Frente a la actual coyuntura económica que se produce en Latinoamérica, nuestro país no podrá excluirse de los efectos de un proceso que permanecerá vigente por buen tiempo y que alterará las exportaciones de materias primas, que para Bolivia son la base de su economía. En el otro lado del mundo las importaciones también muestran una serie de cambios, especialmente en volumen para no caer en el círculo del sobreabastecimiento de productos y la imposibilidad de sus ventas, lo que induce a las grandes industrias a restringir las compras de materias primas.
Con este panorama externo, que en realidad no repetirá en buen tiempo el ciclo de bonanza que se vivió en los últimos años, es necesario que se adopten ciertas medidas de seguridad para no tropezar con problemas que alteren el orden social, si se presentan limitaciones laborales, que además influyan en las fuentes de empleo de centenares de trabajadores, especialmente en el rubro de la minería.
El ajuste del mecanismo económico nacional tiene que darse desde los niveles superiores económicamente activos, para facilitar condiciones favorables a los sectores que confrontan problemas, el caso de la minería particularmente, sin dejar el curso de proyectos especiales ya definidos en materia de la explotación de nuestros hidrocarburos.
El reto es evitar un colapso en la extracción y exportación gasífera, por lo mismo para asegurar continuidad en la esa producción el Gobierno ha dispuesto impulsar una exploración intensiva de hidrocarburos, lo que dará seguridad más adelante para cumplir los convenios con Argentina y Brasil y más adelante Paraguay.
El plan de desarrollo hidrocarburífero nacional tiene definidas ciertas líneas que son alentadas eficientemente en materia técnica y financiera, de ahí que según las propias autoridades del sector, no habrán "traumas" en el comportamiento petrolífero nacional.
En la minería el asunto es diferente, pues justamente lo que falta es el aparato que dinamice el sector a través de un buen programa estratégico que establezca métodos, tiempos y financiamientos adecuados para su desarrollo, que por tratarse de otro recurso estratégico obliga a tomar previsiones en los periodos de prospección y exploración, que puede ser de muchos meses e inclusive años, antes de ingresar en la fase de su explotación real. Por eso es que se insiste en la urgencia de aprobar una política minera, para no perder más tiempo y perfilar lo que será, si así se puede llamar, la nueva minería boliviana.
La visión de la minería actual es preocupante, con mayor incidencia en el sector estatal y el cooperativo, pero también en el privado que realiza esfuerzos para compensar la baja en los precios de minerales, la parte más complicada la tiene la denominada "pequeña minería" que mantiene operaciones, fuentes de empleo, pero ya no puede enfrentar una aguda crisis por sus costos de operación que resultan muy costosos para cubrirlos si no se dispone de un soporte especial vía crediticia y condiciones blandas, que disponga efectivamente el gobierno.
Trabajadores mineros asalariados y cooperativistas, lo mismo que empresarios privados del sector, están esperando que desde el Ministerio de Minas se definan lineamientos operativos para el sector, a partir del cumplimiento de la Ley 535 y la reestructuración de la Comibol. Faltan medidas urgentes pero prudentes.
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