En “Perspectiva Minera”, suplemento especializado del periódico “La Patria” Nº 571 del 21 de agosto de 2009, se publicó un artículo no firmado, titulado “Presiones regionales”. En este texto -una vez más- se repiten diversas acusaciones en contra de los “ambientalistas”, acusaciones que reafirman una serie de prejuicios sin fundamento ni razón.
Las acusaciones contra los “ambientalistas” son cuatro:
1. No ofrecen soluciones que de manera alternativa reemplacen a las operaciones mineras.
2. Justifican los recursos internacionales que reciben con el pretexto de defender el medio ambiente.
3. No toman en cuenta todas las formas de contaminación.
4. La minería estatal queda fuera del alcance de los “ambientalistas”.
Con el afán de promover el diálogo, en vez de fomentar la confrontación, explicaremos –una vez más- la debilidad y pobreza de estas afirmaciones.
1. Alternativas
Se dice que los “ambientalistas” no ofrecen alternativas para las operaciones mineras.
De hecho, nunca hemos exigido que las operaciones mineras sean reemplazadas por otras. Más bien pedimos que el cuidado del medio ambiente sea integrado en las actividades mineras, lo que implica más inversiones y más fuentes de trabajo ambientales en la misma minería. Pedimos que se protejan y fomenten las otras fuentes de trabajo en la ganadería (como los camélidos) y en la agricultura (como la quinua). Pedimos que se cumpla las leyes que defienden la calidad de vida de todos, tanto de la población civil como de los trabajadores mineros y sus familias.
Defender el medio ambiente se puede comparar con pedir que existan normas y que se cumplan los reglamentos en el tráfico vehicular, donde se acepta que haya reglas, limitaciones y prohibiciones por el bien de todos y para facilitar y garantizar el transporte, protegiendo a los más débiles. ¡No significa prohibir el tráfico!
De la misma manera, desde una visión socio ambiental, exigimos el cumplimiento y la actualización de la legislación ambiental, lo que no quiere decir liquidar la industria minera.
2. Motivaciones
Se dice que los “ambientalistas” buscan justificar recursos internacionales con el pretexto de defender el medio ambiente.
Algunas instituciones y grupos en Oruro dedicados a la defensa de la naturaleza y el derecho fundamental a un ambiente sano, recibimos aportes de organizaciones nacionales y apoyo solidario de Iglesias. Vemos nuestro compromiso como un servicio a la sociedad, desde una opción humana y/o cristiana en defensa de la calidad de vida de la población y en defensa de las futuras generaciones y la misma Madre Tierra.
No nos mueven pretextos, sino un contexto alarmante. Nuestro actuar está fundamentado en una inspiración y motivación ética, desde la fe, desde cosmovisiones originarias y/o desde visiones humanitarias de justicia y solidaridad.
Es sumamente preocupante cuando se supone que el actuar humano (que incluye la opción anti-ambientalista) tiene necesariamente como única motivación intereses personales o institucionales. Creemos en la voluntad y la capacidad humana de actuar responsablemente frente a Dios, la sociedad y la naturaleza.
3. Contaminaciones
Decir que los “ambientalistas” en Oruro solamente denuncian la contaminación minera sin tomar en cuenta otras formas de contaminación es faltar a la verdad.
Quien tiene contacto vivencial con la realidad orureña o lea y escucha las noticias en los medios de comunicación, también en el periódico “La Patria”, sabe de los cursos, seminarios, programas radiales, concursos, exposiciones, publicaciones, ferias, campañas, debates, investigaciones, actividades educativas, etc. dedicados a los diferentes aspectos de la defensa del medio ambiente y de los recursos naturales. No es necesario presentar un listado de todas las organizaciones y grupos y sus actividades, para constatar que en Oruro está creciendo un movimiento ambiental a todo nivel, comprometido en las luchas contra todas las amenazas a la vida.
Queda todavía mucho que hacer para reducir al mínimo tanto la contaminación minera como las otras formas de contaminación.
4. Tarea de todos
Tampoco es correcto afirmar que las operaciones de las empresas mineras estatales están fuera del alcance de los “ambientalistas”.
Podemos dar testimonio de que actualmente de parte de las empresas estatales existe mucho más apertura para informar y dialogar que en las empresas privadas, sobre todo las multinacionales. Existe un avance remarcable en la predisponibilidad de entrar en diálogo entre comunidades y barrios, autoridades y empresas. Son las empresas estatales y las autoridades competentes que han roto el hielo frente al movimiento ambiental y a las comunidades y barrios afectados y alientan la búsqueda de soluciones orientadas a un desarrollo regional sostenible.
Conclusiones
Ya es tiempo de enterrar definitivamente viejos prejuicios y de abrir caminos hacia nuevas visiones y prácticas.
Minería y ecología no son enemigos, tienen que andar juntos como una yunta. Mientras que Oruro es minero (no debemos olvidar que se trata de recursos no renovables), debe ser también ecológico, más que otras regiones por ser más vulnerable.
Cuidar el medio ambiente es un mandato ético, una obligación moral de todos, que no debe ser desprestigiada, sino promovida y sostenida. La tierra, el agua, el aire y el silencio son derechos humanos fundamentales. Su defensa no puede ser víctima de negociaciones económicas o comerciales.
La contaminación del medio ambiente es hasta cierto grado inevitable, es acumulativa y múltiple. Se debe tener particular cuidado con las actividades más dañinas y menos vitales, sin descuidar los otros riesgos y fuentes de contaminación.
