Si antes no se había iniciado la explotación del salar de Uyuni fue porque, como ocurre ahora, la política se impuso a la economía.
Según información de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), en 1989, por invitación directa, se firmó un contrato con la Lithium Corporation of America (Lithco, hoy parte de la FMC Lithium), que fue observado porque la Ley 719, de creación del Complejo Industrial de los Recursos Evaporíticos del Salar de Uyuni (Ciresu), establece que la adjudicación debía realizarse mediante licitación. A la convocatoria se presentaron la Lithco, Soquimich y Copla y ganó la primera. En 1992, se firma el contrato con la empresa. El ex ministro de Minería Dionisio Garzón explica que se llegó a un borrador de contrato con la Lithco para la explotación. “Pero hubo, como siempre, un problema de tipo político. Se quiso aumentar la participación del Estado en el proyecto y eso fue lo que detuvo el contrato”.
Garzón indica que la compañía no quiso aceptar las reglas impositivas nuevas. Agrega que se trataba de una regalía “bien pensada” para Potosí, pero que se hizo muy tarde, porque cuando ya se tiene un borrador de contrato no se puede cambiar las reglas. Según el ministerio, el documento se tuvo que rescindir por una serie de observaciones, entre ellas, el plazo para el inicio de la explotación.
Así, la Lithco se fue a Argentina, al salar del Hombre Muerto, donde emprendió el proyecto que se había pensado para Bolivia.
Según información de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), en 1989, por invitación directa, se firmó un contrato con la Lithium Corporation of America (Lithco, hoy parte de la FMC Lithium), que fue observado porque la Ley 719, de creación del Complejo Industrial de los Recursos Evaporíticos del Salar de Uyuni (Ciresu), establece que la adjudicación debía realizarse mediante licitación. A la convocatoria se presentaron la Lithco, Soquimich y Copla y ganó la primera. En 1992, se firma el contrato con la empresa. El ex ministro de Minería Dionisio Garzón explica que se llegó a un borrador de contrato con la Lithco para la explotación. “Pero hubo, como siempre, un problema de tipo político. Se quiso aumentar la participación del Estado en el proyecto y eso fue lo que detuvo el contrato”.
Garzón indica que la compañía no quiso aceptar las reglas impositivas nuevas. Agrega que se trataba de una regalía “bien pensada” para Potosí, pero que se hizo muy tarde, porque cuando ya se tiene un borrador de contrato no se puede cambiar las reglas. Según el ministerio, el documento se tuvo que rescindir por una serie de observaciones, entre ellas, el plazo para el inicio de la explotación.
Así, la Lithco se fue a Argentina, al salar del Hombre Muerto, donde emprendió el proyecto que se había pensado para Bolivia.
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