extraido de Perspectiva Minera de La Patria
A modo de colofón, después de una interesante serie de artículos periodísticos, el ex Ministro de Minería Ing. Dionisio Garzón M. resume en este comentario la problemática minera nacional.
El propósito de este importante diagnóstico es actualizar el debate sobre la realidad minera del país, y “salir del diálogo de sordos” al que nos tienen acostumbrados todos los ejercicios (léase seminarios, talleres, cursos, simposios etc.) que buscaron infructuosamente, hasta ahora, definir el rumbo del sector productivo minero. Interpretando la naturaleza del análisis de Dionisio Garzón se trataría, en definitiva, de no continuar divagando en “ejercicios” improductivos desde el punto de vista conceptual y económico, y de una vez por todas, diseñar políticas públicas que despejen la situación de incertidumbre en la que se debate la industria minera nacional, calificada por el analista Dionisio Garzón como la “industria madre” por lo menos del Occidente boliviano, entendemos.
Después de varias notas de prensa sobre la situación actual y perspectivas de la minería nacional, publicadas en este medio de prensa (Perspectiva Minera de LA PATRIA), cabe ahora puntualizar a manera de corolario los aspectos más importantes de este análisis con la finalidad de actualizar el debate sobre el tema, que mas que debate parece un diálogo de sordos por la poca importancia que se da al tema en el momento político actual, dominado por presiones sectoriales, regionales y corporativas que han postergado indefinidamente la legislación y emisión de las nuevas reglas de juego, que regirán el accionar de los operadores del sector y de algunos audaces empresarios de ultramar que todavía apuestan a desarrollar nuevos proyectos mineros en el país. La finalidad es, resumir un punto de vista sobre el futuro de la “industria madre” que pueda ayudar a definir un adecuado golpe de timón que mejore la perspectiva ahora incierta de la minería del país.
RENTISMO
“Históricamente la minería ha representado por más de dos siglos, el sueldo del país y talvez esa característica de rentismo puro y simple haya evitado su crecimiento a los niveles que otros países de la región muestran en la actualidad”…. Citaba en uno de mis análisis, que mostraba cómo se había encarado el tema minero a través de la historia. La minería que debiera tratarse siempre como “negocio”, que es su esencia, lo maneje el Estado o los empresarios privados fue históricamente considerada como una fuente de transferencia de excedentes económicos desde un enclave de producción de materia prima hacia los centros industriales, donde esta materia prima se industrializaba y generaba un valor agregado que no volvía de manera alguna al enclave. En el camino, un selecto grupo de empresarios que manejaba el enclave, obtenía buenas ganancias a costa de la explotación de recursos que no se renuevan y el Estado, propietario de estos, obtenía las migajas impositivas de las que dependía en gran parte su subsistencia. Esta fue y todavía es la tragedia en la que la minería se encuentra. Un empresariado que defiende su posición de privilegio y rechaza cualquier nuevo gravamen impositivo y un gobierno empeñado en obtener una porción mayor de la “torta”. Mientras no seamos capaces de resolver este juego de intereses “rentistas”, el futuro de nuestra minería es incierto.
“La minería en el mundo global en que vivimos depende de su inserción adecuada al circuito de capitales que mueve esta actividad y de su sostenibilidad en el tiempo, parámetros que le dan cualidad de rentabilidad que todo inversionista u operador busca”…anotaba en otro análisis. ¿Cómo vamos ha tener sostenibilidad en una actividad que hasta ahora mantiene parámetros coloniales en más de dos tercios de sus operadores, con una renta minera exigua pero importante, que se diluye en gasto corriente? Nuestra minería no está inserta en el circuito mundial de capitales, los “barones del estaño” que llegaron a acumular importantes capitales, se insertaron en el circuito como empresas mineras transnacionales cuyo capital si volvía al país lo hacia en calidad de capital extranjero, pero el país seguía (y sigue) siendo un enclave que generaba la base de esos capitales. Es curioso que la “Patiño Mines and Enterprises Consolidated” creada el 5 de julio de 1924 con domicilio principal en Willmington, Delaware y oficinas en Nueva York y Oruro (1), cuya base financiera llegó a dominar el mundo minero de la primera mitad del Siglo XX, no haya podido generar una burguesía nacional fuerte que debería haber sido el motor del desarrollo industrial en base a la minería. La característica de enclave económico productor y exportador de materias primas que genera capitales e industrialización fuera y deja al país la tarea de repartir el magro excedente impositivo de la minería, no ha sido superado a través del tiempo. Con todo y más de cien años de lucha para tener fundiciones de minerales, hoy tenemos algunas y exportamos metales (estaño, bismuto, antimonio, oro y plata) que siguen siendo “materias primas” de industrialización que se hace allende nuestras fronteras. Nuestros empresarios mineros y todos nosotros que estamos peleando la renta minera, no hemos tenido la capacidad de dar el salto hacia la industrialización, reinvirtiendo parte del excedente en emprendimientos de ese perfil en el país, por el riesgo que ello implicaba y por nuestro innato deseo de asegurar “nuestra” renta.
