La pérdida de los territorios bolivianos arrebatados por Chile en la Guerra del Pacífico (1897 –1880) ha implicado un terrible costo económico y psicológico para la población boliviana. El costo psicológico de la pérdida del Litoral –que significa que Bolivia no puede mantener un comercio internacional ágil y creciente – ha sido el principal aspecto de nuestra frustración nacional. Los bolivianos hemos crecido con la idea que “recuperar el mar es un deber”, pero parecerá a veces que toda nuestra pérdida ha sido la del Litoral”.
Por mi formación de economista, yo he creído más bien que el costo económico ha sido peor, ¡mucho peor!
La pérdida de nuestros recursos naturales – principalmente del cobre – ha sido la más costosa para los bolivianos. Bolivia ha sido la nación más pobre del continente latinoamericano después de Haití. ¿Y cuál ha sido la razón de dicha pobreza? Pienso que la pobreza boliviana ha sido consecuencia directa de la Guerra del Pacífico. Además, la pobreza trae consigo muchos problemas adicionales, penas, enfermedades, mala educación y, sobretodo, falta de desarrollo económico.
De tal forma, la pérdida total – directa e indirecta – ha sido mucho más grande que sólo la pérdida del valor de las exportaciones chilenas de cobre proveniente de territorios bolivianos. Todos sabemos que la pérdida mencionada ha sido causante, a su vez, de nuevos ciclos de pobreza que la han perpetuado a las nuevas generaciones de bolivianos.
En resumen, tanto los costos directos (por la pérdida de los recursos naturales, principalmente el cobre) como los costos indirectos (por no haber tenido recursos para educación, salud pública, inversión productiva e infraestructura básica) son la principal causa de la pobreza boliviana de los últimos ciento treinta y cinco años.
Por esta razón – las pérdidas bolivianas por las riquezas que nos fueron arrebatadas durante la Guerra del Pacífico – deben ser cuantificadas, así como los costos indirectos. Debemos estar conscientes del valor de los costos para la población boliviana en términos de alimentación, salud, educación, inversiones productivas, generación de empleo y, en general, por la pérdida de bienestar que hemos sufrido por más de ciento treinta y cinco años. Pérdida ocurrida por causa del abuso del poder militar chileno.
Hoy en día, en el mundo moderno – tanto en la sociedad civil como en la sociedad de naciones – no es aceptable ni justificable, admitir, esconder u olvidar las conquistas logradas por la fuerza. Al contrario, la gran mayoría mundial y el consenso universal, tienden a considerarlas sin validez.
Entre el costo psicológico y el económico. Bolivia ha decidido desde el principio concentrarse en el psicológico, pues casi nunca menciona el costo de la riqueza arrebatada a Bolivia. De tal manera, Chile – al igual que el resto del mundo– ha tenido la percepción que el costo económico no ha significado un real sacrificio para Bolivia. Chile nunca ha tenido que mortificarse o desgastarse en justificar o explicar de dónde ha conseguido su principal fuente de divisas y de riqueza acumulada. Los chilenos no han tenido que preocuparse que la principal acumulación de riqueza que han logrado como país, lo han hecho a costa de sus vecinos bolivianos. En palabras del propio Presidente de la República de Chile, Salvador Allende, el cobre ha sido y es “el salario de Chile”.
Desde nuestra perspectiva, el problema es que los chilenos nunca han tenido que preguntarse de dónde proviene dicho salario, ni qué costo eso ha tenido para Bolivia.
Por otra parte, es increíble que Bolivia tampoco haya concientizado ese hecho. Que gran parte de la acumulación de riquezas de Chile ha provenido de los bolivianos. Que el costo en sacrificio humano – en salud, educación, crecimiento económico y bienestar general de parte de los bolivianos– ha ido a beneficiar a los agresores y usurpadores, quienes se han ufanado de haber usado exitosamente el poder militar en lograr la Usurpación.
