Es increíble lo que sucede en nuestro querido solar patrio con inmensa riqueza en sus entrañas y con un peso de indefiniciones, dudas y arrastrando por años un proyecto de ley que todavía sigue en "tratamiento", impidiendo el arranque de un gran proyecto minero que cambie de veras la estructura económica del país.
No se trata de justificar lo injustificable, en materia de minería no son sólo los megaproyectos del último decenio los que valen, el caso del hierro del Mutún, para convertirse en fierro y pasar luego al acero, o la intención de explotar los salares de Uyuni y Coipasa, para aprovechar por etapas la riqueza del litio y apuntar a cumplir el sueño de fabricar automóviles para que usen las baterías de litio que también saldrán con sello "Made in Bolivia".
Según las estimaciones de los expertos y en función a una serie de reveladores datos, nuestro territorio es riquísimo en minerales, ya no sólo en la zona occidental, también la parte oriental tiene mucho que ofrecer y sólo falta dinamizar un instrumento de normas legales que abra las posibilidades de aprovechar nuestros recursos naturales, entre estos los no renovables y que se constituyen en un rico reservorio no sólo de energéticos, petróleo y gas sino también y con grandes perspectivas los minerales yacientes en la actualidad en el subsuelo de nuestra tierra.
Hay una serie de incoherencias en el manejo técnico de lo que constituye el potencial minero del país, la falta de elemento profesional y técnico de la materia permite especulaciones que distorsionan las verdaderas posibilidades de aprovechamiento de nuestra riqueza minera, lo que pone en duda el trabajo de algunas autoridades que han pasado por el Ministerio de Minería y otras por la empresa estatal minera, la Comibol, y que aventuran criterios que luego de ser analizados, bajo el lente de la realidad, quedan como prospecciones de puro ensueño y poco realismo y sin fundamentación práctica.
Lo que sucede, de acuerdo a la observación de geólogos e ingenieros de minas que entre otras cosas son muy pocos en el país, es que algunos "profanos" hablan de las riquezas en términos exageradamente cuantitativos, mientras la realidad objetiva y técnica que no habla mucho de reservas, sino más bien del potencial minero, difiere bastante de los entusiasmados criterios de aquellos observadores superficiales. Riqueza minera existe potencialmente, valga la redundancia, pero lo que hace falta es un trabajo profesional de exploración, prospección de los nuevos yacimientos y verificación de las posibilidades que aseguren la explotación minera por determinados periodos, sabiendo que entre el comienzo de un prospecto hasta la fase de su concreción, pueden pasar no sólo meses, quizás años, por tanto es necesario tener esa proyección para hablar de inversiones y futuras utilidades. La minería necesariamente es inversión a largo plazo y es efectiva si está acompañada de un buen estudio de prefactibilidad, adecuada tecnología, garantías y seguridades para su desarrollo.
En la actualidad, como se observa la situación, la minería parecería una pesada carga para el Estado y claro que pesada es, pero por su potencial y su valor que obliga a definir una política minera competitiva, de incentivos y con las seguridades necesarias para diversificarse con buenas inversiones.
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