REINVERSION
“Para desarrollar una actividad económica como la minería y tener sostenibilidad en el tiempo más allá del corto plazo, se necesita la inyección sostenida de capitales por parte de los operadores mineros en tareas de reposición de reservas y generación de nuevos proyectos”; era otra afirmación mía; esto no se da en el país y no se dará si no hay un cambio en la concepción de lo que es un negocio minero y como se debe disponer la renta minera que este genera. La situación actual de drástica reducción de las reservas minerales en todos los niveles y para todos los metales, de una reducida carpeta de nuevos proyectos mineros y la incertidumbre sobre las nuevas reglas de juego, al parecer de tinte “rentista”, conforman un delicado cuadro de situación. “Nadie va ha disponer parte de sus utilidades para estos trabajos en un clima tan adverso como el actual y sabiendo que la renta minera que recibe el Estado se dispone en todo menos en promover el desarrollo del sector minero, mas aún si la reinversión no es ni obligatoria ni está normada”…Continuaba mi comentario al respecto. Creo firmemente que debemos cambiar en el sentido de promover y normar la reinversión, todos los países lo hacen; la famosa regla de “dos toneladas de reposición de reservas por una tonelada explotada” no se cumple, peor aún estamos fomentando nuevas inversiones en exploración de nuevos proyectos mineros. A nivel global para la presente gestión los gastos en exploración estarán por los 10 billones de dólares, de los cuales el primer receptor sigue siendo América Latina seguida por Canadá (2); de ese flujo el país recibe muy poco o no recibe nada.
Si queremos cambiar este panorama, deberíamos decidir primero si queremos hacer una minería de clase mundial, que sí necesita de inversiones de gran escala para desarrollar proyectos, o si estamos resignados a mantener el esquema actual donde cada vez mas la producción de minerales depende de pequeñas unidades de producción, la mayor parte de las cuales son informales. En orden a regular la reinversión en el sector, había propuesto un mínimo de 10% sobre utilidades para los operadores privados y para reposición de reservas en las operaciones actuales, un tercio del “government take” como reinversión estatal en generación de nuevos proyectos mineros y un tercio para generación de proyectos de desarrollo regional alternativo.
Por otra parte, el fomentar inversiones en exploración de nuevas áreas debería ser prioridad, el Estado no tiene la capacidad económica para financiar estas aventuras, pero si puede promover el desarrollo del gran potencial minero que a lo largo de más de 4 siglos ha sido nuestro orgullo, pero sigue ahí soterrado y en espera de que alguien lo descubra y desarrolle. Reglas claras, seguridad en el tiempo y respeto a la inversión, son más que normas, principios universales que permiten que países pobres como el nuestro puedan alcanzar desarrollo minero e industrial.
REGIONALIZACION
Estimo que debemos cambiar a una administración regional de los emprendimientos mineros si queremos lograr un efectivo desarrollo e industrialización de nuestros recursos minerales; si se van ha administrar 2/3 del “government take” para este fin, nada mejor que la región para decidir el camino a seguir y optimizar su reinversión. “Estimo que los proyectos mineros deberían ser parte de la planificación regional, estar inmersos en la dinámica de desarrollo de infraestructura, servicios y control medioambiental y tener el consenso social de comunidades y municipios. Una cosa es ver un proyecto minero como un evento económico aislado y sin conexión con la dinámica regional, como es el caso presente, que verlo como parte de su planificación integral”... Este comentario sintetiza la finalidad última de un cambio que se propone para dejar atrás el pobre desempeño de nuestro sector minero.
(*) Ingeniero Geólogo, Ex Ministro de Minería y Metalurgia
(1) J. Albarracín Millán 1995, El poder financiero de la gran minería boliviana, Ed. Akapana La Paz, Bolivia, p. 121.
(2) Datos de: Canadian based, Metals Econoimics Group, 2007.
