Hay que entender que al hablar de “política y producción” la más lógica referencia tendría que ver con un plan estratégico de orden nacional que mueva todo el aparato productivo con fines específicos de encarar por ejemplo el desarrollo sostenible del país.
Pero si concentramos la opinión en el hecho meramente político tenemos que reconocer que la práctica de este elemento como tal descuida la economía en sí y permite serias distorsiones como las que estamos observando en el panorama político boliviano.
Hablar de años es un hecho doloroso, entonces quizás resulte mejor referir el paso de gestiones, para indicar que por lo menos en la última del sistema gobernante se priorizó la atención de la política partidaria y la solución de los entuertos palaciegos y su relación con la oposición dejando de lado todo lo que correspondía al orden estrictamente productivo.
En ese lineamiento hay que recordar que por efecto de condiciones políticas se afectaron intereses económicos, se perjudico la exportación de ciertos productos bajo el argumento de frenar una escalada de precios que de todos modos se dio pero por motivaciones de orden externo y no de la presión que supuestamente ejercían los políticos o los industriales calificados como de la oposición.
Tanta fue la dedicación a tapar profundos hoyos politiqueros, que finalmente en el recuento de los hechos prácticos, quedaron algunos boquetes que aún merecen atención del Ejecutivo pero que fácilmente serían “rellenados” con un conjunto de políticas de emergencia productiva para ascender hacia la cúspide de la industrialización y la exportación de nuestras materias primas, con el valor agregado necesario para mejorar su cotización en cualquier mercado externo y en las más favorables condiciones de competitividad.
Seguimos en esa función de querer hacer cosas grandes y perdernos en las minucias de la politiquería. Ese es el mal que perjudica nuestro avance hacia la consolidación de los anunciados “macro proyectos”, esos que definirán la suerte de la Nación, con alternativas productivas, desde las más sencillas hasta las más complicadas y técnicamente actuales, modernas y eficientes, que sólo pueden favorecernos a través de la suscripción de contratos de inversión y transferencia tecnológica, bajo alternativas de garantías plenas y adecuada seguridad jurídica.
Ya es tiempo de que se adopten posiciones muy concretas, en materia de encarar el desarrollo nacional, pero con políticas productivas que prioricen por ejemplo la minería, que nos muestra un gran porvenir, no descuidar el asunto de los hidrocarburos, pero revirtiendo aquello de que somos productores de ciertos energéticos que son exportados bajo ciertas limitaciones, pero también somos importadores de otros que lamentablemente no producimos aún.
Es urgente que la política productiva se expanda y que del uso de nuestros recursos no renovables, pasemos rápidamente a la diversificación de tareas en los importantes rubros de la agro ganadería, el caso de la quinua y los camélidos, la promoción turística, la artesanía y la transformación de nuestras materias primas en productos de alto requerimiento mundial. Todo puede ser posible si se establecen las políticas para el desarrollo y se limitan las otras de orden partidista, sectarias y altamente perjudiciales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario