El periodismo especializado comenta este extremo
• La revista Minería & Energía ha señalado en un reciente comentario que “la conducta de los responsables de conducir los destinos económicos del país, están llevando a la minería hacia una muerte lenta y agonizante”
EL COMENTARIO EN CUESTION
“No puede interpretarse de otro modo, el presente estado de nuestra actividad minera. La conducta de los que tiene en sus manos la responsabilidad de conducir los destinos económicos del país, están llevando a la minería hacia la muerte lenta y agonizante, y la ironía de todo es que lo están haciendo con la premisa de que “debemos recuperar el control sobre nuestros recursos”. La nueva intentona de que el Estado, a través del control hegemónico de la nueva “Comibol” (Proyecto de Ley 698), prácticamente, monopolice la actividad minera en el país, es a todas luces una propuesta totalmente equivocada.
Ya son variadas las voces de alerta que se lanzaron en este sentido, ojalá que el gobierno se tome la molestia de escucharlas y analizarlas, para que, por lo menos, recapacite y piense que “cuando el río suena es porque piedras trae”. No vaya a ser una mera consigna de efectuar un cambio, este sea para empeorar y no para mejorar la situación de la actividad minera en el país.
La consigna de que las organizaciones sociales demandan una mayor participación en los beneficios que genera la minería es entendible y justificable desde un punto de vista social, pero a la larga los efectos de las medidas adoptadas serán contraproducentes que benefactoras.
Es muy probable que estemos “matando la gallina de los huevos de oro”, y si ese es el caso, entonces cabe preguntarse: ¿con qué beneficios, en los cuales queremos mayor participación, podremos contar en el futuro? Si la actividad de exploración está camino hacia una paralización casi total, no habrá ningún beneficio que repartir.
Los que conocen el mundo minero saben muy bien que un proyecto minero requiere de 12 a 20 años de maduración, saben que si bien se asevera que solo un porcentaje menor del territorio boliviano ha sido explorado, no es menos cierto el hecho de que la mayor parte de yacimientos de mi reales con expresión superficial ya han sido descubiertos a través de los largos años de exploración y explotación minera desde los tiempos del Incario. De ahora en adelante se necesita de mayor sofisticación y métodos mas onerosos de exploración para descubrir yacimientos que, posiblemente, aún permanecen en el subsuelo; pero a mayores profundidades y sin expresión obvia en superficie. Ello significa no sólo aplicación de tecnologías de punta, pero se traduce en mayor inversión con capitales de riesgo. Es por todos conocidos, el hecho de que el Estado no cuenta con ninguno de esos elementos y le será muy difícil atraer los capitales imprescindibles parta una actividad de alto riesgo.
Los cuestionamientos que nos hacemos los que estamos preocupados con la situación del sector minero en nuestro país -enfatiza el comentario- se pueden resumir en:
- ¿Cómo se puede explorar por nuevos yacimientos mineros, en un ambiente donde no se puede transitar por los cerros ni montañas, porque los habitantes “originarios” no lo permiten?
- ¿Cómo se pueden arriesgar grandes capitales en explorar por nuevos yacimientos, si se tiene la incertidumbre de que lo que uno pueda encontrar no tendría derecho a explotar, ni a recuperara su inversión? Sabemos que una asociación con instituciones estatales, donde se requiera que el Estado sea mayoritario, sin haber contribuido con capital de riesgo, es muy poco convincente, ni atractiva.
- ¿Cómo se van a remplazar las reservas de minerales en los yacimientos que están llegando a su punto de agotamiento, si no hay actividad para explorar por nuevas reservas?
- ¿Con que presupuestos cuenta el Sergeotecmin para poder encarar la tarea de explorar el país, siendo que una de sus principales fuentes de ingreso eran los pagos por patentes mineras?
Pese a declaraciones oficiales en sentido contrario, parecería evidente que la presente administración esta haciendo todo lo posible para ahuyentar las inversiones y ya sean nacionales o internacionales en minería y ello nos llevara aun colapso de la actividad minera del país, en un futuro no muy lejano, cuando la curva de los precios comience su ciclo inevitable de descenso.
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