El tema resulta propicio después de haber rememorado algunas cifras que fueron utilizadas por el Primer Mandatario en ocasión de su discurso informe de gestión el pasado 6 de agosto, cuando Bolivia celebró 190 años de su Fundación e independencia.
El panorama económico que nos pintó el Presidente, tiene características repetitivas de las que ofrece el Ministro de Economía y que también alude con inusitada frecuencia nuestro vicepresidente, de ahí que el resultado es alentador en materia de sostenimiento de una economía respaldada por un colchón de reserva monetaria que puede absorber ciertos efectos críticos por la caída en los precios de nuestras materias primas.
Lo que no se puede negar es que la situación actual y que se arrastra ya por varios meses con el bajón en los precios del petróleo especialmente y que afecta en el caso nuestro en la cotización del gas para exportación, significa una sustracción en nuestro presupuesto de ingresos por hidrocarburos del orden de los 2.500 millones de dólares.
El recorte es fuerte y quiérase o no afectará en los porcentajes de distribución del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) que llegará en menor cantidad a las gobernaciones y los municipios, por lo mismo, desde el nivel superior en la pirámide financiera nacional, hasta la base de la misma donde se congregan los grandes sectores sociales, hay que admitir que habrán cambios y ese hecho debe ser motivación para pensar en reemplazar lo que se pierda.
Es cierto que en función administrativa se juega una serie de aspectos y hay que encontrar factores que pasen de la teoría a la realidad práctica para mitigar los puntos negativos que se cuenten como saldo negativo. En esa opción se indica que se adoptarán algunas medidas especiales para fortalecer la inversión pública, la misma que ha sido proyectada en casi unos 7.500 millones de dólares, que se espera sean suficientes para mantener el crecimiento planificado, sin que la resta de ingresos altere lo que se priorizará en materia de atención social, con lo que se tiene y lo que distribuye el IDH en materia de ingresos, esto a corto plazo.
La economía de manera general según los expertos debe manejarse con sentido de previsión, aún en los mejores periodos de cualquier negocio y con mayor razón si las actividades dependen del movimiento de ciertos ciclos de presión que se generan en la fuerte competencia del poder económico de la gran industria mundial, como sucede al presente, con el control del precio de los commodities que pueden regularse en función a intereses de los grandes capitalistas.
Está clara la forma en que se ha generado la caída en el precio del crudo, para la referencia en nuestro comercio de un valor por barril de crudo de 100 dólares bajó a poco más de 40 dólares, ese impacto es el que debe absorberse con medidas técnico administrativas y de impacto a mediano plazo.
En el rubro de la minería el impacto es mayor, con una caída de precios en casi todos los minerales y en algunos casos por debajo del límite de equilibrio en los costos de producción, caso del estaño, además que el volumen de exportaciones registra más de 85 por ciento de concentrados a precios de regalo, mientras que apenas un 15% de nuestras ventas corresponden a metálicos, como nuestro estaño que sale con valor agregado, pero que es mínimo soporte en función del volumen ideal de exportación de minerales que deberíamos asegurar para el futuro.
En el último tiempo varios países mineros han tenido que cambiar sus sistemas operativos en base a soportes financieros extraordinarios para conjurar la crisis de precios y aumentar su producción, claro está que tal proceso es posible en el sector de la gran minería privada incluyendo la mediana como la que opera en el país, pero no es posible encontrar esa misma solución en sectores como la minería estatal, que depende directamente de las posibilidades del Estado para disponer financiamientos extrapresupuestarios en periodos críticos y de presión.
Bajo esos razonamientos es que debe definirse políticas de emergencia que activen rubros productivos de rentabilidad a mediano plazo para sustituir aquellos ingresos que perdemos por el efecto internacional en la caída de precios de nuestras materias primas, efecto producido además por las limitaciones que impone en su comercio externo, por ejemplo la China, cuya economía entra también en un "proceso recesivo", frente a la competencia de otras potencias.
En el caso boliviano hay muchas sugerencias, algunas que se manejan en los niveles oficiales y otras que son expuestas por entendidos en administración de recursos financieros, naturalmente manejados en "tiempos de vacas flacas" como el que vivimos actualmente y que necesita de remedios urgentes y no de meros paliativos.
Hay necesidad de reformular la política económica nacional y darle a la minería la importancia que requiere como fuente generadora de divisas y como en sus mejores tiempos de riqueza nacional, pero con una política minera muy concreta que empezando lo más pronto posible, permita alcanzar objetivos en mediano plazo para sustituir y reemplazar los réditos que provienen de la venta del gas que disminuyen paulatinamente.
El Gobierno debe establecer la funcionalidad de la Ley Minera 535, debidamente reglamentada, disponer seguramente con decretos y a través de fideicomisos los recursos necesarios para poner en marcha una Comibol, rehabilitada plenamente y que sea el organismo que motorice la nueva minería altamente productiva.
Esas medidas deben además facilitar las condiciones para atraer grandes inversiones e impulsar los megaproyectos mineros del litio en los salares, del hierro en el Mutún, la prospección y exploración de nuevos yacimientos, concretar Mallku Khota, sin descuidar las fases de extracción diversificada de minerales en los yacimientos estatales, apoyando a la industria metalúrgica, para lograr valor agregado en los minerales primarios y mejorar el comercio de nuestros concentrados.
Parecería utópica la sugerencia, empero la práctica y adecuada apropiación de tiempo y recursos, nos muestra que los minerales sustituirán a los hidrocarburos, pero…los planes hay que encararlos cuanto antes.
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