Si hay algo que mantiene vivas las esperanzas en una próxima gestión de la minería nacional, es que los estudios realizados por algunas organizaciones internacionales, algunas vía satélite, aseguraron la existencia de importantes reservorios mineralizados, ubicados en varias zonas del país, especialmente en el sector occidental entre los departamentos de Oruro, Potosí y La Paz, también en la zona oriental de Santa Cruz, por lo mismo hay evidencias de tales estudios, aunque los mismos no han sido "profundizados técnicamente" y en los sitios predeterminados, salvo algunos intentos más próximos a la casualidad de la evidencia geológica correspondiente.
Al no tener un organismo técnicamente estructurado responsable del desarrollo de la política minera y metalúrgica del país, todos los intentos de encontrar nuevos yacimientos estarán librados a la "suerte" del antiguo minero, que en los buenos tiempos acudía a formas tradicionales de "escarbar terrenos" y poner en funcionamiento un poco de olfato, el conocimiento de suelos y sitios mineralizados, donde el golpe de la Providencia podía depararle el premio a su instinto y perseverancia para encontrar un gran filón mineralizado, en el otro extremo significaba directamente la pérdida de mucho tiempo y mucha plata.
El hecho es que transcurren varios años sin que se hubiera definido una política minera que determine la aplicación de programas especiales, empezando por la prospección y exploración de nuevos yacimientos, luego asumiendo lineamientos técnicamente definidos para proceder a la extracción de la riqueza minera en función a programas de inversión debidamente solventados, por un lado desde el Gobierno si se trata de emprendimientos para el sector estatal o abriendo todas las posibilidades del caso para atraer inversionistas nacionales o extranjeros, si es de interés de empresarios mineros privados.
Se trata de un tiempo especial que debería ser aprovechado con proyectos especiales, particularmente en la minería estatal, en la que es urgente adoptar medidas de previsión generando recursos especiales para poner en marcha el movimiento de un "Fondo Estratégico" utilizable en el futuro, no sólo en periodos de "vacas flacas", sino también como alternativa para impulsar proyectos cuando falten recursos en montos deseables para mejorar la minería y metalurgia nacional
Hay aspectos de orden "gestionario" como lo mencionan dirigentes y analistas de la actividad minera, por ejemplo no se avanzó desde mayo del 2014 cuando se promulgó la Ley 535 de Minería y Metalurgia, para que la misma pueda contar con un reglamento apropiado que permita su aplicación estableciendo reglas de juego para encarar el desarrollo de la minería atrayendo inversiones, lo que permitirá una mayor cantidad de fuentes de empleo, generación de utilidades reales, un activo movimiento tributario, percepción de regalías mineras para distritos y municipios, pero además abriendo la posibilidad efectiva de dar el gran salto a la industrialización de la minería.
DIVERSIFICACIÓN INDUSTRIAL
Cuando se habla de industrializar la minería, la idea se dirige al proceso de fundir la mayoría de nuestros concentrados, de manera que con valor agregado tengan mejor precio en su comercialización externa, gracias a la recuperación de los segmentos minerales diversos para beneficio directo y ya no para los compradores que al fundir nuestros minerales lograban utilidades extraordinarias.
El ideal primario del proceso de industrialización tiene que ver en cierto orden de necesidades, en completar el ciclo de modernización del Complejo Metalúrgico de Vinto con un funcionamiento pleno del horno Ausmelt, mejorar la fundición de antimonio y hacer realidad la instalación de la primera fundición de zinc como se tiene prometido a Oruro, incluyendo un financiamiento superior a los 300 mil $us.
Está en la proyección industrial la metalúrgica de Karachipampa, para producir lingotes de plomo y plata, además del tratamiento de otros complejos con lo que una buena cantidad de nuestros concentrados se convertirán en producto metálico para su exportación y la respuesta del negocio que nos permitirá mejores ingresos para seguir fortaleciendo tal proceso industrial.
Pero la diversificación del proceso industrial tiene que consolidarse en el fortalecimiento de industrias nacionales, que utilizando nuestra materia prima metálica comiencen a producir una serie de artefactos y productos que en la actualidad importamos de países vecinos, en algunos casos por cuestión de calidad lo hacemos de mercados norteamericanos o europeos. El proyecto en criterio de expertos es que nuestra industria minera se convierta en proveedora de materia prima para el funcionamiento de múltiples industrias, generando empleos y activando un comercio hasta ahora dependiente de la oferta extranjera, especialmente en la línea de artículos de ferretería (quincallería).
Poseedores de riqueza minera, alentando y concretando inversiones para realizar proyectos mineros de envergadura, garantizando el movimiento metalúrgico y la exportación de concentrados mineros, se dispondrán de las condiciones más apropiadas para diversificar la industria nacional y pasar al nivel de ser poseedores de condiciones de alto rendimiento productivo, eliminando factores de nuestra dependencia a ciertas importaciones y apuntando a que luego de cubrir la demanda interna podamos entrar en la lista de competitividad productiva.
DE LOS SUEÑOS A LA REALIDAD
El enfoque presente que es resultado de recibir y recoger sugerencias y opiniones coinciden en marcar un antes con nuestra minería tradicional, un presente con algunas innovaciones que deben consolidarse como necesidad urgente de dar a la minería y metalurgia un lugar preponderante en el proceso del desarrollo nacional, asegurando empleos, bienestar social, y lo más importante, añadiendo muchos eslabones a la cadena industrial del país hasta ahora restringida a una producción primaria de artefactos industriales "Made in Bolivia".
Para los pesimistas se trata de un sueño que todavía puede ser largo, especialmente si no se saca de su modorra a los altos ejecutivos de la minería para que en ésta nueva gestión asuman responsablemente sus obligaciones, entre las que sobresale con prioridad la necesidad de fomentar los proyectos y la inversión minera, asegurar el funcionamiento de la metalurgia, exportar metálicos y ampliar el rendimiento nacional para dar el gran salto a la diversificación de nuestra industria, basada en el rendimiento minero metalúrgico, desde la extracción minera, su transformación metálica y su futura provisión a la nueva industria boliviana.
Para los optimistas es un sueño muy próximo a la realidad, siempre y cuando no se siga perdiendo el tiempo en muchos anuncios y pocas obras. Los minerales están esperando salir a superficie, faltan decisiones y una reestructuración eficiente de la estatal minera para encarar un renovado proyecto minero nacional.
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