El importante emprendimiento minero – siderúrgico del Mutún alentado por nuestro gobierno y asimilado por la empresa privada hindú la Jindal Steel & Powers está demorando más del tiempo previsto para la plena ejecución en su fase inicial.
Puede desmentirse una serie de rumores sobre interferencias en el proyecto, pero las evidencias son muy explícitas y se entiende que aún persiste alguna irregularidad en la comprometida entrega de tierras. La denuncia de una transacción de compra y venta con sobreprecio alteró el curso del proyecto.
Lo que se menciona sobre el caso del Mutún es que significa para nuestro país ingresar a la ansiada industrialización de uno de nuestros importantes recursos naturales, como el hierro y convertirlo en acero lo que constituiría el paso más importante en materia de minería tradicional y el salto hacia la modernidad, llegando al tratamiento siderúrgico del hierro y alcanzando los grandes comercios del acero.
Pero…algo pasa, y parecería no ser sólo el problema de las tierras no saneadas, tanto así que pueden hacerse evidentes algunos errores cometidos en la dotación de áreas de explotación, aspecto que motivaría a su vez una acción “defensiva” de la Jindal lanzando un “globito de ensayo” con un mensaje que se refiere al proceso de su inversión y desembolsos consiguientes
Toda demora implica un riesgo para los inversionistas o para los dueños de las áreas mineralizadas, en ambos casos la prolongada espera para alcanzar el ritmo adecuado de producción significa nada más que postergar la venta de concentrados inicialmente y por tiempo indefinido la producción de acero.
Especialistas en este negocio del hierro y el acero estiman que en más de dos años de movimiento de la Jindal, con parte de inversión y sin que se hubiesen producido alteraciones de orden legal, ya deberíamos haber incursionado en el mercado internacional del acero. Pero todavía no se dio ese paso importante.
En el caso de las inversiones por parte de la Jindal hay algún cuestionamiento especialmente con los montos definidos en convenio y que podrían ser alterados con cierta “justificación legal”. El Director de la Jindal Steel afirmó en noviembre pasado que hasta el presente su empresa invirtió en minería e hidrocarburos un monto aproximado a los 80 millones de dólares, esperando llegar a 800 millones de dólares en la gestión del 2012. En éste último monto surge el problema que menos mal fue aclarado.
El convenio vigente y aprobado en el Congreso nacional establece un cronograma de desembolsos que deben cumplirse sí o si, de acuerdo al criterio de autoridades bolivianas. En ese sentido la Jindal confirmó que en el periodo de los primeros cinco años, vale decir hasta el 2012 debe invertir hasta 1.500 millones de dólares y los restantes 600 millones hasta el 2015, completando de ese modo lo establecido en el contrato suscrito el 2007 que señala una inversión de 2.100 millones de dólares en los primeros ocho años de actividad.
El gobierno nacional a través de sus portavoces oficiales rechazó la posibilidad de admitir a la Jindal una rebaja del monto de los desembolsos comprometidos lo que obliga a indagar sobre las causas reales de la demora en la ejecución de la parte operativa del proyecto, que en su desarrollo global deberá golpear las puertas de los grandes mercados mundiales del acero objetivo que no puede distorsionarse por errores, problemas legales o inexperiencia técnica y administrativa del personal de la denominada Jindal Steel Bolivia o la Empresa Siderúrgica del Mutún.
(Agencia Uru).
Puede desmentirse una serie de rumores sobre interferencias en el proyecto, pero las evidencias son muy explícitas y se entiende que aún persiste alguna irregularidad en la comprometida entrega de tierras. La denuncia de una transacción de compra y venta con sobreprecio alteró el curso del proyecto.
Lo que se menciona sobre el caso del Mutún es que significa para nuestro país ingresar a la ansiada industrialización de uno de nuestros importantes recursos naturales, como el hierro y convertirlo en acero lo que constituiría el paso más importante en materia de minería tradicional y el salto hacia la modernidad, llegando al tratamiento siderúrgico del hierro y alcanzando los grandes comercios del acero.
Pero…algo pasa, y parecería no ser sólo el problema de las tierras no saneadas, tanto así que pueden hacerse evidentes algunos errores cometidos en la dotación de áreas de explotación, aspecto que motivaría a su vez una acción “defensiva” de la Jindal lanzando un “globito de ensayo” con un mensaje que se refiere al proceso de su inversión y desembolsos consiguientes
Toda demora implica un riesgo para los inversionistas o para los dueños de las áreas mineralizadas, en ambos casos la prolongada espera para alcanzar el ritmo adecuado de producción significa nada más que postergar la venta de concentrados inicialmente y por tiempo indefinido la producción de acero.
Especialistas en este negocio del hierro y el acero estiman que en más de dos años de movimiento de la Jindal, con parte de inversión y sin que se hubiesen producido alteraciones de orden legal, ya deberíamos haber incursionado en el mercado internacional del acero. Pero todavía no se dio ese paso importante.
En el caso de las inversiones por parte de la Jindal hay algún cuestionamiento especialmente con los montos definidos en convenio y que podrían ser alterados con cierta “justificación legal”. El Director de la Jindal Steel afirmó en noviembre pasado que hasta el presente su empresa invirtió en minería e hidrocarburos un monto aproximado a los 80 millones de dólares, esperando llegar a 800 millones de dólares en la gestión del 2012. En éste último monto surge el problema que menos mal fue aclarado.
El convenio vigente y aprobado en el Congreso nacional establece un cronograma de desembolsos que deben cumplirse sí o si, de acuerdo al criterio de autoridades bolivianas. En ese sentido la Jindal confirmó que en el periodo de los primeros cinco años, vale decir hasta el 2012 debe invertir hasta 1.500 millones de dólares y los restantes 600 millones hasta el 2015, completando de ese modo lo establecido en el contrato suscrito el 2007 que señala una inversión de 2.100 millones de dólares en los primeros ocho años de actividad.
El gobierno nacional a través de sus portavoces oficiales rechazó la posibilidad de admitir a la Jindal una rebaja del monto de los desembolsos comprometidos lo que obliga a indagar sobre las causas reales de la demora en la ejecución de la parte operativa del proyecto, que en su desarrollo global deberá golpear las puertas de los grandes mercados mundiales del acero objetivo que no puede distorsionarse por errores, problemas legales o inexperiencia técnica y administrativa del personal de la denominada Jindal Steel Bolivia o la Empresa Siderúrgica del Mutún.
(Agencia Uru).
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