En lo que corresponde al marco del plan estratégico para diversificar el aparato productivo nacional, el Gobierno proyecta consolidarlo, sobre cuatro pilares de orden económico que generarán desarrollo y crecimiento sostenido del país.
La versión del frente oficial consigna impulsar los sectores de la agropecuaria, el de orden energético, los hidrocarburos y la minería, posiblemente en ese orden en función a necesidades estratégicas en función de tiempo y espacio, para crear conciencia ciudadana hacia los sistemas productivos que se impulsarán como factores diversificadores del desarrollo nacional.
Según el proyecto de elevar la economía nacional hacia el 2025 cuando en Bolivia sea celebrado el bicentenario de su fundación, se espera para entonces disponer de un esquema económico que sea resultado de un buen desempeño de los cuatro pilares para forjar el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, esto implica garantizar las condiciones propicias para que cada rubro pueda encarar su crecimiento de manera práctica y sustentada financieramente.
En lo que va del proceso y entendiendo que deben transcurrir ocho años hacia la meta fijada de tiempo para poder evaluar las circunstancias favorables del proceso la premisa actual es no perder el tiempo en desplegar mucha teoría y poca práctica haciendo que muchos proyectos se diluyan en burocracia o en el poco interés de protagonistas, con ausencia de beneficiados. Se trata de imponer ahora y de manera estricta el proyecto para diversificar nuestra economía al 2025.
En lo que atañe al sector en el que consideramos sumamente importante como la minería, hay mucho por hacer, lamentablemente no se tomaron previsiones en los tiempos de "vacas gordas" y se dejó de impulsar una serie de proyectos que pudieron convertirse en verdaderos emprendimientos de envergadura para que con el correr del tiempo estuvieran en el auge de su rendimiento.
Repetidas veces, se remarca, que la minería es un "negocio" de mucha inversión y largo tiempo para consolidarse. Como ejemplo se muestra a la minera San Cristóbal que demoró 10 años para comenzar a operar, luego de disponer de una millonaria inversión. Un proyecto de esa magnitud debería estar ya terminando su proceso de prospección y exploración, para entrar en la fase de explotación.
Lamentablemente, en los hechos reales, no hay ningún nuevo emprendimiento de magnitud, ni siquiera entra en la buena intencionalidad, el caso de Mallku Khota con un adelanto evaluativo muy serio que dejó la empresa que estudiaba su potencialidad y que fue retirada por la presión comunitaria, quedando el proceso interrumpido y sin perspectiva inmediata de consolidarse como un nuevo plan extractivo de rendimiento colectivo.
La minería está considerada entre los cuatro pilares de la seguridad económica del país, pero está visto que si no hay decisiones entre quienes la administran a nivel del Estado, la proyección al 2025 simplemente será otra ilusión para los bolivianos. Es tiempo de sumarse al entusiasmo presidencial, pero hacerlo con acciones concretas, responsables y cien por ciento operativas.
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