miércoles, 24 de enero de 2018

Nuestra minería comienza el año con buen augurio, pero le falta decisiones

En la línea de establecer realmente las condiciones en que se desenvuelve la minería boliviana, hay varios aspectos que deben ser tomados en cuenta, para no crear falsas expectativas con uno de los sistemas productivos más sensible en el país debido a las fluctuaciones que establece la gran competencia externa para marcar valores en las pizarras de cotizaciones de minerales, de las cuales lamentablemente seguiremos dependiendo por buen tiempo.

Repitiendo el concepto "dependencia", el hecho práctico nos lleva a reconocer que nuestro país todavía dependerá de la exploración, explotación y exportación de sus materias primas básicas, el petróleo y el derivado del gas, en el caso nuestro y por otro lado, el caso de nuestras riquezas mineralógicas. En ambas situaciones, el ciclo es invariable en su procedimiento, que ha sido definido en P.M. como el proceso de la "triple EX" y el cual puede tener variantes en función a la caprichosa competencia externa de los grandes países industriales, importadores de nuestros recursos.

Hay una interesante tendencia "teórica" para entrar en la fase de industrialización de nuestros minerales, pues desde la década de los 70, solo convertimos los concentrados de estaño en lingotes metálicos de alta calidad e importante demanda externa. El resto de nuestros concentrados se exportan como tales, sin valor agregado y perdiendo ingresos al no procesarlos tecnológicamente antes de su venta, de donde resulta que los compradores externos obtienen un beneficio adicional al obtener derivados metálicos, que deberían recuperarse en nuestras fundiciones.

Ahí está el problema, faltan decisiones técnicas para impulsar la metalurgia, pero el hecho corresponde por supuesto a una política nacional que establezca las prioridades de rigor para elevar índices de producción de concentrados y que los mismos sean convertidos en lingotes, sin más pérdida de tiempo.

La referencia es directa al caso de Karachipampa, el "elefante blanco" que sigue a tropezones, obliga a más inversiones y todavía no puede establecer una regular producción de lingotes de plomo y plata, con lo que tres de nuestros productos básicos mineros ya estarían recuperando valor agregado, con mayores utilidades para el país, para los distritos productores y en la perspectiva de diversificar la industria boliviana.

TIEMPO PERDIDO

Quienes saben sobre minería, no pueden evitar preocuparse de este factor inexcusable, el tiempo, pues en la rama que tratamos, la minería, tiempo perdido es dinero perdido y dependiendo de ciertas circunstancias, puede ser de difícil recuperación.

Si mencionamos tiempo, tenemos que admitir que el 2017 ha sido otro año en el que no se han concretado nuevos proyectos mineros, pese a una serie de anuncios sobre "apoyo de capital estatal", contactos con algunos delegados de países interesados en el negocio y algunos empresarios, que en todo caso están a la espera de conocer las "reglas de juego" para exponer sus capitales en nuestro medio, donde todavía no hay condiciones apropiadas de seguridad jurídica y garantías para encarar nuevos emprendimientos.

En esas condiciones es que no se han registrado nuevos emprendimientos en la minería privada, mediana y chica, que sin embargo siguen siendo los sectores que liderizan los índices de producción minera y generación de divisas, impuestos y regalías.

La prolongada demora en establecer el funcionamiento práctico de un ente operativo como es la Corporación Minera de Bolivia, Comibol, es la causa fundamental para el retraso generalizado en la proyección, tanto de la minería, cuanto de la metalurgia, pues al no concretarse planes en un sector, por supuesto que el otro no funcionará.

No hay explicación y por lo mismo no se entiende cuál es el problema para postergar indefinidamente la reestructuración de Comibol, aclarando que en ese proceso muy poco tiene que ver la Fstmb que reclamó por una posible injerencia institucional en asuntos sociolaborales, situación aclarada, pero no así la falta de decisiones que encaminen la reestructuración de la estatal minera y no su refundación, este último proceso de burocrática ejecución y criticada por los mineros sindicalizados.

RESPONSABILIDADES SUPERIORES

Un conocido experto en minería, fue ministro del ramo años atrás, es autor de libros sobre la materia y un crítico observador de la situación actual del sector, apunta en uno de sus recientes comentarios que "en nuestro país debido a la política minera, al potencial de mineralización, a la falta de infraestructura y de información geológica actualizada, a los engorrosos trámites, etc., fue siempre difícil atraer la inversión extranjera. Si a eso sumamos la inseguridad jurídica, el cambio de sistemas de concesionarios y la elevación de los tributos mineros que se dio desde el 2006, la inversión extranjera para la exploración de nuevos yacimientos mineros es nula".

El profesional Jorge Espinoza Morales es muy concreto al señalar: "Parece que no entendemos todavía que sin exploración no hay nuevas minas y sin nuevas minas la minería no es sostenible". Resultado es que a la fecha no existe un solo proyecto que permita vislumbrar un nuevo yacimiento, de manera que la producción minera irá declinando progresivamente y con ello el valor de sus exportaciones".

Es importante que los responsables del manejo de la minería boliviana, asuman responsabilidad directa en un tema extremadamente sensible como es el manejo productivo de la riqueza estratégica minera, disponiendo el cumplimiento de algunas metas, las más próximas, para encaminar la política sectorial sin más pérdida de tiempo y más daños a la economía nacional.

Una reciente información sobre producción positiva de la minería estatal, es una prueba de que "con voluntad" es posible lograr buenos resultados, naturalmente en la denominada cadena productiva de los centros mineros tradicionales, que siguen rindiendo y merecen un buen soporte financiero para mantenerse con favorable índice productivo.

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