El control socio ambiental de la sociedad civil sobre los impactos de todas las actividades productivas y de servicio en la región, es de vital importancia para preservar y aumentar la calidad de vida de toda la población.
Gilberto Pauwels y el
Comité Directivo del CEPA
Las acusaciones contra los “ambientalistas” son cuatro:
1. No ofrecen soluciones que de manera alternativa reemplacen a las operaciones mineras.
2. Justifican los recursos internacionales que reciben con el pretexto de defender el medio ambiente.
3. No toman en cuenta todas las formas de contaminación.
4. La minería estatal queda fuera del alcance de los “ambientalistas”.
Con el afán de promover el diálogo, en vez de fomentar la confrontación, explicaremos –una vez más- la debilidad y pobreza de estas afirmaciones.
1. Alternativas
Se dice que los “ambientalistas” no ofrecen alternativas para las operaciones mineras.
De hecho, nunca hemos exigido que las operaciones mineras sean reemplazadas por otras. Más bien pedimos que el cuidado del medio ambiente sea integrado en las actividades mineras, lo que implica más inversiones y más fuentes de trabajo ambientales en la misma minería. Pedimos que se protejan y fomenten las otras fuentes de trabajo en la ganadería (como los camélidos) y en la agricultura (como la quinua). Pedimos que se cumpla las leyes que defienden la calidad de vida de todos, tanto de la población civil como de los trabajadores mineros y sus familias.
Defender el medio ambiente se puede comparar con pedir que existan normas y que se cumplan los reglamentos en el tráfico vehicular, donde se acepta que haya reglas, limitaciones y prohibiciones por el bien de todos y para facilitar y garantizar el transporte, protegiendo a los más débiles. ¡No significa prohibir el tráfico!
De la misma manera, desde una visión socio ambiental, exigimos el cumplimiento y la actualización de la legislación ambiental, lo que no quiere decir liquidar la industria minera.
2. Motivaciones
Se dice que los “ambientalistas” buscan justificar recursos internacionales con el pretexto de defender el medio ambiente.
Algunas instituciones y grupos en Oruro dedicados a la defensa de la naturaleza y el derecho fundamental a un ambiente sano, recibimos aportes de organizaciones nacionales y apoyo solidario de Iglesias. Vemos nuestro compromiso como un servicio a la sociedad, desde una opción humana y/o cristiana en defensa de la calidad de vida de la población y en defensa de las futuras generaciones y la misma Madre Tierra.
No nos mueven pretextos, sino un contexto alarmante. Nuestro actuar está fundamentado en una inspiración y motivación ética, desde la fe, desde cosmovisiones originarias y/o desde visiones humanitarias de justicia y solidaridad.
Es sumamente preocupante cuando se supone que el actuar humano (que incluye la opción anti-ambientalista) tiene necesariamente como única motivación intereses personales o institucionales. Creemos en la voluntad y la capacidad humana de actuar responsablemente frente a Dios, la sociedad y la naturaleza.
3. Contaminaciones
Decir que los “ambientalistas” en Oruro solamente denuncian la contaminación minera sin tomar en cuenta otras formas de contaminación es faltar a la verdad.
Quien tiene contacto vivencial con la realidad orureña o lea y escucha las noticias en los medios de comunicación, también en el periódico “La Patria”, sabe de los cursos, seminarios, programas radiales, concursos, exposiciones, publicaciones, ferias, campañas, debates, investigaciones, actividades educativas, etc. dedicados a los diferentes aspectos de la defensa del medio ambiente y de los recursos naturales. No es necesario presentar un listado de todas las organizaciones y grupos y sus actividades, para constatar que en Oruro está creciendo un movimiento ambiental a todo nivel, comprometido en las luchas contra todas las amenazas a la vida.
Queda todavía mucho que hacer para reducir al mínimo tanto la contaminación minera como las otras formas de contaminación.
4. Tarea de todos
Tampoco es correcto afirmar que las operaciones de las empresas mineras estatales están fuera del alcance de los “ambientalistas”.
Podemos dar testimonio de que actualmente de parte de las empresas estatales existe mucho más apertura para informar y dialogar que en las empresas privadas, sobre todo las multinacionales. Existe un avance remarcable en la predisponibilidad de entrar en diálogo entre comunidades y barrios, autoridades y empresas. Son las empresas estatales y las autoridades competentes que han roto el hielo frente al movimiento ambiental y a las comunidades y barrios afectados y alientan la búsqueda de soluciones orientadas a un desarrollo regional sostenible.
Conclusiones
Ya es tiempo de enterrar definitivamente viejos prejuicios y de abrir caminos hacia nuevas visiones y prácticas.
Minería y ecología no son enemigos, tienen que andar juntos como una yunta. Mientras que Oruro es minero (no debemos olvidar que se trata de recursos no renovables), debe ser también ecológico, más que otras regiones por ser más vulnerable.
Cuidar el medio ambiente es un mandato ético, una obligación moral de todos, que no debe ser desprestigiada, sino promovida y sostenida. La tierra, el agua, el aire y el silencio son derechos humanos fundamentales. Su defensa no puede ser víctima de negociaciones económicas o comerciales.
La contaminación del medio ambiente es hasta cierto grado inevitable, es acumulativa y múltiple. Se debe tener particular cuidado con las actividades más dañinas y menos vitales, sin descuidar los otros riesgos y fuentes de contaminación.
El control socio ambiental de la sociedad civil sobre los impactos de todas las actividades productivas y de servicio en la región, es de vital importancia para preservar y aumentar la calidad de vida de toda la población.
Gilberto Pauwels y el
Comité Directivo del CEPA
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