Una alteración como la confronta actualmente la minería nacional, es realmente un conflicto, una situación complicada que obliga a tomar medidas de emergencia y bajando el tono, llamarlas de contingencia, que finalmente es lo mismo en función a su aplicación y la fuerza del respaldo que conlleve, especialmente financiero.
Los bolivianos hemos estado viviendo un tiempo de buenos ingresos, gracias a los buenos precios para nuestra materias primas, como sucede con la venta de nuestro gas a dos mercados vecinos, pero también a la exportación de nuestros minerales requeridos en el gran mercado de China, lo que nos permitió por buen tiempo gozar de ese negocio, aunque no lo aprovechamos convenientemente hasta que el sistema tuvo cambios en la cúpula asiática y vino la debacle de nuestras exportaciones, con una caída en el precio de nuestros commodities y de manera especial, el estaño, sin siquiera salvarse el metálico exportado en lingotes.
La China no necesita de nuestras materias primas, está con depósitos sobreestocados y su producción industrial igualmente está saturando los mercados externos, entonces la demanda china bajó considerablemente y el efecto más radical se siente en el vaivén de los precios, con tendencia declinante.
El registro en la pizarra internacional de precios anota una baja en la mayoría de los minerales que produce nuestro país, pero tiene fuerte incidencia en el caso del estaño, el "metal del diablo" que constituye el elemento principal para la supervivencia de de más de 4.000 trabajadores, tomando en cuenta un valor optimo en la libra fina de estaño que esté por encima de los 7,5 dólares. El precio declinó hasta poco más de 6 dólares y rompió el equilibrio entre costo productivo y perspectiva de recuperación, aunque solo sea en cuestión de sostenibilidad y sin utilidad…pero las condiciones salieron de ese límite.
Muchas alternativas se han planteado, algunas avanzan, otras demorarán buen tiempo y en ese periodo los perjuicios son notorios en materia financiera, en el caso Huanuni hay pérdidas sensibles, aunque de contraparte existe férrea voluntad para recuperar lo perdido, incluso llegando a la aplicación de medidas urgentes, como la disminución de personal.
Mientras tanto sigue la larga espera para concretar los macroproyectos como el litio de los salares, el hierro del Mutún, los lingotes de plata y plomo de Karachipampa, la producción sostenida con el Horno Ausmelt, las fundiciones de zinc en Oruro y Potosí, la re-prospección de Mallku Khota y el inicio de planes "agresivos" de exploración en pos de nuevos yacimientos, utilizando los recursos que anticipó el Ministerio de Minería.
El conflicto minero no es simple, merece solución estructural, como la que se espera en la anquilosada Corporación Minera de Bolivia.
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