El asunto va por ese lado, por lo menos en la intención práctica que expone el Gobierno, al encarar el proceso de industrialización del litio, uno de los megaproyectos de la minería actual en el país, el de mayor envergadura.
El litio mineral no metálico que estuvo yaciente por muchas décadas en los inmensos e imponentes salares de Uyuni (Potosí) y Coipasa (Oruro) está cobrando el interés que no se le dio en muchos años y que ahora puede cambiar el rumbo de la economía nacional a partir de su industrialización.
El Primer Mandatario ha suscrito un acuerdo con la empresa china CAMC. Engineering Co. Ltda que deberá construir y poner en marcha una planta industrial de sales de potasio, proyecto que demandará la inversión de 178 millones de dólares, financiados a través del Banco Central de Bolivia, para encarar el desarrollo del proyecto ubicado en el mayor reservorio de este recurso natural.
El convenio conlleva algunas condiciones especiales y una de estas que la empresa china debe ejecutar un proyecto que resguarda ciertas condiciones de exclusividad en los procesos de investigación y procesamiento del mineral, lo que representa una salvaguarda, frente al notorio interés de algunas transnacionales que estaban interesadas en comprar la materia prima para procesarla en sus países, lo que no sucederá con la puesta en marcha de la planta que hará el tratamiento industrial en nuestro país.
Las sales de potasio que se obtendrán serán utilizadas como fertilizantes para exportación, pues se trata de un producto altamente requerido, pero cuidando el abastecimiento en el mercado interno para aprovechar las condiciones del producto que aumenta la proteína de los cultivos, las hacen más resistentes a las sequías y disminuyen ostensiblemente las enfermedades en los plantíos.
Se trata evidentemente de un primer paso en la industrialización de un mineral que por la cantidad existente en su depósito natural, permitirá generar muy pronto una diversidad de emprendimientos hasta llegar a las baterías de ión litio.
Este caso especial nos permite recordar el planteamiento de expertos profesionales metalurgistas del país, cuando alarmados por las condiciones en que comercializamos nuestros concentrados, plantean la necesidad de avanzar en la transformación de nuestros concentrados por la vía de su industrialización, no sólo para vender el producto con valor agregado, sino para ampliar la industria nacional, generando gran cantidad de empleos y produciendo materiales que en la actualidad importamos de países vecinos.
Lo que se menciona concretamente es que teniendo estaño en lingotes y pudiendo lograr cobre fundido, se comenzaría la fabricación de soldadura, bujes, bronces, engranajes, material de quincallería, papel estañado, una amplia gama de material de ferretería, incluyendo herramientas y diverso tipo de envases, que ya es una parte de industrialización incipiente de nuestra materia prima minera, pero con perspectivas de pronto crecimiento y sostenibilidad futura.
Hay que hacer un buen intento, pero con buen respaldo financiero para encarar este paso fundamental en la diversificación del uso de nuestros minerales.
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