A nadie le causa gracia una fotografía de un extraño o la pregunta de cuánto gana cada mes al pie de la bocamina... Por siglos, mucha gente se aprovechó de la condición de los mineros y hay desconfianza. En los últimos meses, la baja cotización de los minerales también les pasa factura con un trabajo precario y pocos ingresos.
Para unas 150 mil personas, la minería cooperativizada es un trabajo rudo donde se gana poco. Más cuando en la oscuridad, el minero solo confía en la suerte y ruega al Tío que lo proteja del mal de mina (silicosis), que el frío o el calor no lo destruyan y que tenga la suficiente resistencia para trabajar desnudo con el agua al pecho, porque se arruinó la bomba. Conversar con ellos no es fácil.
Es lo poco que se puede conocer de la vida de estos trabajadores que extraen los recursos en Oruro y en el norte potosino. San José o Siglo XX son lugares de los que se escuchó hablar, pero se desconoce de la subsistencia de los mineros asociados en cooperativas.
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