Los caminos oscuros que conducen a la difícil extracción de los minerales en el interior de una mina ya no son recorridos exclusivamente por hombres: Diariamente, decenas de mujeres buscan ganarse el respeto de sus compañeros realizando a la par sus obligaciones.
“Nosotras podemos hacer las mismas cosas, sin quejarnos. Sé que las condiciones en una mina no son las mejores pero es un trabajo como cualquier otro, al que te acostumbras, aprendes y en un futuro incluso te vuelves más experta“, dijo a la AP Gabriela Urquidi mientras se abría paso por pasadizos estrechos para llegar a su lugar de trabajo en la Mina San José, en Oruro.
En esta mina se realiza un trabajo a pequeña escala de plata cuyo precio está pasando los 23 dólares por onza troy, por mineros que se asocian y forman cooperativas independientes. Para llegar a la veta de plata que recién encontró la cuadrilla o grupo de Urquidi, hay que pasar por suelos inestables hasta llegar unos 200 metros bajo tierra.
Antes de empezar la jornada los mineros saludan y comparten con el “Tío“ (el diablo) que está dentro de la mina, hecho en base de barro, al que le dan a fumar cigarrillos y le invitan coca y alcohol para continuar con una costumbre netamente minera a nivel nacional que data desde tiempo de la Colonia.
La hoja de coca —considerada planta sagrada y usada con fines medicinales— es fundamental para aguantar el trabajo pesado. Urquidi comentó que les ayuda incluso a sentir menos el fuerte olor de arsénico en el interior. La hoja coca es la materia prima de la cocaína.
Sus brazos fuertes y su carácter ameno caracterizan a Urquidi, de 43 años, que viste pantalones deportivos y un jersey negro visiblemente desgastados por el contacto cotidiano con el mineral. Usa también una máscara para evitar respirar el polvo mientras perfora manualmente la veta de plata que ilumina con la lámpara de su casco.
Tiene como acompañantes a los hermanos Emilio Canazas, de 52 años y Félix de 49, del mismo sector minero cooperativista. “Ella es una de nosotros, ha aprendido bien. Tiene los mismos derechos y obligaciones“, expresó Félix.
Urquidi contó que cuando empezó muchos se burlaban. “Poco a poco me he ganado su respeto, yo también realizo perforaciones con la máquina. Es mejor que hacerlo manualmente“, explicó la minera.
Añadió que trabaja en el interior de la mina por necesidad. Es madre de tres mujeres y un varón. La mayor estudia para ser abogada, cuenta con orgullo.
Las ganancias varían de 200 bolivianos (28 dólares) a 400 (35) por 50 kilos ya que la plata que extraen es de baja pureza. Por semana se puede lograr juntar unos 100 kilos, los cuales son vendidos directamente a empresarios chinos.
La mina San José es explotada por cinco cooperativas que aglutinan a unos 1.000 mineros, incluidas más de 100 mujeres que extraen plata y un poco de estaño y plomo.
Al otro lado de esta mina trabajan siete mineras, varias de la cuales pasan los 50 años. Su líder, María del Pilar Pérez, trabaja a unos 340 metros bajo tierra.
Las siete llevan trabajando entre ocho y nueve años. Acostumbran a encontrarse en el lugar de descanso para acullicar (mascar) coca y beber un poco de agua, mientras charlan y hacen bromas.
Todas coincidieron en que después de separarse de sus esposos no les quedó otra opción. Una vez que consiguen 50 kilos de mineral lo almacenan en unas bolsas de yute llamadas “qepirinas“, lo cargan en sus espaldas y lo llevan fuera de la mina para venderlo.
Entre la charla de descanso, comentaron sobre el accidente en la mina del mismo nombre pero en el vecino país de Chile en el que el boliviano Carlos Mamani y 32 de sus compañeros chilenos quedaron atrapados por 69 días. María señaló que los mineros saben a los peligros que se arriesgan.
“Hemos visto lo famoso que es (Mamani), pero si acá pasa algún accidente nadie nos da un trabajo y nos regala una casa. Es más, ni se enteran“, manifestó, aludiendo a un ofrecimiento que le hizo el presidente Evo Morales a Mamani.
El viceministro de Cooperativas Mineras, Issac Meneses, señaló que en Bolivia existen unas 5.000 mujeres que trabajan en la minería a pequeña escala y que unas 1.000 ingresan al interior de la mina.
Juana Negrety, dirigente en la Federación Nacional de Cooperativas Mineras de Bolivia, indicó que son unas 800 mineras que ingresan a trabajar al interior de la mina y las demás realizan diferentes labores que incluye a las “palliris“, término derivado del vocablo quechua “pallar“ que significa escoger entre los desechos fuera del yacimiento.
A nivel nacional, las mujeres mineras tienen de 45 años para adelante y en su mayoría fueron abandonadas por sus esposos o quedaron viudas. Se estima que cada trabajadora tiene al menos tres hijos. En el sector minero estatal está regulado que las mujeres no pueden ingresar al interior de la mina.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de “los 11,5 a 13 millones de mineros en pequeña escala que hay en el mundo, las mujeres podrían representar de 3,5 a 4 millones. Muchas de ellas con trabajo a tiempo parcial. Otras 1,5 a 2 millones podrían participar indirectamente en esta actividad“.
La OIT explicó que la participación de la mujer es mayor en la minería a pequeña escala. En América del Sur los países que cuentan con el subgénero minero son: Chile, Colombia, Perú, Brasil, Venezuela y Bolivia.
La subida de los precios de los minerales está demandando cada vez más mano laboral, así que varias mujeres se vuelcan a esa actividad y comienzan a trabajar como palliris.
Terra.com.
Portal Minero
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