Generaron expectativa los anuncios de Comibol a través de su principal ejecutivo (La Razón, 13.01.13), sobre la intención de recuperar en los complejos metalúrgicos controlados por la estatal minera y en refinerías que se pretende instalar, los elementos metálicos menores que acompañan a menas de estaño, plata, plomo y zinc que salen del país, sin recuperar el valor de aquellos (Germanio, indio, cadmio, oro, etc.) y también la intención de entrar a la minería de lo que llaman "tierras raras" (TR). Valoro que se intente llegar a ese nivel de metalurgia, que había sido una añeja meta del sector minero pero, no creo que el país esté en condiciones de entrar a la minería de TR ahora. El nivel de conocimiento de estos elementos en el país es todavía embrionario como para sustentar un proyecto inmediato.
Como señalé en esta columna (La Razón 01.07.11) una cosa son los "metales minoritarios" (MM) como: germanio, indio y cadmio que acompañan a las menas de zinc-plomo-plata; molibdeno, renio, teluro y selenio a las de cobre; oro a algunas menas de zinc y/o estaño, y otra diferente los metales de los grupos denominados "platinoides" (PGM) y "TR" cuyo ambiente geológico y de formación es completamente diferente. La recuperación de MM no es en sí un proceso que pueda dar lugar a una cadena de industrialización sino, como ocurre en los países que los producen, a un "by-product" -un producto adicional – de las fundiciones que aumenta su rentabilidad.
En cambio PGM y TR (más de 30 elementos), hacen parte de un selecto grupo que la industria llama "metales críticos" ó "metales tecnológicos" por su uso en tecnología actual. Allí entran también entre otros: columbita-tantalita (Coltán), grafito, wólfram, manganeso, magnesio, cobalto, teluro, también uranio y litio que por su aplicación en generación de energía limpia se suman al grupo de energéticos fósiles clásicos carbón, gas y petróleo. Ahora bien, hace casi medio siglo PGM y TR han sido identificados en el país: cerca de San Ignacio de Velasco (Santa Cruz) en el cerro Manomó se identificó el fosfato "monazita" que contiene las TR itrio, cerio, lantano y torio; al sudeste en Rincón del Tigre, se identificaron los PGM cromo y níquel; las rocas granitoides de esa parte del país tienen coltán y así podemos seguir (Ver: Los dilemas de la minería, D: Garzón et. al. 2012, Ed. Fundación Pazos Kanki).
Nunca pudimos pasar del sueño a la acción para aprovechar ese potencial por la inestabilidad política y jurídica tan tradicional de nuestro país, que no permitió una planificación sectorial a largo plazo necesaria para generar proyectos mineros de tal envergadura. Que ahora se intente es ya una buena noticia pero, hagámoslo como se debe, si la nueva ley minera no tiene apertura al flujo de capitales, al juego bursátil para financiar gastos de exploración y de ingeniería necesarios y previos al desarrollo de aquel potencial y si no se garantizan las inversiones de presiones sociales, políticas y de grupos ambientalistas radicales; seguiremos soñando por los siglos de los siglos.
Mientras tanto y en espera de la ley minera, en un país sin infraestructura industrial ni de investigación, ya debiéramos estar con gente aprendiendo y captando tecnología en el exterior y definiendo áreas y mercados apropiados al potencial que tenemos. Si ponemos un poco de empeño ahora, podremos transitar del sueño a la realidad.
(*) Ingeniero Geólogo, Exministro de Minería y Metalurgia
Bienvenida: Nos complace dar la bienvenida al distinguido profesional Ingeniero geólogo, Dionisio Garzón M. que vuelve a las páginas del suplemento Perspectiva Minera. Su columna de comentarios nutrirá con seguridad la avidez de nuestros apreciados lectores por saber más sobre la minería nacional. Bienvenido Ing. Garzón, que su colaboración sea de larga permanencia.
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