios del Cobre y la Minería (CESCO), cree que la solución para la escasez energética no está en el sol.
La generación termoeléctrica, a carbón o gasóleo, y la hidroelectricidad podrían dar esa respuesta. Pero los problemas ambientales o sociales mantienen frenados esos proyectos o los han hecho caer.
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