A modo de colofón, después de una interesante serie de artículos periodísticos, el ex Ministro de Minería Ing. Dionisio Garzón M. resume en este comentario la problemática minera nacional.
El propósito de este importante diagnóstico es actualizar el debate sobre la realidad minera del país, y “salir del diálogo de sordos” al que nos tienen acostumbrados todos los ejercicios (léase seminarios, talleres, cursos, simposios etc.) que buscaron infructuosamente, hasta ahora, definir el rumbo del sector productivo minero. Interpretando la naturaleza del análisis de Dionisio Garzón se trataría, en definitiva, de no continuar divagando en “ejercicios” improductivos desde el punto de vista conceptual y económico, y de una vez por todas, diseñar políticas públicas que despejen la situación de incertidumbre en la que se debate la industria minera nacional, calificada por el analista Dionisio Garzón como la “industria madre” por lo menos del Occidente boliviano, entendemos.
Después de varias notas de prensa sobre la situación actual y perspectivas de la minería nacional, publicadas en este medio de prensa (Perspectiva Minera de LA PATRIA), cabe ahora puntualizar a manera de corolario los aspectos más importantes de este análisis con la finalidad de actualizar el debate sobre el tema, que mas que debate parece un diálogo de sordos por la poca importancia que se da al tema en el momento político actual, dominado por presiones sectoriales, regionales y corporativas que han postergado indefinidamente la legislación y emisión de las nuevas reglas de juego, que regirán el accionar de los operadores del sector y de algunos audaces empresarios de ultramar que todavía apuestan a desarrollar nuevos proyectos mineros en el país. La finalidad es, resumir un punto de vista sobre el futuro de la “industria madre” que pueda ayudar a definir un adecuado golpe de timón que mejore la perspectiva ahora incierta de la minería del país.
RENTISMO
“Históricamente la minería ha representado por más de dos siglos, el sueldo del país y talvez esa característica de rentismo puro y simple haya evitado su crecimiento a los niveles que otros países de la región muestran en la actualidad”…. Citaba en uno de mis análisis, que mostraba cómo se había encarado el tema minero a través de la historia. La minería que debiera tratarse siempre como “negocio”, que es su esencia, lo maneje el Estado o los empresarios privados fue históricamente considerada como una fuente de transferencia de excedentes económicos desde un enclave de producción de materia prima hacia los centros industriales, donde esta materia prima se industrializaba y generaba un valor agregado que no volvía de manera alguna al enclave. En el camino, un selecto grupo de empresarios que manejaba el enclave, obtenía buenas ganancias a costa de la explotación de recursos que no se renuevan y el Estado, propietario de estos, obtenía las migajas impositivas de las que dependía en gran parte su subsistencia. Esta fue y todavía es la tragedia en la que la minería se encuentra. Un empresariado que defiende su posición de privilegio y rechaza cualquier nuevo gravamen impositivo y un gobierno empeñado en obtener una porción mayor de la “torta”. Mientras no seamos capaces de resolver este juego de intereses “rentistas”, el futuro de nuestra minería es incierto.
“La minería en el mundo global en que vivimos depende de su inserción adecuada al circuito de capitales que mueve esta actividad y de su sostenibilidad en el tiempo, parámetros que le dan cualidad de rentabilidad que todo inversionista u operador busca”…anotaba en otro análisis. ¿Cómo vamos ha tener sostenibilidad en una actividad que hasta ahora mantiene parámetros coloniales en más de dos tercios de sus operadores, con una renta minera exigua pero importante, que se diluye en gasto corriente? Nuestra minería no está inserta en el circuito mundial de capitales, los “barones del estaño” que llegaron a acumular importantes capitales, se insertaron en el circuito como empresas mineras transnacionales cuyo capital si volvía al país lo hacia en calidad de capital extranjero, pero el país seguía (y sigue) siendo un enclave que generaba la base de esos capitales. Es curioso que la “Patiño Mines and Enterprises Consolidated” creada el 5 de julio de 1924 con domicilio principal en Willmington, Delaware y oficinas en Nueva York y Oruro (1), cuya base financiera llegó a dominar el mundo minero de la primera mitad del Siglo XX, no haya podido generar una burguesía nacional fuerte que debería haber sido el motor del desarrollo industrial en base a la minería. La característica de enclave económico productor y exportador de materias primas que genera capitales e industrialización fuera y deja al país la tarea de repartir el magro excedente impositivo de la minería, no ha sido superado a través del tiempo. Con todo y más de cien años de lucha para tener fundiciones de minerales, hoy tenemos algunas y exportamos metales (estaño, bismuto, antimonio, oro y plata) que siguen siendo “materias primas” de industrialización que se hace allende nuestras fronteras. Nuestros empresarios mineros y todos nosotros que estamos peleando la renta minera, no hemos tenido la capacidad de dar el salto hacia la industrialización, reinvirtiendo parte del excedente en emprendimientos de ese perfil en el país, por el riesgo que ello implicaba y por nuestro innato deseo de asegurar “nuestra” renta.
