Cuando las restricciones se hacen patentes y las limitaciones se sienten con mucha fuerza es el momento de tomar decisiones particulares para responder a situaciones extremas que ponen en riesgo inversiones o postergan planes de acometida en tareas de exploración y explotación minera.
Rescatando la valiosa opinión del destacado ejecutivo del Colegio de Geólogos de Bolivia, “la crisis minera comenzó el 1 de mayo del 2007 cuando se declara a todo el país reserva fiscal”, desde ese día prácticamente no se pueden realizar peticiones mineras, lo que significa paralizar todos los programas de exploración que se estaban realizando, dejando en desamparo a la minería, situación que se agrava con el éxodo de profesionales a países vecinos donde reconocen el valor y la capacidad de muchos bolivianos expertos en determinar la potencialidad de yacimientos mineros.
Otros expertos, como algunos ex ministros de minería, señalan que hacen muchos años que el Estado y hay que ligar a esa apreciación a la Comibol, han dejado de hacer exploración minera, por tanto las actividades que aún se producen en ciertos distritos corresponden a las “viejas” minas, propiamente agotadas y costosas en su operabilidad, excepto el caso de Huanuni cuyas potenciales reservas entrarán en fase declinable por la masiva explotación a la que es sometida con casi cinco mil trabajadores.
La crisis de la minería puede tener prolongada duración en tanto las potencias, como Asia y EE.UU. mantengan el control productivo y uso de materias primas con especiales restricciones, situación que afecta a los productores que sienten el vaivén de los precios y limitan –obligadamente– sus operaciones.
Según los geólogos esa es una posición equivocada por cuanto justamente en tiempos de restricciones es cuando se requiere descubrir los nuevos yacimientos de alta ley y mejores volúmenes de producción para equilibrar los efectos de la crisis y competir con los precios de mercado.
La crisis minera ha obligado al gobierno a disponer de algunos recursos como los que se constituyen en fondo de apoyo para cooperativistas y mineros chicos que explotaban zinc, mineral que bajó considerablemente su cotización lo que además puede pasar con el estaño, que obligaría a otro fondo y una sucesión de hechos que complicarían la difícil situación minera.
Frente a ese panorama las sugerencias paralelas de industriales mineros, geólogos y otros empresarios es la de plantear al Gobierno el restablecimiento de un Banco Minero que financie las urgentes operaciones de exploración minera para tener yacimientos operables permanentemente aún en tiempos de crisis, pero además disponer de medidas atractivas para las inversiones, pero cambiando la figura negativa de la “reserva fiscal” y modificando el sistema tributario de forma tal que los proyectos en exploración y prospección no sean gravados antes de comenzar a rendir utilidades. Esta sería una forma de enfrentar la crisis sin traumas y sin el peligro de liquidar la “gallina de los huevos de oro”, la minería activa.
Rescatando la valiosa opinión del destacado ejecutivo del Colegio de Geólogos de Bolivia, “la crisis minera comenzó el 1 de mayo del 2007 cuando se declara a todo el país reserva fiscal”, desde ese día prácticamente no se pueden realizar peticiones mineras, lo que significa paralizar todos los programas de exploración que se estaban realizando, dejando en desamparo a la minería, situación que se agrava con el éxodo de profesionales a países vecinos donde reconocen el valor y la capacidad de muchos bolivianos expertos en determinar la potencialidad de yacimientos mineros.
Otros expertos, como algunos ex ministros de minería, señalan que hacen muchos años que el Estado y hay que ligar a esa apreciación a la Comibol, han dejado de hacer exploración minera, por tanto las actividades que aún se producen en ciertos distritos corresponden a las “viejas” minas, propiamente agotadas y costosas en su operabilidad, excepto el caso de Huanuni cuyas potenciales reservas entrarán en fase declinable por la masiva explotación a la que es sometida con casi cinco mil trabajadores.
La crisis de la minería puede tener prolongada duración en tanto las potencias, como Asia y EE.UU. mantengan el control productivo y uso de materias primas con especiales restricciones, situación que afecta a los productores que sienten el vaivén de los precios y limitan –obligadamente– sus operaciones.
Según los geólogos esa es una posición equivocada por cuanto justamente en tiempos de restricciones es cuando se requiere descubrir los nuevos yacimientos de alta ley y mejores volúmenes de producción para equilibrar los efectos de la crisis y competir con los precios de mercado.
La crisis minera ha obligado al gobierno a disponer de algunos recursos como los que se constituyen en fondo de apoyo para cooperativistas y mineros chicos que explotaban zinc, mineral que bajó considerablemente su cotización lo que además puede pasar con el estaño, que obligaría a otro fondo y una sucesión de hechos que complicarían la difícil situación minera.
Frente a ese panorama las sugerencias paralelas de industriales mineros, geólogos y otros empresarios es la de plantear al Gobierno el restablecimiento de un Banco Minero que financie las urgentes operaciones de exploración minera para tener yacimientos operables permanentemente aún en tiempos de crisis, pero además disponer de medidas atractivas para las inversiones, pero cambiando la figura negativa de la “reserva fiscal” y modificando el sistema tributario de forma tal que los proyectos en exploración y prospección no sean gravados antes de comenzar a rendir utilidades. Esta sería una forma de enfrentar la crisis sin traumas y sin el peligro de liquidar la “gallina de los huevos de oro”, la minería activa.
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