En palabras del embajador chileno (Ministro Plenipotenciario de Chile en Bolivia a principios del siglo XX), Abraham Konig, inscritas en su infame nota enviada al Canciller boliviano. Eliodoro Villazón, el 13 de agosto de 1900: “Es un error muy esparcido y que se repite diariamente en la prensa y en la calle, el afirmar que Bolivia tiene derecho de exigir un puerto en compensación de su Litoral. No hay tal cosa. Chile ha ocupado el Litoral y se ha apoderado de él con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena, con el mismo título que los Estados Unidos de la América del Norte han tomado a Puerto Rico. Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones. Que el Litoral es rico y que vale muchos millones, eso ya lo sabíamos.
Lo guardamos porque vale; que si nada valiera, no habría interés en su conservación. Terminada la guerra, la nación vencedora impone sus condiciones y exige el pago de los gastos ocasionados.
Bolivia fue vencida, no tenía con qué pagar y entregó el Litoral. Esta entrega es indefinida por tiempo indefinido, así lo dice el Pacto de Tregua: fue una entrega absoluta, incondicional, perpetua en consecuencia, Chile no debe nada, no está obligada a nada, mucho menos a la cesión de una zona de terreno y de puerto”.
De tal manera, dado el pleno convencimiento sobre el excesivo costo que ha sufrido Bolivia, este libro tiene el propósito de analizar metódicamente el valor de las riquezas usurpadas a Bolivia durante la infame Guerra – especialmente el valor del cobre – con el objeto que los bolivianos, chilenos y ciudadanos del resto del mundo, podamos conocer con mayor objetividad, detalle y escrupulosidad, la realidad del mundo que nos rodea.
Es necesario que todos sepamos y entendamos lo que pasó y conozcamos el costo involucrado para los bolivianos.
Independientemente de lo que piense cualquier persona sobre la validez y justificación de tal Usurpación, todos los latinoamericanos, europeos, asiáticos y norteamericanos, debemos saber cuánto esa Usurpación ha costado a Bolivia. Una vez que conozcamos el grave costo para Bolivia, todos podremos tener una mejor base para juzgar y concluir sobre la justicia y validez de dicha Usurpación.
Para evitar controversias sobre los datos, he utilizado cifras de entidades chilenas y de instituciones internacionales reconocidas internacionalmente, principalmente del Servicio Geológico de los Estados Unidos (US Geological Service) y de la Oficina de Minería de los Estados Unidos (US Bureau of Mines).
Estos datos objetivos han servido para efectuar una estimación también objetiva pero además razonable, del valor de las exportaciones de cobre al mundo, proveniente de los territorios arrebatados a Bolivia en la Guerra del Pacífico. La información sobre la producción chilena de territorios que fueron bolivianos fue obtenida de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco). Es preciso que el mundo – incluyendo a los presidentes y políticos bolivianos – tenga una cifra incontrovertible en sus mentes que represente la verdadera magnitud de la riqueza arrebatada a Bolivia.
Espero, por tanto, que este libro contribuya a mejorar la información sobre el mundo real – de los bolivianos, chilenos y ciudadanos del resto del mundo – con relación al terrible costo que la pérdida de los territorios bolivianos ha implicado para nuestro pueblo.
COSTO DE LA USURPACIÓN
Como analizaremos metabólicamente en este libro el costo directo debido al valor del cobre exportado por Chile desde 1915, proveniente de territorios arrebatados a Bolivia, alcanza a $us412,9 mil millones en dólares de 2013. Adicionalmente, el costo de las actuales reservas de cobre localizadas en territorios que fueron bolivianos alcanza a otros $us730,33 mil millones.
Consecuentemente, el valor de la pérdida directa total es de $us 1.143 miles de millones, es decir más de un millón de millones de dólares.
Adicionalmente, existen costos indirectos como el menor crecimiento del PIB boliviano desde 1915 causado por el costo directo resultante de las exportaciones de cobre proveniente de territorios que fueron bolivianos. Este costo indirecto es el mayor de todos. Si Bolivia hubiera crecido 1.5% más cada año, por tener mayores recursos para inversiones – en salud pública, educación, infraestructura productiva e infraestructura de comunicaciones y transporte – la pérdida indirecta sería de 1.886,2 mil millones.
