Con una referencia especial de la principal autoridad del país el caso de la nacionalización de la mina Colquiri abre una serie de cuestionantes en torno al beneficio o perjuicio que ocasiona la reversión de un centro minero a poder del Estado, partiendo de que en cuestión de un cortísimo periodo se comprueba que el volumen de la producción disminuye, pese al incremento en el número de trabajadores.
Para quienes siguieron el discurso informe del mandatario en ocasión de recordarse otro año de vigencia del Estado Plurinacional de Bolivia, el 22 del mes pasado, no pasó desapercibida esa frase de referencia directa a la nacionalización de las minas: "Sí la nacionalización es para producir menos, pues entonces no hay por qué nacionalizar", afirmó el Presidente, mostrando así su preocupación en torno al desempeño que se dio en el caso Colquiri, el último centro minero "recuperado" para el Estado.
El hecho está causando muchos dolores de cabeza, especialmente entre los altos ejecutivos de la minería estatal, a partir del Ministerio de Minería y Metalurgia y por supuesto la Comibol, las que reconocen la existencia de un problemón que muestra el descenso vertiginoso de utilidades de hasta un 43 por ciento en Colquiri, la mina ubicada en la provincia Inquisivi de La Paz que produce estaño y zinc y que confrontó una serie de enfrentamientos entre los mineros cooperativistas y asalariados por el control de la veta Rosario y que tras una primera evaluación de actividades se comprobó un sustancial bajón desde que retornó al poder estatal y ojo, con mayor cantidad de trabajadores.
El asunto es sumamente complicado pues necesita de una reformulación de la estrategia minera nacional, poniendo en el tapete esa realidad que salta a la vista con el ejemplo de Colquiri, mina nacionalizada que con más gente produjo mucho menos de lo programado, aunque según los técnicos el asunto tuvo una relación directa con los problemas entre mineros, que fue la causa de un menor rendimiento "colectivo".
Si bien puede haber justificativos en el hecho, lo cierto es que la minería y la metalurgia "estatal" atraviesan por condiciones muy delicadas, como la situación de Huanuni, que según el presidente de la Comibol con una explotación intensiva para alimentar un nuevo ingenio reducirá su vida útil a poco menos de 10 años más. Colquiri mucho menos que ese tiempo.
En cuanto a la Metalúrgica de Vinto tarda bastante la habilitación del costoso Horno Ausmelt, que una vez en funcionamiento también necesitará de una gran provisión de concentrados que deben ser provistos por Huanuni, Colquiri y por otros centros, algunos en manos de los cooperativistas mineros. El caso de Karachipampa, el elefante que comienza a dar sus primeros pasos si bien tiene asegurada la provisión de materia prima de la mina privada San Cristóbal, tendrá que asegurar ese suministro anualmente para que no convertirse en una mole gigante de fierros, de mínima producción de material con valor agregado.
Finalmente el gigante dormido de El Mutún ahora también en manos del Estado comienza otra fase especial de producción en 50 % de su área total y lo hace con un significativo aporte financiero estatal y algo de la maquinaria que dejó la Jindal, es otra de las esperanzas para el porvenir de la minería, como lo es la explotación e industrialización del litio. Son los grandes desafíos que están empero bajo la lupa de la nacionalización, para producir más y no menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario