Los peones lipeños y atacamas, en el asiento minero de San Cristobal, revelaron a sus patrones españoles, que, a varias leguas más al sur, existía una montaña de color azul con mucha nieve en su cumbre, muchas veces se escuchaban sus bramidos, de su base brotaba agua caliente con vapor espeso,( Chujchu Punku), la gente del lugar le respetaba y en el río de agua cristalina recogía un metal amarillo (oro).
Corrían los últimos años del siglo XVI, una expedición española intrigada por esos relatos, emprendió el largo viaje de varias semanas y tras fatigosa caminata, llegó al sur del desierto de Los Lípez, el grupo bajó por un cañadón, pasando por el costado de un cerro alto y hermoso (Santa Isabel).
Tras dominar una loma, divisaron en el sur, la enigmática montaña, mucha nieve y densa nube en su corona, a su pies se extendía un cañadón de color rojizo y más abajo un río de agua clara cristalina, en sus riberas mucho verdor y pastura.
La revista Nuevos Horizontes de EL DIARIO, en esta edición, tras visitar Esmoraca, en el sur del departamento de Potosí, revela aspectos en torno a los antecedentes de la minería en Bolivia, que se remonta a la época colonial, cuando no había fronteras en este extenso continente y donde todos estaban sometidos a las leyes de España.
ABUNDANTE ORO
“El río de San Juan, que corre a espaldas de la Provincia de Los Chichas por donde confina con los Calchaguyes, es muy abundante de oro; Esmoraca y Chilco de la misma provincia están patentes labores antiguas” señala el padre Álvaro Alonso Barba en su famoso libro “Arte de los metales” editado y publicado en Madrid-España el 28 de septiembre de 1639.
Alonso Barba, alternó su misión evangélica con el trabajo de amalgamación de metales y se convirtió en experto en la refinación de los minerales, intensa actividad minera en la franja más rica de metales valiosos de nuestro continente hace esta revelación: “En los Lípez, son asientos (minas) de mas fama: Santa Isabel del Nuevo Potosí, que en la hermosura del cerro y riqueza de sus metales le parece como el nombre de la Trinidad, mineral riquísimo”.
“En Los Chichas: San Vicente, Tatasi, Monserrat, Esmoraca, Tasna, Ubina, Chorolque, Chocaya que llaman la Vieja y la Nueva que ahora últimamente se descubrió para enseñanza y estímulo de mineros y testimonio nuevo de la riqueza sin igual de aqueste reino”, sostiene el misionero.
Utilizando toneladas de yareta y thola arbustos de la zona andina, en rústicos hornos, los españoles sacaban y fundían metales diversos, los mismos en barras eran carga-dos en llamas, esas caravanas cruzaban los Lípez, pasaban la cordillera de Los Andes, por una ladera del volcán “Ollague” luego, recorrían el desierto de Atacama hacia los embarcaderos del Pacífico, donde estaban fondeados los galeones españoles que transportaban en sus bodegas esa riqueza minera navegan-do hacia el viejo mundo.
El pasado año, buscadores de tesoros ubicaron los restos de un galeón español en el fondo del mar, frente a la costa de Colombia, el navío, presuntamente por una fuerte tempestad hace varios siglos naufragó, junto a los restos del mismo, encontraron lingotes de plata, monedas de oro, presuntamente eran transportados desde las minas del alto Perú (hoy Bolivia).
BUSCA FORTUNAS Y MUERTE
La riqueza del cerro “Azulejos” atrajo a centenares de buscadores de fortuna, llega-ron desde lejanas tierras hasta este fabuloso yacimiento minero, se dedicaron a lavar oro en el río de forma artesanal, luego instalaron tres dragas traídas desde la Argentina, por consiguiente la explotación minera era inten-sa, por esta fiebre del dorado se denominó al curso principal del río “San Juan del Oro”.
En las laderas del cerro comenzaron a aparecer bocaminas, para ex-traer metales diversos como el cobre, bismuto, wolfram y complejos de plata; tenían nombres como: Millord, Germania, Aguas Calientes, San-to Domingo, Balderrama, Gladys, Santa Elisa, luego, en el pasado siglo los sacos con minerales de Wolfram eran transportados en época seca por San Vicente hacia la estación ferroviaria de Atocha.
Fue notoria la llegada al pueblo de Esmoraca de comerciantes, traían la preciada coca, los “maythucos”, cigarrillos artesanales, alcohol des-de las tierras del sur, abarrotes, lámparas a carburo y otros enseres, los herreros eran muy requeridos, estos se encarga-ban de afilar las “puntas” (barre-nos) herramientas muy útiles para abrir brechas en la monta-ña rocosa.
Los mineros de esa época eran sometidos a esclavitud, o-frendaban su vida en las oscu-ras galerías, muchas veces a-plastados por derrumbes, en otras atrapados por el “bochor-no” (gas mortal), en el panteón de “Pueblo Viejo”, reposan los restos de muchos trabajadores que encontraron la muerte como del español Federico Thiel, primer empresario asentado en la zona,
DESASTRE AMBIENTAL
Sin embargo, la explotación minera descon-trolada, el empleo de fuertes componentes quí-micos como el Xantato, Acido Sulfúrico, Aceite de Pino, Diesel y otros que se filtraban de pre-carios e inseguros diques de colas eran arras-trados por el agua hacia abajo, desde la cuen-ca alta contaminaron y dañaron gradualmente el río Esmoraca junto a las vertientes de agua dulce afectando a extensos sembradíos de maíz, trigo y árboles frutales, hortalizas y la variada vegetación, constituyéndose en un de-sastre ambiental que preocupa a los poblado-res y residentes de Esmoraca, en el interior y exterior del país, aunque de momento por las bajas cotizaciones de los metales la explota-ción en el cerro “Azulejos” está semi parali-zada.
La Ley del Medio Ambiente, se quedó en papeles, nadie la cumple, los Gobiernos Muni-cipales, Concejos Municipales, Asambleístas, Senadores, Diputados, están inmersos en la tri-llada politiquería, pregonan la seguridad ali-mentaria, mejor calidad de vida, mientras la actividad minera está aniquilando la producción agropecuaria en muchas regiones de Bolivia, tal el caso puntual de Esmoraca.
RECLAMAN RESARCIMIENTO
Ante este panorama sombrío y en la pers-pectiva de reactivar la producción agropecua-ria de este hermoso valle, los comunarios y re-sidentes esmoraqueños en el interior y exterior del país encabezados por el señor Florencio Mamani García, y oriundo de Esmoraca, ex-presando el sentir de centenares de familias asentadas en la cuenca alta del río San Juan del Oro formaron un comité para exigir la in-demnización a los empresarios y cooperativis-tas que lucraron en la zona.
Este ciclo de reportajes de Esmoraca en alejadas y antiguas minas en tierra chicheña, fue posible en virtud a iniciativa del señor Flo-rencio Mamani García, en la perspectiva de que los bolivianos conozcan una faceta casi oculta en torno al esplendor y bonanza minera, su historia, cultura y aspectos turísticos de es-tos pueblos hoy inmersos en el abandono y olvido.
Será de imperiosa necesidad y exigirán a las autoridades nacionales, departamentales y provinciales dotar de servicios básicos a este histórico pueblo que requiere alcantarillado, la mejora de sus calles y plazaz, principalmente, la conexión vial a San Pablo de Lípez, pasando por Viluyo en una distancia de 18 kilómetros y salir de su postración y abandono.
Antenor Fernández Yañez, cel. 73041229
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