No se desconoce el negativo impacto ambiental causado por una herencia minera que data de la fundación de Oruro (1606), lo que significa una fuerte concentración de residuos mineros, hace más de 400 años. Por supuesto que tal hecho histórico y real, no es pretexto para minimizar la situación de la fuerte contaminación, desconociendo los efectos de esa situación con la que los orureños hemos vivido siempre.
Algunas investigaciones realizadas en la zona occidental, refieren la existencia de aproximadamente 42 millones de m3 de residuos mineros con un contenido muy alto de metales pesados como el cadmio, arsénico, plomo y zinc que son la causa de los problemas detectados por contaminación minera.
Un inventario –no completo– de operaciones mineras en la zona, reconoce la existencia de más de 300 operaciones mineras de las cuáles son consideradas como grandes seis empresas, otras cuatro se consideran medianas, hay por lo menos cincuenta operaciones calificadas chicas y más de doscientas son las que manejan los cooperativistas mineros.
Por un lógico razonamiento técnico de los analistas, el problema mayor se da en las actividades de la minería histórica, es decir en las viejas minas que todavía producen y en los desmontes de aquellas que en su tiempo reunieron grandes cantidades de material mineralizado, que en la actualidad es explotado bajo técnicas apropiadas, permitiendo una interesante recuperación minera.
Las actividades desarrolladas por investigadores profesionales en unos casos, ambientalistas en otros y la participación directa de dirigentes comunitarios han generado una serie de documentos en defensa del medio ambiente y en contra de la contaminación minera casi de manera general, casi… porque no se han tomado en cuenta las opiniones de los entendidos en la materia que atribuyen el grave problema a la “minería histórica”, esa que se desarrolla inclusive en la actualidad, con sus arcaicos sistemas y que no toma en cuenta para nada la vigencia de la Ley de Medio Ambiente.
Es prudente señalar que se reconoce el esfuerzo de otras empresas de la minería moderna que asumen responsablemente el cumplimiento de normas contenidas en la Ley pertinente, incluyendo en sus planes programas obligados de mitigación y remediación ambiental.
Por los datos existentes, las soluciones vendrán con programas especiales que necesariamente debe financiar el Estado, pues los daños en las cuencas de los ríos Desaguadero y otros, en los lagos Poopó y Uru Uru, provienen de las minas de Comibol, con fuerte incidencia en Huanuni, otras del Cañadón Antequera y próxima a la ciudad la mina San José.
El asunto es delicado pero a “ésta altura de tiempo”, como dice un experto, “hay que buscar soluciones propias del tiempo en que vivimos” comenzando por disminuir (mitigar) los problemas existentes y aplicando programas que garanticen (remediar) operaciones mineras sin contaminar el medio ambiente.
Hay que lograr coincidencias para que minería y medio ambiente coexistan sin dañarse, esto quiere decir, manteniendo la parte más importante de la actividad minera que es la generación de riqueza con divisas, regalías y miles de empleos seguros, pero al mismo tiempo con la suficiente capacidad de aplicar tecnología que respete normas de control y prevención oportuna de factores contaminantes. De eso se trata.
Algunas investigaciones realizadas en la zona occidental, refieren la existencia de aproximadamente 42 millones de m3 de residuos mineros con un contenido muy alto de metales pesados como el cadmio, arsénico, plomo y zinc que son la causa de los problemas detectados por contaminación minera.
Un inventario –no completo– de operaciones mineras en la zona, reconoce la existencia de más de 300 operaciones mineras de las cuáles son consideradas como grandes seis empresas, otras cuatro se consideran medianas, hay por lo menos cincuenta operaciones calificadas chicas y más de doscientas son las que manejan los cooperativistas mineros.
Por un lógico razonamiento técnico de los analistas, el problema mayor se da en las actividades de la minería histórica, es decir en las viejas minas que todavía producen y en los desmontes de aquellas que en su tiempo reunieron grandes cantidades de material mineralizado, que en la actualidad es explotado bajo técnicas apropiadas, permitiendo una interesante recuperación minera.
Las actividades desarrolladas por investigadores profesionales en unos casos, ambientalistas en otros y la participación directa de dirigentes comunitarios han generado una serie de documentos en defensa del medio ambiente y en contra de la contaminación minera casi de manera general, casi… porque no se han tomado en cuenta las opiniones de los entendidos en la materia que atribuyen el grave problema a la “minería histórica”, esa que se desarrolla inclusive en la actualidad, con sus arcaicos sistemas y que no toma en cuenta para nada la vigencia de la Ley de Medio Ambiente.
Es prudente señalar que se reconoce el esfuerzo de otras empresas de la minería moderna que asumen responsablemente el cumplimiento de normas contenidas en la Ley pertinente, incluyendo en sus planes programas obligados de mitigación y remediación ambiental.
Por los datos existentes, las soluciones vendrán con programas especiales que necesariamente debe financiar el Estado, pues los daños en las cuencas de los ríos Desaguadero y otros, en los lagos Poopó y Uru Uru, provienen de las minas de Comibol, con fuerte incidencia en Huanuni, otras del Cañadón Antequera y próxima a la ciudad la mina San José.
El asunto es delicado pero a “ésta altura de tiempo”, como dice un experto, “hay que buscar soluciones propias del tiempo en que vivimos” comenzando por disminuir (mitigar) los problemas existentes y aplicando programas que garanticen (remediar) operaciones mineras sin contaminar el medio ambiente.
Hay que lograr coincidencias para que minería y medio ambiente coexistan sin dañarse, esto quiere decir, manteniendo la parte más importante de la actividad minera que es la generación de riqueza con divisas, regalías y miles de empleos seguros, pero al mismo tiempo con la suficiente capacidad de aplicar tecnología que respete normas de control y prevención oportuna de factores contaminantes. De eso se trata.
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