A poco más de una semana del cierre de la gestión 2018, que entre otras no fue de las mejores en el último tiempo, los entendidos en materia minera, expertos en la actividad, analistas profesionales, ex ministros de minería y algunos ex directores de Comibol, incluyendo dirigentes sindicales en receso, coinciden al señalar que nuestra minería no avanza, por la carencia de normativas apropiadas para hacer viables financiamientos que permitan desarrollar emprendimientos mineros, en el sector privado y también revitalizando la minería estatal, rubros que adecuadamente manejados significarían un enorme aporte a la economía general del país.
Ante la declinación en la producción de hidrocarburos y consiguientemente del gas, hay necesidad de adoptar previsiones de orden superior para enfrentar las alteraciones que pudiesen confrontarse al disminuir una fuente de ingresos, si para entonces no está lista otra que reemplace y dinamice el movimiento productivo nacional.
Tratándose de nuestros recursos naturales no renovables, lo mínimo exigible son políticas de previsión en el uso alternativo de las mismas, de modo que en función de tales reservas, su potencialidad y condiciones apropiadas en el caso de las riquezas mineras, hay urgencia de trabajar en las regulaciones pertinentes para su futuro consumo.
Realidad sin dramatismo
Nuestro país ha estado disfrutando y aun lo sigue haciendo de los ingresos provenientes del uso y consumo de nuestros hidrocarburos, la exportación de gas a dos países vecinos, Brasil y Argentina, nos han proporcionado ingresos tan importantes que nos han permitido establecer una equitativa distribución de los ingresos, creación de bonos sociales y sostenimiento de presupuestos departamentales a nivel Gobernaciones, Municipios y Universidades, con leves variantes que sin embargo puede agudizarse, si no se reponen oportunamente las fuentes internas proveedoras de más gas para mantener las exportaciones.
Hay que entender que por "motivos especiales" no se han cumplido cabalmente los proyectos de reposición e incremento de nuestra materia gasífera, lo que ha puesto en duda a la población, a las autoridades, a ejecutivos institucionales y por supuesto a los responsables gubernamentales sobre el futuro del gas y el sostenimiento de un plan económico que siga favoreciendo a la colectividad y que en su caso pueda ser repuesto con la explotación de otro rubro de nuestra riqueza natural no renovable…claramente, para el futuro inmediato, la minería.
Sin embargo desde niveles superiores se insiste en que nuestras reservas de gas permitirán la sostenibilidad de los contratos suscritos, alguno que tiene tiempo más corto de duración y que es el más dudoso de mantenerse vigente dadas las nuevas condiciones de constituirse en fuente generadora de gas argentino, incluso con perspectivas de cubrir otros mercados.
Según algunos expertos, el asunto no es para dramatizarlo, si de manera consciente, técnica y oportuna se definen políticas para mejorar nuestras fuentes proveedoras, que garanticen la demanda interna y tengan margen de negociar exportaciones para la obtención de divisas.
Minería industrial
Todo el año presente y el anterior también, el tema de la minería boliviana estuvo marcada por "signos" optimistas, sobre grandes inversiones y proyectos de magnitud, interés de emprendedores internacionales que se mostró en sesiones de intercambio o acercamiento político, sin embargo, casi nada se concretó en hechos reales que muestren nuevos emprendimientos en marcha.
Lo del litio en Uyuni y del hierro en el Mutún son los dos mega proyectos de la minería estratégica nacional, algo separados en planificación si se menciona la expectativa de tener nuevos yacimientos operativos en varios distritos, pero en la proyección de operar entre la pequeña y la mediana minería, donde se supone que deberíamos tener varios proyectos en desarrollo, tomando en cuenta "de pasada" el caso de Mallku Khota, cuyo potencial sería parecido al de San Cristóbal y que lamentablemente hace mucho tiempo que no puede activarse.
La idea del "salto industrial" es realmente una sentida necesidad para mejorar la condición tradicional de nuestras exportaciones que excepto el estaño están libradas a venderse como concentrados, permitiendo que los compradores logren una recuperación extra de varios compuestos minerales a tiempo de fundirlos. Por esa razón elemental, pero además porque ya es tiempo de que la minería nacional sea industrializada para convertirse en proveedora de material base para una serie de industrias nacionales, facilitando la creación de fuentes de empleo, pero sobre todo dando pasos en una dirección de independencia productiva, pues a la fecha salvando algunas situaciones especiales… compramos hasta alfileres.
El desafío en este caso está dirigido a completar la estructura metalúrgica necesaria, como el complejo de Karachipampa, las futuras fundiciones de zinc en Oruro y Potosí y necesariamente la siderurgia del Mutún, para convertir nuestro hierro en acero lógicamente. La producción de baterías de litio, será el negocio de la gran minería estratégica, en la que según expertos estamos algo retrasados.
Necesidad de inversiones
Cerrando un poco el amplio círculo de la diversidad productiva minera, en criterio de los entendidos, hay necesidad de "acicatear" la voluntad y capacidad de nuestras autoridades superiores del ramo, para preparar el terreno del cambio que permita vislumbrar la próxima minería nacional.
Se admite que nuestra minería está rezagada en inversiones privadas y gran parte del movimiento de capitales y tecnología se disponen e incrementan en países vecinos como Chile, Perú y desde hace algún tiempo también la Argentina, en tanto que en el nuestro el asunto no funciona porque carecemos de normativas apropiadas, con claras reglas de juego que garanticen jurídicamente las inversiones y permitan incentivos tributarios a empresas decididas en apoyar planes desde la prospección, exploración y la explotación de minerales.
Los datos que disponen instituciones de investigación y varios expertos confirman que una buena proporción de capitales externos radican en países vecinos, en tanto que en el nuestro ese importante movimiento es casi nulo, debido a que la normativa minera nacional, incluyendo una Ley incompleta, es poco atractiva para captar un flujo financiero que necesita seguridades para su despliegue en condiciones favorables, que permitan invertir, cumplir disposiciones correctas y recuperar un adecuado margen de utilidades, sólo así funcionan las empresas productivas, en un negocio de riesgo como es la minería.
Tomando en cuenta este hecho, lo menos que se espera es un cambio más dinámico de las autoridades mineras para empezar la inmediata gestión, regularizar las normativas, reglamentar la Ley 535 y reestructurar la Comibol, tareas ineludibles e imprescindibles si se quiere "reactivar" la minería nacional desde el comienzo mismo del año 2019.
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