En la medida que transcurre el tiempo y no se desarrollan adecuadamente una serie de proyectos mineros, anunciados con características de rimbombancia, este importante sector productivo se mueve sólo en su esquema "tradicional", así calificado porque los yacimientos que aún se explotan, son los que enriquecieron en otro tiempo a los primeros protagonistas privados, de lo que fue la gran minería en manos de los "barones del estaño", sólo como referencia de una época de oro por así decirlo, aunque los minerales que brillaban eran la plata y el estaño.
El apogeo de esa minería se cortó el 31 de octubre de 1952, cuando el gobierno del MNR decidió la nacionalización de las minas, las que pasaron de inmediato al control ejercido por la flamante Corporación Minera de Bolivia (Comibol). Para el gobierno revolucionario de entonces este proceso significó independizar la economía de Bolivia.
Varios años después gobiernos neoliberales "capitalizaron" algunas minas y la fundición de estaño, tras periodos de cambio y en la política de reivindicaciones se "renacionalizaron minas y la metalúrgica", un proceso que está vigente, aunque arrastrando algunos problemas en el frente socio-laboral.
La minería de hace años permitió a la Comibol de entonces constituirse en la empresa más importante del país, la actividad del sector estatal con la producción de las grandes minas nacionales, logró importantes ingresos que fortalecieron el desarrollo de algunas regiones de la geografía nacional. Por entonces se tenía una pujante minería chica y una creciente minería mediana, mientras que el sector cooperativo se desarrolló reas el cierre de algunas minas y con mayor fuerza luego de la caída del precio del estaño el año 85, cuando miles de trabajadores quedaron cesantes, la Comibol propiamente inoperable, fenómeno social que motivó a muchos ex mineros, insistir en esa labor, agrupándose en sociedades cooperativas, las que crecieron en el tiempo hasta convertirse en una fuerza que aprovechó la cantidad de socios, más que su rendimiento productivo, para incursionar en las actividades político partidarias, como ha sucedido en el tiempo pasado y en el reciente con secuelas que complican a esas empresas que sin embargo deben sujetarse a las normas vigentes como lo hacen todas las otras.
Loa cambios que se han producido en la importancia productiva minera, dejan algunas enseñanzas que deberían ser tomadas en cuenta para encarar el futuro inmediato de nuestra minería. La extracción intensiva de las vetas mineras que controlaba la Comibol, permitió ingresos importantes a la empresa que se trasladaron a las arcas del Estado, en un tiempo y hasta la época de los 60 la minería chica ocupaba el segundo lugar en exportación de concentrados, fue desplazada luego por la minería mediana que empezó su crecimiento, gracias a dos factores, importantes inversiones e incorporación de tecnología desde las fases de prospección y exploración, luego en planes establecidos de producción extractiva y asumiendo políticas de prevención ante contingencias, siempre amenazantes en el ámbito externo, debido a la permanente competencia de los intereses de grandes industrias y no menos poderosas economías mundiales.
La dependencia que tiene nuestro país en materia de producción y exportación de sus materias primas, constituye un factor negativo que sólo puede neutralizarse y luego anularse en función al fortalecimiento de nuestra incipiente industria minera. En la Comibol actual se habla justamente de encarar "el salto" hacia el proceso de industrializar nuestra minería, pero en el criterio de expertos en la materia, este paso conlleva una serie de problemas que deben ser solucionados con planificación de alto nivel para que se cumplan los objetivos deseados y se alcancen metas progresivas en el crecimiento de nuestra metalurgia y en el caso del Mutún en la siderurgia.
Actualmente la única exportación considerada importante es la de estaño metálico que produce la Metalúrgica de Vinto, justamente en proceso de crecimiento en su producción gracias a la habilitación del horno Ausmelt. Los lingotes de estaño que se producen en la fundición de Vinto - Oruro, son reconocidos internacionalmente por su calidad de 99,5 por ciento y el mercado para este producto boliviano con valor agregado también está en constante crecimiento.
El otro emprendimiento en materia metalúrgica es Karachipampa, que ha confrontado una serie de contratiempos, propiamente desde su instalación, habiendo demorado muchos años para entrar en proceso de reacondicionamiento aunque también con varios contratiempos especialmente en el horno Kivcet, cuyo caldero ha tenido que ser reconstruido para que el llamado "elefante blanco" camine y de acuerdo a informes de sus ejecutivos desde principios de año ya estaría en condiciones de producir lingotes de plomo y de plata para su exportación, lo que significa un avance más en la perspectiva de mejorar nuestras ventas de metálicos y ya no simples concentrados.
Lo que se espera es que en un periodo posiblemente mayor a dos años, esté produciendo la fundición y refinadora de zinc que será emplazada en predios de la metalúrgica de Vinto en Oruro, con lo que se ampliará el horizonte comercial de nuestros metálicos a las grandes industrias del exterior, por supuesto con mayores ventajas para la economía nacional.
Lo importante es que se aprovechen todas las opciones posibles para disponer de un buen proyecto minero metalúrgico en base a una política estructurada en los altos niveles institucionales del sector, el MMN y la Comibol, exigiendo una favorable disposición de recursos financieros y la sólida conformación de un equipo profesional del más alto nivel, para modernizar la "cadena productiva minera boliviana".
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