El costo para Bolivia de la grave pérdida de cobre por la Guerra del Pacífico asciende a $us3.029,4 mil millones.
Pero no nos adelantemos y analicemos metódicamente lo sucedido y el costo involucrado. Las exportaciones de cobre de Chile equivalen en promedio al 52,8% del PIB boliviano en el periodo 1900 –2013.
Si la ganancia promedio de las mineras chilenas y extranjeras y los insumos importados en la minería fuera del 25% el valor agregado generado por los minerales exportados de territorios que fueron de Bolivia sería del 75%.
Por tanto, el valor agregado perdido será del 40% (el cálculo arroja 39,6%) del PIB boliviano de cada año entre 1915 y 2013. Si dividiésemos dicho 40% en 4 partes – 10% en educación, 10% en salud pública, 10% en inversión productiva y 10% en inversión de infraestructura – Bolivia habría generado un nivel de bienestar social muy alto.
Con niveles de inversión fija total del orden del 30% del PIB – en vez del 10%- su tasa de crecimiento anual habría sido al menos de 1.5% por encima de la tasa anual que obtuvo históricamente.
Fundamentalmente, los bolivianos tendríamos mayores niveles de educación, tecnificación y productividad y gozaríamos de una salud muchísimo mejor, con niveles de mortalidad infantil sustancialmente menor y de bienestar general mejor que la mayoría de países latinoamericanos.
Con 1.5% anual de crecimiento adicional, el PIB boliviano per cápita en dólares corrientes habría sido de $us9.410 a fines de 2013, es decir cuatro veces PIB per cápita histórico logrado ($us2.359). En otras palabras los bolivianos hemos perdido indirectamente tres veces nuestro PIB per cápita actual por culpa de la Usurpación y en la actualidad seríamos cuatro veces ricos. El valor de esta pérdida indirecta no está incluido en el millón de millones de dólares indicado anteriormente.
El valor de PIB acumulado perdido por menor crecimiento –medido en dólares de 2013 – alcanza a $us1.886,2 miles de millones en el periodo 1915 –2013, una pérdida 4.57 más grande que la pérdida directa.
Finalmente, en Bolivia no sólo hemos perdido el cobre que ha sido exportado. Hemos perdido también los yacimientos de cobre localizados en los territorios que Chile nos arrebató.
Según el informe de 2012 del Servicio Geológico de los Estados Unidos, las reservas chilenas de cobre alcanzan al 28% de las reservas mundiales equivalentes a 190 millones de toneladas o sea 11.2 años de la producción mundial total. Suponiendo un precio de 3.2 centavos de dólar por libra o sea $us7.040 por tonelada, el valor monetario de estas reservas alcanza a la increíble suma de $us1.337,6 millardos.
Dado que el 52.4% de la producción de cobre chileno se encuentra en la Región II (los territorios arrebatados a Bolivia, el valor de las actuales reservas de cobre de dólares. Este valor es demasiado elevado para comprenderlo a primera mención. Si lo medimos con relación al PIB boliviano de 2013 ($us24.77 millardos) el valor en cuestión alcanza a 26,4 veces el PIB boliviano. Es decir, las reservas de cobre a fines de 2012 que yacen en territorios arrebatados a Bolivia, tienen un valor que equivale a 26.4 años de la producción total en Bolivia.
En total, Bolivia ha perdido directamente $us412.9 mil millones de cobre ya exportado y $us655.4 mil millones de cobre por exportar que aún está en reservas. En total, la pérdida directa alcanza a más de un millón de millones de dólares, o sea $us1.068 millardos; lo que los norteamericanos llaman un trillón sesenta y ocho billones de dólares. La pérdida indirecta por menor crecimiento alcanza a $us1.886,2 miles de millones de 2013, lo que nos lleva a una pérdida total de $us2.954,2 miles de millones, o sea casi tres trillones de dólares de 2013.
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