Corresponde a la responsabilidad de las autoridades del más alto nivel estatal, definir políticas inmediatas para sostener el funcionamiento del aparato productivo nacional, principalmente el que tiene que ver con el tratamiento de nuestras materias primas, los sectores de hidrocarburos y la minería, que entre otras cosas son los que soportan actualmente el efecto de la presión internacional, que es el resultado de las posiciones altamente competitivas de los países industrializados.
Las razones que marcan las dificultades en la región y particularizando el caso de nuestro país, se definen en la baja economía de los países productores y al mismo tiempo en la reducción financiera de los desarrollados, como la desaceleración de la economía china que de la manera más simple ha dejado de comprar cantidades significativas de materia prima, operación con la que controla los precios internacionales y regula sus propias operaciones, sin tomar en cuenta por supuesto el efecto depredador en la economía de países productores de materias primas y extremadamente dependientes de ese comercio.
Por supuesto que los expertos chinos saben de este problema, pero anteponen sus grandes intereses a los limitados movimientos defensivos de la economía nacional que debe enfrentar una peligrosa depresión, para conjurar la crisis que puede prolongarse hasta la próxima gestión.
Las cosas han cambiado de alguna manera en la presente gestión y el "colchón financiero" que tiene el país con sus reservas monetarias, le permite sortear la crisis y perfilar una situación de avanzada hacia el sostenimiento de todo su aparato productivo, pero particularmente el que tiene qué ver con el cambio que debería darse al uso de las materias primas, que con valor agregado de por medio permitirán mayores ingresos, minimizando el efecto que causan los precios bajos.
Sin tomar en cuenta los índices que maneja el gobierno y el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el crecimiento económico nacional que será mayor al 4,5% hacia fin de año y obligará al pago del doble aguinaldo en las empresas privadas y estatales, la economía real de muchas de esas empresas no está, justamente en ese nivel de alta rentabilidad, por lo que se hace necesário replantear la estrategia de sostenimiento de la productividad.
Hidrocarburos, minería y hasta el rubro de agricultura, sufren aún las contingencias negativas por la disminución de sus ingresos, pues han disminuido también los volúmenes de sus exportaciones y por lo mismo la recuperación de utilidades, una situación que debe ser compensada con planes financieros activos y tangibles, para reavivar su ritmo de producción y compensar las debilidades causadas por la presión externa.
Por esas consideraciones que están claramente establecidas, hay necesidad de exigir en los más altos niveles de la administración estatal, la pronta definición de una política de emergencia que establezca las mejores condiciones para abrir un amplio campo a las inversiones, punto clave para sostener y mejorar el sistema productivo nacional. Es cuestión de capacidad, decisiones y voluntad política.
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