Ninguna autoridad conoce cuantos mineros sufren severas lesiones
La minería no es solo abundancia, también deja una secuela de dolor y luto en los hogares de trabajadores mineros que sufren su miseria en absoluto anonimato.
No existe un reporte oficial sobre la cantidad de personas que sufren lesiones en las minas de Potosí aunque se habla de 29 muertos por la falta de seguridad industrial en lo que va del año.
La cantidad de peones mutilados, los que salieron de las minas con pulmones dañados y tuvieron como pago la salud quebrantada es una incógnita que nadie puede develar.
El programa Solidaridad Para la Mujer (Musol) apoya a las víctimas de la minería, desde aquellos que sufrieron lesiones por explosión de dinamita, enfermos con tuberculosis, mujeres que perdieron a sus maridos y menores que quedaron solos por la muerte de sus padres.
Ayer un grupo de esas personas participó en una cena y comentaron sobre sus experiencias en la mina, las mismas que les dejaron marcados de por vida.
Un joven de 26 años comentó que trabajó en la mina de perforista por casi ocho años pero en pasados días sufrió un accidente y desde ese momento se siente muy mal y no puede trabajar.
Develó que él como muchos otros mineros no tiene seguro médico ni está asegurado porque los socios no les toman en cuenta pese a haber llevado su carnet de identidad.
El entrevistado comentó que tiene dos hijos a los que no puede atender porque debido al accidente se siente muy mal y no está en condiciones de seguir trabajando en interior mina y tiene serios problemas por ello.
Otro joven dice que en dos oportunidades recibió el golpe de planchón en el pie pero se salvó de enfrentar problemas mayores aunque en este caso reconoce que fue la cooperativa en la que prestaba su servicio la que le hizo atender por un médico.
El drama de las viudas es mayor ya que al perder a sus maridos también perdieron la única fuente de ingreso que tenían en sus familias y hoy en día deambulan por las calles en busca de trabajo.
Algunas ingresaron a la minería para mantener a su prole pero no es fácil para una mujer desempeñar trabajos pesados y los que son más livianos como el pallado o pichado (recolección de minerales) no les otorga un buen ingreso como a los varones.
La minería no es solo abundancia, también deja una secuela de dolor y luto en los hogares de trabajadores mineros que sufren su miseria en absoluto anonimato.
No existe un reporte oficial sobre la cantidad de personas que sufren lesiones en las minas de Potosí aunque se habla de 29 muertos por la falta de seguridad industrial en lo que va del año.
La cantidad de peones mutilados, los que salieron de las minas con pulmones dañados y tuvieron como pago la salud quebrantada es una incógnita que nadie puede develar.
El programa Solidaridad Para la Mujer (Musol) apoya a las víctimas de la minería, desde aquellos que sufrieron lesiones por explosión de dinamita, enfermos con tuberculosis, mujeres que perdieron a sus maridos y menores que quedaron solos por la muerte de sus padres.
Ayer un grupo de esas personas participó en una cena y comentaron sobre sus experiencias en la mina, las mismas que les dejaron marcados de por vida.
Un joven de 26 años comentó que trabajó en la mina de perforista por casi ocho años pero en pasados días sufrió un accidente y desde ese momento se siente muy mal y no puede trabajar.
Develó que él como muchos otros mineros no tiene seguro médico ni está asegurado porque los socios no les toman en cuenta pese a haber llevado su carnet de identidad.
El entrevistado comentó que tiene dos hijos a los que no puede atender porque debido al accidente se siente muy mal y no está en condiciones de seguir trabajando en interior mina y tiene serios problemas por ello.
Otro joven dice que en dos oportunidades recibió el golpe de planchón en el pie pero se salvó de enfrentar problemas mayores aunque en este caso reconoce que fue la cooperativa en la que prestaba su servicio la que le hizo atender por un médico.
El drama de las viudas es mayor ya que al perder a sus maridos también perdieron la única fuente de ingreso que tenían en sus familias y hoy en día deambulan por las calles en busca de trabajo.
Algunas ingresaron a la minería para mantener a su prole pero no es fácil para una mujer desempeñar trabajos pesados y los que son más livianos como el pallado o pichado (recolección de minerales) no les otorga un buen ingreso como a los varones.
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