REINVERSION
“Para desarrollar una actividad económica como la minería y tener sostenibilidad en el tiempo más allá del corto plazo, se necesita la inyección sostenida de capitales por parte de los operadores mineros en tareas de reposición de reservas y generación de nuevos proyectos”; era otra afirmación mía; esto no se da en el país y no se dará si no hay un cambio en la concepción de lo que es un negocio minero y como se debe disponer la renta minera que este genera. La situación actual de drástica reducción de las reservas minerales en todos los niveles y para todos los metales, de una reducida carpeta de nuevos proyectos mineros y la incertidumbre sobre las nuevas reglas de juego, al parecer de tinte “rentista”, conforman un delicado cuadro de situación. “Nadie va ha disponer parte de sus utilidades para estos trabajos en un clima tan adverso como el actual y sabiendo que la renta minera que recibe el Estado se dispone en todo menos en promover el desarrollo del sector minero, mas aún si la reinversión no es ni obligatoria ni está normada”…Continuaba mi comentario al respecto. Creo firmemente que debemos cambiar en el sentido de promover y normar la reinversión, todos los países lo hacen; la famosa regla de “dos toneladas de reposición de reservas por una tonelada explotada” no se cumple, peor aún estamos fomentando nuevas inversiones en exploración de nuevos proyectos mineros. A nivel global para la presente gestión los gastos en exploración estarán por los 10 billones de dólares, de los cuales el primer receptor sigue siendo América Latina seguida por Canadá (2); de ese flujo el país recibe muy poco o no recibe nada.
Si queremos cambiar este panorama, deberíamos decidir primero si queremos hacer una minería de clase mundial, que sí necesita de inversiones de gran escala para desarrollar proyectos, o si estamos resignados a mantener el esquema actual donde cada vez mas la producción de minerales depende de pequeñas unidades de producción, la mayor parte de las cuales son informales. En orden a regular la reinversión en el sector, había propuesto un mínimo de 10% sobre utilidades para los operadores privados y para reposición de reservas en las operaciones actuales, un tercio del “government take” como reinversión estatal en generación de nuevos proyectos mineros y un tercio para generación de proyectos de desarrollo regional alternativo.
Por otra parte, el fomentar inversiones en exploración de nuevas áreas debería ser prioridad, el Estado no tiene la capacidad económica para financiar estas aventuras, pero si puede promover el desarrollo del gran potencial minero que a lo largo de más de 4 siglos ha sido nuestro orgullo, pero sigue ahí soterrado y en espera de que alguien lo descubra y desarrolle. Reglas claras, seguridad en el tiempo y respeto a la inversión, son más que normas, principios universales que permiten que países pobres como el nuestro puedan alcanzar desarrollo minero e industrial.
REGIONALIZACION
Estimo que debemos cambiar a una administración regional de los emprendimientos mineros si queremos lograr un efectivo desarrollo e industrialización de nuestros recursos minerales; si se van ha administrar 2/3 del “government take” para este fin, nada mejor que la región para decidir el camino a seguir y optimizar su reinversión. “Estimo que los proyectos mineros deberían ser parte de la planificación regional, estar inmersos en la dinámica de desarrollo de infraestructura, servicios y control medioambiental y tener el consenso social de comunidades y municipios. Una cosa es ver un proyecto minero como un evento económico aislado y sin conexión con la dinámica regional, como es el caso presente, que verlo como parte de su planificación integral”... Este comentario sintetiza la finalidad última de un cambio que se propone para dejar atrás el pobre desempeño de nuestro sector minero.
(*) Ingeniero Geólogo, Ex Ministro de Minería y Metalurgia
(1) J. Albarracín Millán 1995, El poder financiero de la gran minería boliviana, Ed. Akapana La Paz, Bolivia, p. 121.
(2) Datos de: Canadian based, Metals Econoimics Group, 2007.
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